España inventa gracias al progrés

Perseguir delitos constituye un gasto de dinero público que podemos dedicar a cosas más útiles como la contratación de asesores y el hostigamiento legal a gente que rompe muñecos en Nochevieja.
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El ministro de Transportes Óscar Puente ha defendido la amnistía con el argumento de que permite ahorrar recursos a la justicia. Tiene razón. Perseguir delitos constituye un gasto de dinero público que podemos dedicar a cosas más útiles como la contratación de asesores y el hostigamiento legal a gente que rompe muñecos en Nochevieja. Sobre todo, hay que ahorrar y por eso debe haber un ministerio de cultura por un lado y por otro una oficina de cultura en Moncloa: un heresiarca de Uqbar declaró que los espejos y la cópula son abominables porque multiplican a los hombres, pero no dijo nada de las direcciones generales. Además, hablar de crímenes genera sensación de inseguridad, como cuando se habla de piojos y te empieza a picar la cabeza. Evidentemente, se podría combatir algún delito de vez en cuando, pero, como se decía en los noventa, hay que priorizar. No es tan fácil saber qué conviene dejar de lado, pero es indudable que debemos inhibirnos frente a algunos: por ejemplo, los que hayan podido cometer los aliados del gobierno. Lo exige el uso responsable de los fondos públicos; en esos casos hay que mostrar contundencia cero, como diría Pilar Alegría si esta vez dijera lo que pretendía decir. Hemos de ser ambiciosos: como ha escrito Miguel Ángel Aguilar, la amnistía debe cubrir hasta 1714. Y eso tirando por lo bajo: mi opinión es que debe llegar hasta un tiempo indeterminado en el futuro. En otras cuestiones la política española es mediocre, repetitiva y autorreferencia: decir que en Aragón no se hablan el catalán o el aragonés, como hacen PP y Vox, tiene mérito pero no deja de ser una negación de la realidad, mientras que la amnistía genera un impulso realmente transformador, con un delicioso aire vintage de la edad media. Que los delincuentes redacten la ley que les favorece, que pidan garantías de antemano de que la justicia nunca les va a alcanzar y que se legisle para esquivar la actuación de un juez particular son componentes claramente innovadores. El preclaro ministro Puente ha señalado también otra virtud de esta iniciativa: el ahorro. Aquí nos recuerda que la socialdemocracia no está reñida con la responsabilidad fiscal. Si la aventura prospera, no se tratará de una homologación con Europa sino de un avance, un ejemplo de creatividad del que podrán aprender nuestros vecinos y que compensará la incomodidad de perdonar delitos de terrorismo o coqueterías con un asesino como Putin. Gracias al gobierno del progrés se habrá terminado el que inventen ellos: ahí estaremos nosotros marcando el paso. @gascondaniel 

Publicado originalmente en El Periódico de Aragón.

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