Hay 85 millones de mexicanos en la lista nominal, de los cuales 30 millones son jóvenes de entre 18 y 35 años. Por su peso demográfico, estos jóvenes pueden decidir el rumbo de la elección. No obstante, el nivel de abstencionismo en este grupo es superior al 40%. En el 2012, solo uno de cada dos jóvenes entre 20 y 29 años fue a votar. Ante este panorama, han surgido iniciativas para fomentar la participación de ese sector.
Greta Ríos es directora de Ollin, Jóvenes en Movimiento, A.C., una organización que diseña estrategias para incentivar el voto entre los jóvenes. Platicamos con ella sobre la importancia de la participación juvenil y las propuestas de los candidatos enfocadas hacia los jóvenes.
¿Cuál es el perfil de los jóvenes abstencionistas y por qué no votan?
Hay un sentimiento general de desencanto y falta de confianza en las instituciones y los políticos. Los jóvenes de clase media de 20 a 29 años son los que menos votan. La mayoría ya concluyeron sus estudios y tienen un trabajo estable, entonces les da igual quién gane la elección. Nuestro objetivo es llegar a esos jóvenes que piensan que votar es una pérdida de tiempo y que consumen contenidos en redes sociales y plataformas digitales para que, a través de campañas con influencers, se enteren de las elecciones y participen.
¿Por qué los jóvenes que votan por primera vez muestran un entusiasmo que no está presente en los jóvenes mayores de 20 años y que votarán por segunda o tercera ocasión?
Gran parte de por qué los jóvenes no votan en una segunda ocasión es por desinformación. Cuando votan por primera vez y no gana su candidato, o gana pero no cumple con lo que prometió en campaña, hay una sensación de que se trata de una simulación y que votar no sirve para nada. Nos parece, como millennials, que si el cambio no es inmediato entonces no hay cambio. Hay que entender que los procesos políticos llevan tiempo y saber más cómo funcionan. Por ejemplo, si un candidato a diputado federal promete construir una escuela, está prometiendo algo que no va a cumplir porque no está en sus funciones, y si lo cumple es porque hizo algo que no está bien. En cambio, tendría que hablar acerca de marco jurídico y legislación. Como sociedad tenemos un entendimiento muy básico del funcionamiento del sistema político y eso provoca nuestro desencanto, porque estamos esperando algo, y si el sistema no nos lo da pensamos que nos falló. Pero no, en primer lugar el sistema no podía darnos eso. Ser mucho más críticos nos ayudaría a tener menos desencanto.
¿Qué acciones han emprendido desde Ollin, Jóvenes en Movimiento, A.C. para fomentar el voto entre los jóvenes?
En Ollin impulsamos la iniciativa Plan joven por la democracia, cuya finalidad es fortalecer nuestro sistema democrático para que sí sea un sistema representativo a través de la participación activa de los 30 millones de jóvenes. Teniendo en cuenta las cifras de abstencionismo, decidimos crear una campaña en varias fases para exhortar a los jóvenes a ejercer su derecho al voto de manera informada y responsable.
“Me gusta que votes” es la campaña de promoción del voto juvenil más grande en el país. Por un lado es un sitio web donde está concentrada toda la información necesaria para votar: requisitos para tramitar la credencial de elector, ubicación y horario de la casilla, cargos a elegir, funciones de los representantes de casilla, información de los candidatos presidenciales. Y por otra parte es una activación con influencers que invitan al voto a través de sus perfiles. A diferencia de otras campañas de fomento al voto, esta es una campaña positiva que no criminaliza por no votar, sino que recuerda a los jóvenes que tienen una oportunidad única para elegir a su próximo gobierno y que no hay que desperdiciarla.
“Me gusta que votes” tiene como propósito invitar a los jóvenes a que se involucren y tomen la democracia en sus manos. Sabemos que hay muchas cosas que no nos gustan y que pueden mejorar en nuestro país. La forma más inmediata que tenemos para cambiarlas es ir a votar. Después del 2 de julio, este proyecto dará seguimiento de los candidatos que resulten electos, para dar a conocer los mecanismos que los ciudadanos tenemos para comunicarnos con nuestros representantes y exigirles que cumplan lo que prometieron en campaña.
El movimiento March of our lives fue una muestra de la activa participación de la juventud estadounidense en temas públicos. Pero en nuestro país, desde el #YoSoy132 y las protestas por la desaparición de estudiantes en Ayotzinapa, no hemos visto a los jóvenes tomar las calles para manifestar su inconformidad. Parece que el activismo se ha llevado a las redes sociales. ¿Qué consecuencias tiene este modo de participar en la vida democrática?
Las movilizaciones ya no se dan en la calle y eso es un arma de dos filos. Marchar es un derecho, es ejercer la libertad de expresión, pero es muy fácil que alguien tenga un interés especial y manipule a la masa. Por otro lado, no todo mundo puede salir del trabajo para marchar, entonces que la arena pública se esté moviendo hacia las redes sociales es una gran oportunidad porque la conversación se da en tiempo real y es más incluyente. Este es un buen momento para que la sociedad civil exija y dialogue con sus representantes, pero también para que los políticos volteen y escuchen. Sin embargo, es un poco peligroso porque se puede caer en el conformismo y pensar: “ya tuiteé, ya fui ciberactivista” y creer que eso es suficiente. Es el mismo fenómeno que ocurre al acudir a una marcha a gritar una consigna y al día siguiente olvidarse del tema. El participar en redes o acudir a marchas no significa que vas a votar o que vas a darle seguimiento al asunto. Nuestra actividad en redes sociales no sustituye la interacción y la implicación en el mundo real.
¿Cómo combatir las noticias falsas que se comparten a través de redes sociales?
Es uno de los grandes retos de esta época. Nunca antes habíamos tenido tanta responsabilidad como miembros de la opinión pública de verificar y de estar 100% seguros de lo que estamos compartiendo en redes. Todos debemos hacer un uso más responsable de estar herramientas, analizar la fuente, contrastar artículos y opiniones. Lo que se publica en redes no necesariamente corresponde a la realidad. Nosotros, como ciudadanos informados, tenemos la responsabilidad de no esparcir rumores, compartir lo que sí venga de fuentes confiables e ignorar lo demás.
De acuerdo con una encuesta publicada por Twitter hace unas semanas, 7 de cada 10 jóvenes aún no han definido su voto. ¿Qué temas podrían definir sus votos?
El no saber todavía por quién votar es un fenómeno bastante común en estas elecciones. Pero es algo positivo porque significa que hay una preocupación por conocer a los candidatos. Los debates serán definitivos. El tema crucial de esta elección es la transparencia presupuestal y es algo sobre lo que todos los candidatos tendrán que rendir cuentas.
¿Cómo lograr que haya una mayor conciencia acerca de la participación política y que no sea algo que ocurra cada seis años? ¿Por qué es importante que esta vaya más allá de las urnas?
Todos los mexicanos estamos hartos del sistema y creemos que todos los políticos son corruptos y que nadie nos representa, pero hablamos de esto cada seis años. En Ollin, a lo que le estamos apostando es a tener una ciudadanía activa, esto significa darle acompañamiento a nuestros gobernantes y entender que el gobierno somos nosotros, no es una entidad aparte ni inaccesible. La manera más básica de involucrarse en los asuntos políticos es mediante el comité vecinal, preguntarnos ¿qué pasa en mi colonia?
El modelo de Estado-sociedad ya no es actual, cada vez buscamos más mecanismos de interacción entre la sociedad civil y el gobierno. Si seguimos pensando que el gobierno va a gobernar por nosotros y que no tenemos que ocuparnos de eso estamos mal, caemos en una falsa premisa. La ciudadanía tiene que entender que el momento para cambiarlo es ahorita y es una labor conjunta, se puede hacer desde la sociedad civil o como político, y no necesariamente desde un partido. En las generaciones anteriores no había un interés, pero esta generación se distingue por ser de causas y de cambio, y no puede conformarse con votar por un representante y que cada quien haga su trabajo. La participación es necesaria.
Hasta el momento, ¿cuál es el panorama de las políticas para jóvenes que están proponiendo los candidatos?
No hemos visto en la agenda pública de ningún candidato presidencial ni a la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México alguna propuesta atractiva para la juventud. Eso es bueno y malo porque usualmente las propuestas para los jóvenes son sumamente demagógicas –tarjetas para que no paguen el transporte público, becas– y no propuestas de cambio sistémico que generen desarrollo en México. Por lo que es un área de oportunidad para todos los candidatos. Lo que deseamos ver son propuestas que nos lleven a tener un proyecto de nación a largo plazo y no un plan sexenal. Queremos que aborden temas que te afectan sin importar si eres joven o no, como los derechos humanos y la seguridad. Tampoco hemos visto mucha participación de los cuadros juveniles de los partidos políticos. Nos encantaría ver un vocero joven o a coordinadores de campaña jóvenes. La clase política tiene como responsabilidad encontrar los canales de comunicación para entender a nuestra generación como actores protagónicos de este cambio que queremos, puesto que ya no queremos ser el que le baila al candidato o el que reparte las camisetas. Se trata de escuchar, de dialogar y de entender qué cosas mueven a los jóvenes, y entender que es un grupo diverso que abarca desde los 18 hasta los 35, todos con preocupaciones diferentes. A los candidatos les urge incorporar una estrategia integral de juventud. El que logre subir de manera efectiva la agenda juvenil y a los jóvenes que están haciendo política a su plataforma se va a llevar esos más de 25 millones de votos.
estudió literatura latinoamericana en la Universidad Iberoamericana, es editora y swiftie.