La indiferencia de los movimientos e individualidades feministas respecto a una lucha popular de base liderada por mujeres, como la que se lleva a cabo en Venezuela, habla de los lรญmites ideolรณgicos del feminismo con mรกs presencia y resonancia. Soy feminista y sรฉ perfectamente que la solidaridad automรกtica no define a un movimiento emancipador por demรกs tan diverso; Marta Lamas dirรญa que un feminismo basado en esta premisa serรญa โmujeristaโ (un equivalente a machismo pero entre activistas), en lo cual coincido plenamente. Lo que cuesta entender es la insensibilidad ante la extrema violencia de gรฉnero en mi paรญs y el sufrimiento de las mujeres pobres que solo tienen a su familia como bien.
Una de las razones de la indiferencia es que las feministas de las democracias liberales pueden radicalizarse de un modo imposible para las que vivimos en sociedades muy autoritarias. Para oponerse al poder sin alternabilidad ni instituciones hace falta una gran amplitud de miras y alianzas entre sectores muy diversos. La Plataforma de la Unidad Democrรกtica abarca partidos y movimientos de muy distinto signo polรญtico, entre ellos el marxista-leninista Bandera Roja y el socialcristiano COPEI; ambos llamaron a votar por Edmundo Gonzรกlez Urrutia, cuya clamorosa victoria ha sido arrebatada de modo absolutamente fraudulento.
Es muy fรกcil despachar a las feministas venezolanas como โliberalesโ, โblancasโ, โfalsas feministasโ e, incluso, tildarnos de antifeministas porque nos oponemos a un gobierno de izquierdas sin derechos LGBTQ ni aborto, mucho mรกs parecido a los gobiernos comunistas de la primera mitad del siglo XX que a las sociedades en las que se admiten estas reivindicaciones. En mi caso personal, formo parte de la historia del movimiento LGBTQ venezolano, asรญ que lo de antifeminista y conservadora no me va en lo absoluto, pero por supuesto que hay mujeres que no se definen como feministas dentro de nuestro movimiento. ยฟAcaso todas las mujeres que votaron por Claudia Sheimbaun, Dilma Rousseff, Michelle Bachellet y Cristina Fernรกndez son feministas de paรฑuelo verde?
Marรญa Corina Machado es una lideresa no tutelada por polรญtico poderoso alguno de gรฉnero masculino. Se define como liberal de centro: propiedad privada, derechos humanos, derechos individuales (matrimonio igualitario incluido) y polรญticas pรบblicas para la erradicaciรณn de la pobreza. ยฟAcaso Bachelet, Rousseff, Sheimbaum o Fernรกndez han clamado por la eliminaciรณn de la propiedad privada y han impugnado los derechos humanos por ser una futilidad burguesa? ยฟCuรกl es el problema entonces de que Machado no sea socialista? Sรฉ que feministas muy radicales afirman que una mujer con carrera empresarial como Machado debe causar rechazo, pero, por fortuna, aquellas compaรฑeras con agencia polรญtica y que lidian con graves problemas colectivos entienden que las empresarias forman parte de las sociedades diversas y democrรกticas. ยฟQuiรฉn es preferible, Machado, con veinte aรฑos dedicada a la polรญtica, o Rosario Murillo, la dictadora consorte de Nicaragua? Promover el emprendimiento no equivale a las violaciones atroces de los derechos humanos de las que es cรณmplice la nicaragรผense.
Nadie apostaba un centavo por Machado, hasta que el gobierno de Nicolรกs Maduro se dio cuenta de que el liderazgo de esta mujer habรญa enterrado el de Hugo Chรกvez. Hasta estas elecciones, el ventajismo grosero de la Revoluciรณn bolivariana lograba compensar el desgaste del capital electoral que tuvo el difunto. El presidencialismo extremo del chavismo-madurismo podรญa admitir derrotas parlamentarias como las del 2015, jamรกs una victoria presidencial opositora. Subestimรณ a Machado y la llamรณ loca, histรฉrica, diabรณlica, bruja, imperialista, clasista, racista. Ahora ella tiene que resguardarse porque la dictadura va en pos suya.
ยฟCรณmo logrรณ Machado este liderazgo?
Los recorridos por el paรญs bajo constantes amenazas e inconvenientes le dieron una aire de invencibilidad del que carecรญan los liderazgo masculinos, demasiado prudentes frente a un Estado que ha empujado a Venezuela a la peor catรกstrofe de su historia republicana. Machado encarnรณ la esperanza popular de una sociedad sumida en el desaliento, la pobreza y una ausencia de futuro que no forma parte de la experiencia de vida de las compaรฑeras feministas con educaciรณn universitaria de las democracias liberales, con todo respeto. El mensaje de Machado resultรณ de una gran contundencia: reunificar a las familias. ยฟSuena de ultraderecha? Si la familia es de ultraderecha, entonces las feministas debemos tirar la toalla porque el mundo popular es de ultraderecha.
No tiene nada de malo que se hable de las mujeres en tรฉrminos de madres en un contexto preciso de desplazamiento forzado; al fin y al cabo, las madres de la Plaza de Mayo han sido reivindicadas por la izquierda. Machado constituye un ejemplo de una mujer que no se define exclusivamente por ser madre, obviamente, sino por su liderazgo movilizador de los valores democrรกticos. Si se adorna con rosarios es porque se los regalan en sus recorridos como forma de protecciรณn; si hay gente que reza en las protestas es porque tiene miedo, no porque sean fascistas. No comparto estas creencias pues soy atea y deploro que Hugo Chรกvez haya mezclado la religiรณn con la polรญtica hasta el punto de erosionar el sano laicismo nacional, pero si tantas feministas han defendido a las compaรฑeras islรกmicas, no veo por quรฉ el cristianismo y el culto mariano sean tan graves inconvenientes. El liderazgo opositor no tiene dudas respecto al Estado laico. Quien conozca Mรฉxico sabe que hay una fortรญsima religiosidad popular que convive sin problemas con la divisiรณn entre la iglesia y el Estado, y que millones de mujeres creyentes en la Guadalupe votaron por Morena, cuyo nombre remite, por cierto, a la virgen.
El rol polรญtico de las mujeres de las bases de la sociedad venezolana ha sido ejemplar, la mรกs impresionante manifestaciรณn del poder de las sin poder. Se han organizado para defender el voto con riesgo de asesinato, presidio, violencia sexual y desapariciones. Ya no somos nada mรกs las mujeres de los sectores medios las que nos oponemos de manera mayoritaria; a nosotras nos empobrecieron, tuvimos que emigrar, perdimos los trabajos y dejamos la piel en las calles del paรญs porque pusimos nuestros cuerpos en la lucha pacรญfica, como tambiรฉn tantos varones, sobre todo jรณvenes. Ahora las venezolanas pobres que en otro tiempo votaban por el Partido Socialista Unido de Venezuela se unieron a sus vecinas opositoras, vรญctimas de un Estado inepto y cruel.
Insisto en la figura de Machado por su indudable liderazgo, pero no solo ella estรก al frente de la lucha; tambiรฉn lo estรกn, como indiquรฉ en un texto anterior, Delsa Solรณrzano, Marรญa Beatriz Martรญnez y Adriana Pichardo, coordinadora de Voluntad Popular. Mujeres de todas las edades, condiciones, razas y orientaciones sexuales y de gรฉnero se unen en una lucha democrรกtica que aspira a una mejor sociedad. La investigadora Margarita Lรณpez Maya tiene toda la razรณn al decir que la suerte de la democracia frente a la autocracia se estรก dirimiendo en Venezuela.
Claudia Sheinbaum, la presidenta electa de Mรฉxico, ha declarado que no tiene nada que decir respecto a la peticiรณn de Machado a su futuro gobierno, que no es otra que la defensa de la democracia; tampoco respecto al sufrimiento de las mujeres en Venezuela y su rol activo en la organizaciรณn de la gente de cara a las elecciones. Supongo que parte de la premisa de que sus adversarios polรญticos se han alineado con la oposiciรณn venezolana; la misma premisa de la que parte, supongo, la espaรฑola Irene Montero, la eurodiputada miembro de Podemos, cuadrada con la atroz dictadura venezolana en la misma senda de Juan Carlos Monedero. Ambas deberรญan prestar atenciรณn al cono sur, a las argentinas y chilenas que nos acompaรฑan en esta lucha. Menciรณn especial merecen la argentina Estela de Carlotto, de las Abuelas de Plaza de Mayo, y la chilena Antonia Orellana, ministra de la Mujer y Equidad de Gรฉnero del gobierno del presidente Gabriel Boric, muy consecuente con la causa de la democracia venezolana.
Por รบltimo, no es cierto que las sanciones extranjeras desde 2019 sean las responsables de esta situaciรณn que ha expulsado a la cuarta parte de la poblaciรณn del paรญs fuera de las fronteras: de hecho, obligaron a que Maduro hiciera pequeรฑas reformas para detener la hiperinflaciรณn y el brutal desabastecimiento, entre ellas dolarizar el paรญs, lo que permitiรณ la libre llegada de remesas y el abastecimiento. Por supuesto, la idea es que las sanciones se levanten, pero atribuirles la responsabilidad de la tragedia significa desconocer la realidad de una revoluciรณn que dispuso de una riqueza petrolera nunca vista y la dilapidรณ en corrupciรณn, clientelismo y proyectos fracasados.
Como la falta de imaginaciรณn polรญtica posterior a la caรญda del Muro de Berlรญn sigue imponiรฉndose en la opiniรณn pรบblica, entre las feministas la divisiรณn izquierda-derecha y progresista-conservador sigue interpelando con fuerza. Nuestra lucha no merece el respaldo que tuvieron las feministas provenientes de las dictaduras del cono sur; tampoco el que tienen las mujeres de Gaza o tuvo Dilma Rouseff. Ya las feministas hemos vivido estos dramas en las sucesivas dictaduras de izquierda del siglo XX y las que se han erigido en el siglo XXI. Los feminicidios, el embarazo precoz, el trรกfico de personas, la violencia de gรฉnero, la exclusiรณn educativa, el turismo sexual parecieran menos importantes si la dictadura es de izquierda.
Que Machado se defina como liberal causa confusiรณn porque se confunde con neoliberal o con libertarianismo, aunque no sean lo mismo, de la misma manera que socialdemocracia no equivale al comunismo ni a la mayorรญa de los socialistas les parece Corea del Norte un rรฉgimen polรญtico deseable. En todo caso, detrรกs de las jรณvenes feministas que protestan ardorosamente contra la opresiรณn, arremeten real o simbรณlicamente con los monumentos, experimentan con el erotismo y cuestionan radicalmente la autoridad, estรก la herencia insurrecta del feminismo de estirpe liberal, no solamente la del feminismo socialista y anarquista. Sobre todo, no olvidemos jamรกs a las mujeres pobres que no participan de marchas del 8 de marzo ni colectivas: no hay democracia sin ellas, seguidoras convencidas de Marรญa Corina Machado, quien jamรกs ha ocultado su visiรณn sobre los caminos para reconstruir el paรญs.
Puede que las feministas tengamos visiones distintas sobre cรณmo resolver los problemas econรณmicos y sociales tanto globales como nacionales. Ciertamente, la crisis de la democracia liberal es motivo de polรฉmica entre nosotras, por no hablar de la definiciรณn del sujeto polรญtico del feminismo. No cabe duda de que abundan las disensiones aunque puedan lograrse sorprendentes acuerdos, al estilo de los triunfos obtenidos en el รบltimo siglo. Pero, hay un terreno de encuentro, la democracia.
En ninguna parte del hemisferio se estรก luchando por la libertad y por la vida como lo estamos haciendo nosotras las venezolanas; desde la rebeliรณn de las mujeres en Irรกn no ha habido tantas al mismo tiempo arriesgรกndose por defender una victoria polรญtica; el peligro que corren mis paisanas sometidas a la lรณgica de campo de concentraciรณn del madurismo crece con las horas. Las feministas democrรกticas deberรญan empezar a vernos. ~
Escritora y profesora universitaria venezolana. Su รบltimo libro es Casa Ciudad (cuentos). Reside en la Ciudad de Mรฉxico.