El problema del privilegio

Convencer a alguien de que cambie de opiniรณn es difรญcil, pero hay datos que prueban que no es imposible.
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Conseguir que alguien cambie de opiniรณn siempre es muy difรญcil. Nuestro cerebro tiene varias maneras de ocultar u obviar lo que contradice nuestros prejuicios o ideas. La disonancia cognitiva, โ€œel estado de malestar mental que uno siente cuando tiene dos creencias contradictorias al mismo tiempoโ€, explica muchas posturas ideolรณgicas o morales radicales. Ante la tensiรณn entre esas dos ideas, uno busca cierta coherencia generando opiniones, en muchas ocasiones falsas, que le ayuden a eliminar la ambigรผedad. Esto no significa que sea imposible convencer a alguien.

En un artรญculo en Aeon, la periodista Suzanne Cope escribe que el cerebro adulto es mucho mรกs plรกstico de lo que pensรกbamos, y que es posible que uno reconozca sus disonancias cognitivas y cambie percepciones muy asentadas. Cope ofrece evidencia empรญrica de algo relativamente sencillo y con lo que podrรญamos estar de acuerdo intuitivamente: โ€œMostrar la humanidad e incluso el parecido con grupos marginados, por ejemplo, puede contradecir nuestras cosmovisiones establecidas. Confrontar visiones de la realidad puede ayudar a cualquiera a ver el mundo a travรฉs de otros ojos.โ€ El contacto con otra etnia o cultura consigue que algo abstracto se convierta en real. Es importante ver al otro, y mejor si es โ€œfรญsicamenteโ€.

El discurso del โ€œprivilegioโ€, muy comรบn en la izquierda contemporรกnea, intenta resolver las disonancias cognitivas de grupos aparentemente privilegiados. No solo se centra en el oprimido, sino en el opresor, en sus pautas de comportamiento, en todo aquello que hace desde una determinada postura superior y que perpetรบa desigualdades. En un artรญculo en The Walrus, la escritora Phoebe Maltz Bovy, autora de The Perils of โ€œPrivilegeโ€ escribe que el concepto del privilegio es muy รบtil sociolรณgicamente, pero que se ha convertido rรกpidamente en una manera de seรฑalar, en vez de convencer. El objetivo de pedirle a alguien que โ€œcuestione su privilegioโ€ (Check your privilege) tendrรญa que ser convencerle de que existen esos privilegios y que deberรญa tenerlos en cuenta. Pero la acusaciรณn normalmente no hace mรกs que estigmatizar, y raramente es efectiva.

Las personas que mรกs inspiran una acusaciรณn de โ€œcuestiona tu privilegioโ€ son los blancos antirracistas o los hombres feministas. No es que los fanรกticos evidentes no sean acusados, pero cuando lo son resulta inรบtil […] Todavรญa no entiendo de quรฉ manera la conciencia del privilegio consigue inspirar el deseo de acabar con รฉl. Hace tiempo, cuando las รฉlites sabรญan exactamente quiรฉnes eran, ยฟestaban mรกs a favor de redistribuir su riqueza?

Si los datos nos dicen que es posible cambiar de opiniรณn, y que la empatรญa es una fuerza muy potente, la estigmatizaciรณn, la idea de que no hay que hablar con los privilegiados a no ser que sea para seรฑalarlos solo puede responder a un deseo de tener razรณn o de buscar reafirmaciรณn tribal (con los progresistas urbanos de tu entorno), mรกs que al deseo de realmente cambiar actitudes.

Por ejemplo, en vez de decirle a alguien que estรก siendo un imbรฉcil con la camarera, tienes que acusarle de que probablemente nunca ha trabajado en la hostelerรญa. He visto pocos datos de que esto realmente funcione. Y hay investigaciones sobre ello. David DeSteno, profesor de psicologรญa de la Universidad Northeastern, presentรณ un estudio en The New York Times y concluyรณ que โ€œvivir con dificultades no te ablanda el corazรณn ni te lo endurece; hace las dos cosasโ€. La experiencia vital tiene un impacto en la empatรญa, pero no es directo ni simple. No siempre la insensibilidad proviene de una falta de experiencia personal.

Es obvio que vivir en una burbuja te puede hacer insensible a mundos diferentes al tuyo. Pero en muchas ocasiones atacamos a los que mรกs fรกcilmente podemos convencer. La dignidad y la justicia social se quedan en valores vacรญos si no se relacionan con la realidad y buscan cambiarla. Esto no significa justificar o intentar comprender actitudes racistas, homรณfobas, sexistas, sino buscar la mejor manera de erradicarlas. El discurso de la diferencia, fomentado por las polรญticas identitarias, fomenta el reconocimiento y la experiencia individual por encima de la verdad y la ciencia. Habrรญa que preguntarse quรฉ es lo que queremos: ยฟun mundo sin racismo o un mundo en el que los racistas estรกn bien identificados como tales, marcados y estigmatizados?

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Ricardo Dudda (Madrid, 1992) es periodista y miembro de la redacciรณn de Letras Libres. Es autor de 'Mi padre alemรกn' (Libros del Asteroide, 2023).


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