La salud moral de una repĂșblica no se mide por la lealtad de un hombre de partido a su partido. La salud moral de una repĂșblica se mide por la lealtad de un hombre a la libertad y la verdad, asĂ sea a costa de su partido.
Llegado el tiempo, pasados los años, nadie recordarĂĄ salvo con vergĂŒenza a ninguno de los 52 senadores que, traicionando la esencia constitucional de su patria, prefirieron doblar la cerviz frente al CalĂgula de la Casa Blanca antes que estar a la altura de la verdad, solo la verdad, nada mĂĄs que la verdad, por la que juraron. El Dios que tanto invocan no los ayudarĂĄ.
Llegado el tiempo, pasados los años, los libros de historia (o la forma que adopte la memoria) recordarån al solitario senador Mitt Romney, quien tuvo el valor de votar por la libertad y la verdad, y contra el déspota.
En inglĂ©s hay una fĂłrmula intraducible para referirse a un acto que trasciende la historia: âfor the agesâ.
El centro de su mensaje fue el siguiente: “Si ignorara la evidencia que se ha presentado e hiciera caso omiso de lo que mi juramento y la ConstituciĂłn me exigen, en aras de un fin partidista, me temo que expondrĂa mi entereza a la reprensiĂłn de la historia y la censura de mi propia conciencia.â
En otra era futura, cuando de esta era oscura no quede mĂĄs estela que la ignominia, esas palabras de Romney resonarĂĄn.
ÂżLlegarĂĄ alguna vez, en este sexenio, un Romney mexicano?
Historiador, ensayista y editor mexicano, director de Letras Libres y de Editorial ClĂo.