De un tiempo a esta parte, una sensaciĆ³n se repite al leer algunos de los frecuentes escritos de Manuel Arias Maldonado: la de haber andado a tientas, buscando algo que intuĆa a medias, y que de repente llegara Ć©l y encendiera la luz. Esa capacidad, la de arrojar luz sobre algunas de las cuestiones mĆ”s apasionantes de nuestro tiempo sin rehuir su complejidad, hace de este profesor de ciencia polĆtica un autor siempre interesante para entender el cambiante mundo en el que nos desenvolvemos. En esta ocasiĆ³n es el turno de uno de los debates contemporĆ”neos que mĆ”s titulares genera y mĆ”s pasiones levanta, las relaciones entre los sexos, sobre el que Arias Maldonado acaba de publicar (Fe)Male Gaze. El contrato sexual en el siglo XXI (Nuevos Cuadernos Anagrama, 2019).
En octubre de 2017 eclosionĆ³ el movimiento #MeToo a partir de casos como el de Harvey Weinstein, provocando un debate sin precedentes sobre el acoso y el abuso sexual que enseguida saltĆ³ del cine a otros Ć”mbitos y sectores. La denuncia de la agresividad sexual masculina ha generado una discusiĆ³n sobre lo que es (o no) aceptable en las relaciones sexuales entre hombres y mujeres que representarĆa āla primera guerra cultural globalā. En la expansiĆ³n de esta controversia han tenido un papel nuclear las redes sociales, y tambiĆ©n el lugar preponderante de la identidad en la agenda polĆtica posmoderna. La reacciĆ³n ha provocado su contrarreacciĆ³n, llevĆ”ndose por delante carreras profesionales y reputaciones personales. La quiebra de una espiral del silencio, paradĆ³jicamente, ha generado una nueva, y exageraciones y contradicciones se han puesto de manifiesto, pues āque el movimiento #MeToo tenga sus razones no significa que siempre tenga razĆ³nā.
āNadie defiende la permisibilidad de la violaciĆ³n ni del acoso sexual, sino que discutimos sobre la definiciĆ³n de algunos de esos tĆ©rminos y sobre los lĆmites de lo aceptable en un terreno cenagoso donde los hayaā. Es en ese terreno donde Arias Maldonado va a centrar su interĆ©s, planteando una serie de preguntas de difĆcil respuesta: dĆ³nde estĆ” el lĆmite entre el acoso y la seducciĆ³n, quĆ© conductas son āinapropiadasā y quiĆ©n lo decide, si son regulables las relaciones sexuales para evitar malentendidos o en quĆ© lugar quedarĆa el deseo. Se mezclan en este debate ingredientes tribales e ideolĆ³gicos, con otros personalĆsimos y biogrĆ”ficos; la organizaciĆ³n social con los afectos, el instinto reproductivo con la libertad individual, los proyectos vitales a largo plazo con la punzante inmediatez del deseo. Pero ĀæquĆ© deseo?, Āæson iguales el deseo masculino y el femenino? Y, en caso de que no lo sean, Āæa quĆ© obedecen estas diferencias?
En un momento que se caracteriza sobre todo por la confusiĆ³n en torno a las interacciones sexuales, ĀæhabrĆa que explicitar esas reglas no escritas que rigen el juego erĆ³tico? AsĆ parece demandarlo parte del feminismo, que reclama ademĆ”s la introducciĆ³n de nuevas normas, pues las actuales reflejarĆan esa mirada masculina que sigue sometiendo a la mujer. El autor introduce aquĆ la cuestiĆ³n del poder y su desigual distribuciĆ³n en el terreno erĆ³tico: Āælo ostenta el varĆ³n, como denuncia cierta crĆtica, o en realidad quien ācedeā decide, como parece defender Catherine Millet, una de las autoras del contramanifiesto francĆ©s del #MeToo? Asunto distinto es el poder que poseen algunos individuos como factor que incrementa su capital erĆ³tico, pero tambiĆ©n el capital erĆ³tico como factor que incrementa el ascendente social de quien lo posee, sea hombre o mujer, y la consiguiente existencia de ādesposeĆdosā sexuales āahĆ tenemos el siniestro ejemplo de los incelsā. No estĆ” claro si los āhombres monstruososā, en expresiĆ³n acuƱada por la periodista Claire Dederer, lo son por su condiciĆ³n de poderosos o si lo son, simplemente, por ser hombres: y es que parece que es la forma que adopta el impulso sexual masculino en sĆ mismo lo que genera rechazo en una parte de la crĆtica feminista.
El fundamento cultural o innato de estas āaparentesā diferencias entre la conducta y el deseo de hombres y mujeres va a vertebrar buena parte del ensayo; aunque hoy apenas hay defensores de un planteamiento puramente biolĆ³gico, sĆ los hay de uno construccionista: todo serĆa maleable por la cultura. Para este punto de vista, la apelaciĆ³n a la biologĆa serĆa āel Ćŗltimo refugio del patriarcadoā, y quienes lo utilizan como argumento justificarĆan de algĆŗn modo la mayor agresividad masculina. Se confunden en este enfoque, y en otros momentos de este debate, el plano descriptivo (cĆ³mo es la realidad) con el prescriptivo (cĆ³mo deberĆa ser). Una tercera perspectiva, mĆ”s razonable, tendrĆa un carĆ”cter dialĆ©ctico, pues las diferencias biolĆ³gicas interactuarĆan con la socializaciĆ³n y la cultura: āEl papel de la animalidad no puede ser ignorado, pero su relativa maleabilidad tambiĆ©n es evidenteā.
Arias Maldonado se pregunta, finalmente, por el futuro de las relaciones entre los hombres y mujeres; Āæpodemos aspirar a que sea un futuro comĆŗn y liberador para ambos sexos? En una coyuntura marcada por una creciente polarizaciĆ³n, que desprecia matices y posiciones intermedias, es necesario que se alcen voces que ofrezcan alternativas a la guerra de sexos. Frente a una posible āhipersensibilizaciĆ³n de las relaciones entre hombres y mujeres que desemboque en una enemistad recelosa impulsada por la sospecha recĆprocaā, el autor apuesta por un nuevo rĆ©gimen sexual basado en una combinaciĆ³n de autoconciencia e ironĆa en hombres y mujeres, en que se āexcluya toda coerciĆ³n, pero tambiĆ©n todo moralismoā.
Con este ensayo, el autor se interna en unas aguas mĆ”s que procelosas: el discurso imperante favorece unas posturas y penaliza cualquier cuestionamiento de esos postulados, por muy razonable y fundamentado que este sea. Arias Maldonado aborda este reto de forma sĆ³lida y hĆ”bil: entre las muchĆsimas referencias que maneja a lo largo del texto, las sociĆ³logas, filĆ³sofas, periodistas, antropĆ³logas, etc., son mucho mĆ”s numerosas que los autores masculinos. Se blinda asĆ, quizĆ” inconscientemente, ante una posible āaunque injustificadaā acusaciĆ³n de mansplaining por parte de cierto sector previsible. En este estimulante recorrido el cine y otros Ć”mbitos de la cultura popular brindan asimismo numerosos ejemplos y referentes: de las heroĆnas de la screwball comedy a letras de Sonic Youth.
(Fe)Male Gaze presenta un esbozo completo, valiente e ilustrado de un panorama complejo en un espacio reducido; quizĆ” es esta virtud, al mismo tiempo, la Ćŗnica pega que se le puede poner: el tema da de sĆ y pide extenderse mĆ”s. Se hace corto, sensaciĆ³n a la que sin duda contribuye la brillante prosa del malagueƱo, que construye un texto claro y vibrante que ilumina un debate dominado, demasiado a menudo, por el oscurantismo.
Tani ViciĆ©n (Barcelona, 1978) es filĆ³loga, editora y correctora