La reciente llamada de entidades de ciertos paĆses a boicotear los productos franceses es incomprensible, sorprendente e injusta. Representa un proceso de exclusiĆ³n precisamente de lo que pretende combatir. ĀæQuiĆ©n puede decir en serio que Francia maltrata a sus ciudadanos de confesiĆ³n musulmana? Nadie, excepto los que quieren infundir semillas de discordia en el seno de la comunidad nacional francesa.
MĆ”s que nunca la concordia y la uniĆ³n deben prevalecer en el seno de la comunidad nacional francesa, vĆctima en la actualidad de una serie de atentados despreciables que nos hacen ponernos en duelo a todos. Nosotros, musulmantes de Francia y de otros paĆses mediterrĆ”neos, llamamos a la calma y a la razĆ³n.
Hay dos asuntos. Por un lado, la emociĆ³n suscitada por las caricaturas del Profeta y las declaraciones de las autoridades francesas al respecto. Por otro lado, los comentarios del presidente Emmanuel Macron en un discurso reciente sobre el separatismo. TomĆ©moslos de uno en uno.
Las caricaturas del Profeta. Los autores de la llamada al boicot critican las caricaturas del Profeta, las encuentran blasfemas y degradantes. Nosotros mismos, que escribimos y firmamos este texto, las encontramos vulgares y groseras. Pero en Francia la blasfemia no es un delito. Puede criticarse, pero no prohibirse.
Desde la RevoluciĆ³n de 1789 la libertad de expresiĆ³n estĆ” protegida, como recuerda el artĆculo 10 de la DeclaraciĆ³n de los derechos humanos. Los lĆmites estĆ”n claramente enunciados en la ley, no permiten insultar ni incitar al odio o al racismo. De hecho, todo ciudadano es libre de acudir a la justicia se considera que se cruzan esos lĆmites, no en el nombre del derecho a la blasfemia, sino en nombre del respeto a la dignidad humana, y sea cual sea la religiĆ³n en cuestiĆ³n, catĆ³lica, protestante, judĆa o musulmana. Pero nada, en todo caso, permite utilizar la violencia ni dentro de la ley francesa ni en el islam.
A la bĆŗsqueda del mensaje del CorĆ”n
Entendemos que algunos musulmanes se sientan ofendidos y molestos por esas caricaturas, pero recordamos que el islam rechaza tambiĆ©n toda idolatrĆa o sacralizaciĆ³n de una persona humana. De hecho, el mismo Profeta Mahoma recordaba que Ć©l no era mĆ”s que un mensajero. Muchas veces se burlaron de Ć©l, lo trataron de loco, de usurpador o recibiĆ³ insultos de sus oponentes.
Dios no llama a asesinar a los autores de esas provocaciones en ningĆŗn momento, sino que incita a adoptar un comportamiento sabio y paciente frente a la adversidad: āY nosotros sabemos con certeza que tu pecho se estremece a causa de lo que dicen. Glorifica a Tu SeƱor con Tu alabanza y sĆ© de los que se postrarĆ”n, y adora a Tu SeƱor hasta que te llegue la certeza.ā (CorĆ”n, XV, 97-99). Dios anima a los primeros musulmanes a ignorar esos ataques y a demostrar inteligencia: āCuando escuches que reniegan los versos de Dios o que se rĆen de ellos, no te sientes con ellos hasta que no empiecen otra conversaciĆ³n. Si no, serĆ”s como ellos.ā (CorĆ”n, IV, 140).
Dios no solo no prescribe ninguna venganza, sino que pide que no se rompan los lazos con los autores de las burlas concentrĆ”ndose en eso que les une y no en lo que los separa. Los muertos por defender al Profeta, la violencia y las llamadas al boicot van claramente en busca del mensaje del CorĆ”n y revelan motivaciones profanas y polĆticas muy alejadas de la profundidad espiritual y Ć©tica del islam.
Ahora, el tema del discurso del presidente Macron sobre el separatismo. Al contrario de lo que se ha dicho aquĆ y allĆ”, el discurso no critica al islam. Critica el islamismo, que es una deformaciĆ³n del islam. Al criticar la ideologĆa islamista, respeta al islam, distinciĆ³n que ha podido malinterpretarse en la traducciĆ³n Ć”rabe.
Al contrario de lo que se ha dicho aquĆ y allĆ”, el discurso no pretende reformar o modificar el islam. El presidente de la RepĆŗblica francesa respeta todas las religiones. Y respeta una tradiciĆ³n francesa instaurada por una ley de 1905: la separaciĆ³n de la Iglesia, de las iglesias, y del Estado. El Estado francĆ©s no interviene en la vida de las iglesias, en ninguna de ellas.
Un ideal universal
En ese discurso del 2 de octubre, el presidente Macron confirmĆ³ una serie de medidas de orden pĆŗblico y de neutralidad del servicio pĆŗblico y precisĆ³ disposiciones relativas al derecho de las asociaciones y a la escuela, pilares y crisol de nuestro pacto republicano francĆ©s. De igual manera y sobre todo, insistiĆ³ en la necesidad de construir un islam en Francia, islam de las luces, liberado de sus influencias extranjeras, estructurado y transparente en sus finanzas, e integrante pleno de la parte cultural del islam-civilizaciĆ³n, sin invadir ni un milĆmetro el islam-religiĆ³n.
Con su discurso refundador, el presidente Macron quiso recordar que todos los franceses han de saberse miembros de la RepĆŗblica francesa, sobre todo sus hijos mĆ”s desfavorecidos o en inseguridad econĆ³mica, social o cultural. Y recuerda a todos que el racismo, la discriminaciĆ³n y las separaciones no tiene sitio en Francia.
Nosotros, intelectuales comprometidos con una voluntad de concordia a escala internacional, hemos elegido sostener esas ideas como testimonio de un ideal universal del que el islam-civilizaciĆ³n es una de sus expresiones. En 2019 en la Unesco acogimos, con motivo de un coloquio organizado por la asociaciĆ³n El islam en el siglo XXI, un enfoque destinado a āhacer uno a partir de muchosā que permitiera, gracias a la cultura, unir mĆ”s que dividir, reunir mĆ”s que llevar al ostracismo y a la exclusiĆ³n.
La diversidad cultural y religiosa las quiso Dios para los hombres, enuncia: āSi Dios hubiera querido, habrĆa hecho de vosotros una comunidad Ćŗnica: pero quiso probaros en Sus dones. Haz asalto[Faites assaut de bonnes actions vers Dieu.] de buenas acciones hacia Dios. En Ćl, para todos vosotros estĆ” la vuelta. Os informarĆ” de sus discrepanciasā. (CorĆ”n, V, 48). Toda agresiĆ³n contra una religiĆ³n es un ataque contra todas las religiones.
MenciĆ³n necesaria
En Francia la RepĆŗblica no āreconoce ningĆŗn cultoā y por eso los protege todos. SegĆŗn el artĆculo 1Āŗ de la ConstituciĆ³n de 1958, āFrancia es una RepĆŗblica indivisible, laica, democrĆ”tica y social. Asegura la igualdad ante la ley de todos los ciudadanos sin distinciĆ³n de origen, raza o religiĆ³n. Respeta todas las creencias.ā Mientras que el general De Gaulle estimaba que el carĆ”cter laico era evidente, su redactor, Michel DebrĆ©, le insistiĆ³ para que fuera mencionada. MĆ”s de sesenta aƱos despuĆ©s, podemos medir cĆ³mo esa menciĆ³n era necesaria para Francia, uno de los pocos paĆses del mundo que inscribiĆ³ la igualdad en su lema, y que se esfuerza en seguir sus ideales.
Nosotros, intelectuales que venimos de horizontes diferentes, testificamos en favor de esta honestidad francesa y de su legitimidad. No se trata de palabras crisol. Conocedores del mundo, podemos sin temor parafrasear y hacer nuestra la expresiĆ³n āfeliz como un musulmĆ”n en Franciaāā¦ pues el islam es una religiĆ³n de conciencia que se dirige directamente al individuo, cada musulmĆ”n es āuna Iglesiaā en sĆ mismo, y solo ha de rendir cuentas a Dios. āCreerĆ” lo que quiera y negarĆ” lo que quieraā, dice el CorĆ”n (XVIII, 29), reafirmando el valor del individuo. El hombre solo es sumiso a Dios, estĆ” por esencia no sometido, en una forma de emancipaciĆ³n universal conforme al ideal republicano de individuos liberados de la adoraciĆ³n o del sometimiento a sus semejantes.
Por eso la acusaciĆ³n de una presunta injerencia francesa que viola la intimidad de las conciencias musulmanas es tan falsa. TenderĆa a denunciar tambiĆ©n la ley de los hombres por contradecir la ley de Dios. Pero en Francia la libertad religiosa es la norma. āNadie debe estar intranquilo por sus opiniones, tampoco las religiosas, siempre que su manifestaciĆ³n no perturbe el orden pĆŗblico establecido por la leyā, dice la DeclaraciĆ³n de derechos del hombre y del ciudadano de 1789. El orden polĆtico y el orden religioso estĆ”n separados en Francia, en pleno respeto de los derechos fundamentales de los ciudadanos. Distinguir esos dos Ć³rdenes permite a la vez respetar la trascendencia de las creencias y limitar las pretensiones de los que podrĆan imaginarse hablar en nombre de Dios (y asĆ rivalizar con Ć©l).
Paradigma republicano
Como observadores de la sociedad francesa, reconocemos que a veces se hace preguntas antes de tiempo, pensando en consideraciones universales. Algunos pueden considerar esa actitud arrogante. No compartimos esas crĆticas. Permitir a cada uno tener en la mano su destino, integrĆ”ndose en el seno de un crisol republicano, representa a nuestro juicio toda la belleza āy la dificultadā del paradigma republicano, en absoluto en oposiciĆ³n con la creencia Ćntima de cada uno.
MĆ”s allĆ” de la toma en cuenta de la diversidad de las expresiones culturales, el modelo francĆ©s respeta la universalidad de los valores, sin enfrentar unas comunidades con otrasā¦ El CorĆ”n afirma ese carĆ”cter Ćŗnico del hombre: āNosotros nos hemos constituido en pueblos y en tribus para que os conozcĆ”is entre vosotros. El mĆ”s noble de entre vosotros, a los ojos de Dios, es el mĆ”s piadoso de entre vosotrosā. (CorĆ”n, XLIX, 13)
El presidente Macron, siguiendo las bases republicanas, recuerda que somos todos diferentes y todos iguales, garantizando el universalismo de la reflexiĆ³n, sin caer en la trampa del relativismo cultural esclavizante. Es asĆ como denunciamos con la mayor de las fuerzas los atentados, la violencia y las manifestaciones de odio.
Siguiendo al filĆ³sofo Alain, luchemos por la Libertad, defendamos la Igualdad, promovamos al Fraternidad: āNo querer hacer sociedad salvo con aquellos a los que les aprobamos todo es quimĆ©rico, es el fanatismo mismoā. La Fraternidad hace la uniĆ³n entre Libertad (o mi autonomĆa) e Igualdad (o mi deber Ć©tico respecto del otro).
En conclusiĆ³n, boicotear los productos franceses es boicotear a Francia. Boicotear Francia es ignorar la realidad de sus ideales, es conocer mal su respeto a las religiones, la del profeta y las otras. Hay que abandonar el boicot de Francia y reencontrar el camino del diĆ”logo, de la escucha y del respeto mutuo.
TraducciĆ³n del francĆ©s de Aloma RodrĆguez.
Publicado originalmente en Le Monde.
Firmantes: Farid Abdelkrim, escritor y actor; Mohamed Bajrafil, islamĆ³logo y ensayista; Sadek Beloucif, presidente de la asociaciĆ³n El islam en el siglo XXI; Chems-eddine Hafiz, rector de la Gran Mezquita de ParĆs; Eva Janadin, delegada general de El islam en el siglo XXI; Hakim El Karoui, fundador de la AsociaciĆ³n musulmana para el islam en Francia; Khaldoun Nabwani, filĆ³sofo; Tareq Oubrou, gran imĆ”n de Burdeos; Hachem Saleh, escritor; Youssef Seddik, filĆ³sofo, antropĆ³logo de textos sagrados.