Diez reflexiones sobre la comunicación en las campañas de 2015

Saturación, aburrimimento y mensajes poco claros. ¿Qué nos dejaron las campañas electorales de 2015?
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1) El modelo de acceso a medios saturó la radio y la televisión de anuncios. Se logró darle voz a más candidatos y partidos, pero al costo de llenar los espacios con muchos anuncios cortos. Esto significó no solo saturar a la audiencia, sino transmitir un mensaje poco claro y que terminó por generar indiferencia. Para la gente “todos los anuncios de todos los políticos dicen lo mismo”. No hubo un discurso diferenciador de algún partido que marcara agenda de debate.

2) La neutralización de la indignación. Las campañas federales fueron un día de campo para el PRI y el gobierno. No hubo un partido de oposición que tomara la bandera de echar abajo, o al menos revisar a fondo, alguna de las reformas (eso, aparentemente, es trabajo de la CNTE). Tampoco se canalizó la indignación que se vivía a finales de 2014. Los tres temas que podían dañar más al PRI: violencia, corrupción y economía/impuestos fueron tratados de manera muy descafeinada por el PAN. Difícil entender por qué tanta amabilidad con el adversario.

3) El cuestionable equilibrio PRI-PAN. Los dos partidos más competitivos se enfrascaron en una lucha sui generis. Cada anuncio del PAN fue respondido rápidamente con otro del PRI acusándolos de lo mismo, neutralizando el efecto. Gracias a la blandura de su oposición, el PRI se dio el lujo de hacer una campaña que, en vez de defender a un gobierno que está contra las cuerdas, se la pasó culpando al gobierno del PAN (que terminó hace tres años) de los problemas del país. Y el PAN hizo una campaña de oposición que parecía de país nórdico que va de maravilla y al que simplemente le hace falta un ajustito en la composición del parlamento para aprobar unas leyes progre.

4) La seguridad, el tema ausente. En las campañas federales el tema de la seguridad no estuvo presente como eje del debate. Parece que todos los políticos están de acuerdo en algo: es un tema tan complejo que mejor hay que darle la vuelta. Pero la realidad sigue ahí, la gente sigue sufriendo y muriendo, y hay que preguntarse como sociedad si no llegó la hora de dejar de fingir que no pasa nada. Vamos de crisis en crisis y no estamos generando un dialogo o un debate público de qué vamos a hacer con la violencia y la inseguridad.

5) El lenguaje no mejora. Millones de pesos se gastan en la producción de spots. Todos los candidatos buscan transmitir su mensaje, pero el lenguaje sigue siendo lejano, técnico, político y rebuscado en la mayoría de los casos. ¿Por qué les cuesta tanto a los candidatos hablar bien y hablar claro? ¿Por qué estamos dejando que la mediocridad se imponga en la política?

6) ¿Alguien sabe qué proponen? En teoría, las propuestas deberían ser un instrumento para que los candidatos articulen su oferta política. Pero la mayoría de los candidatos y partidos optaron por campañas de contraste y cancioncitas y bailes absurdos. Como lo he dicho en esta bitácora, candidato que solo es propuesta es como un pastel insípido sin cubierta dulce. Y candidato que solo es personalidad es como un montón de merengue empalagoso sin pastel.

7) El éxito del PVEM. ¿Cómo calificar al partido que más polémica generó, más adjetivos negativos recibió, más ríos de tinta corrieron para denostarlo y que, sin embargo, no bajó demasiado en las preferencias electorales? Lo peor fue ver cómo muchos opinadores y activistas se instalan en la superioridad moral y, desde ese pedestal,  dicen que detestan al Verde y, al mismo tiempo, aseguran que no van a ir a votar o van a anular su voto. Dado que el INE no lo va a desaparecer, la única manera de reducir y acotar a este partido sería votar por su oposición.

8) Quisiera vivir en un estado. Al contrario de las campañas federales, las estatales estuvieron muchísimo más emocionantes. La fuerte competencia en Nuevo León, con el ascenso de “El Bronco”, el giro en las preferencias en San Luis Potosí y Colima, la lucha a muerte en Sonora, todo eso tuvo más drama y sabor que lo que vimos en las campañas federales y a jefes delegacionales en la capital del país. El mejor comunicador de esas campañas fue, a mi parecer, “El Bronco”, cuyo lenguaje, imagen y discurso conectaron fuertemente con un electorado enojado con el bipartidismo. Un buen uso de redes sociales y voluntarios animados en las calles generaron entusiasmo en el electorado más joven, que busca al candidato “rebelde” o “antisistema”. Pero, a diferencia de López Obrador, “El Bronco” sí supo tender puentes de entendimiento con la élite nuevoleonesa, lo cual lo está llevando a las puertas del palacio de gobierno. 

9) Sonora y Querétaro y los excesos de las campañas negras. La sobrerregulación siempre genera mercados negros. La sobrerregulación electoral que prohíbe la propaganda negativa generó un mercado de propaganda sucia en las redes sociales dirigida a desprestigiar a los oponentes. En países como EUA donde las campañas no están tan reguladas, se hace uso de estas armas con más estrategia. Aquí se hizo uso indiscriminado de ellas, dado que son ilegales y por lo tanto anónimas. Los medios tradicionales se han prestado a ellas, y parece que no hay costo para nadie, pero el lodazal en el que se metieron los candidatos termina siendo malo para la democracia.

10) Michoacán y Guerrero, lo inexplicable. ¿Cómo explicar que el PRI siga siendo competitivo en Michoacán y el PRD en Guerrero? ¿Cómo explicar que estas dos elecciones no se hayan convertido en referéndums sobre el tema de la violencia, la inseguridad, la delincuencia organizada? ¿Por qué los spots de los candidatos hablan de la situación del crimen en Michoacán como si simplemente tuviera una plaga de carteristas como Paris? Es difícil entender cómo la oposición no logró construir un discurso que movilizara al electorado en torno a ese tema de manera más contundente.

 

 

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Especialista en discurso político y manejo de crisis.


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