Milenioscuro, CC BY-SA 4.0 , via Wikimedia Commons

Guerra híbrida

Los hechos bélicos ocurridos el 21 de marzo en la frontera entre Colombia y Venezuela, donde coexisten diversos grupos armados y enfrentados entre sí, pueden tener consecuencias difíciles de prever.
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Gracias a mi amigo Leomagno Flores y al grupo de opinión Democracia y Libertad, obtuve una minuciosa información proveniente de la parte civil, sin la cual no hubiera podido escribir lo que sigue.

La calificación de “ guerra híbrida”, acuñada por la OTAN, acaba de asomar cerca del Arauca Vibrador su rostro de violencia y muerte. El fuego cruzado entre guerrilleros colombianos y el ejército venezolano castigó al pequeño pueblo de La Victoria en el estado Apure, obligando a sus habitantes a huir masivamente hacia territorio colombiano. Los bárbaros hechos ocurrieron entre la madrugada del domingo 21 y el martes 23 del mes de marzo. Nadie sabe si se trata de un comienzo o de un final, pregunta ociosa porque de los dos tiene. Cerca de 3 mil desplazados dan una señal de la magnitud del desastre, y también una simple lista de los grupos irregulares de participantes, para descubrir lo más próximo a un “todos contra todos”; solo que el teatro de los acontecimientos es un territorio venezolano y la mayoría de los protagonistas son guerrilleros del país vecino operando en dos frentes.

Apure es el tercer estado más extenso de Venezuela, con 76 mil 500 kilómetros cuadrados. El atractivo de este histórico territorio venezolano se debe a que es el corredor fronterizo más extenso con Colombia y uno de los peor custodiados –si no el peor–, razón por la cual está cruzado de rutas para el trasiego de cocaína de Colombia a Venezuela. Específicamente, la que va de los departamentos colombianos Meta, Vichada y Arauca, con destino al estado Apure, y la que va de los departamentos Guaviare, Meta y Guainía rumbo a Apure y Amazonas.

En Apure han operado las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y el Frente Bolivariano de Liberación (FBL), guerrilla venezolana de filiación chavista que se ha extendido por varios estados del país, aunque su epicentro es Guasdualito-Apure. El territorio ocupado por los irregulares –a los que deben añadirse los paramilitares– se ha repartido por zonas demarcadas para que establecieran sus campamentos con el objeto de minimizar choques banderizos.

El ELN ocupa las parroquias El Amparo, San Camilo, Urdaneta, Aramendi, el municipio Páez, y, desde 2011, amplió sus operaciones a los municipios Achaguas, Muñoz y Pedro Camejo. Estos han estado al mando de alias “Pablito”uno de los miembros del Comando Central (Coce) del ELN y de alias “Lenin” –también miembro de este comando– con un campamento central en la montaña del Tama; sus actividades están relacionadas con el trasiego de cocaína desde Colombia, el control de pistas de aterrizaje para el narcotráfico, secuestros, contrabando de ganado en pie desde Venezuela y contrabando de combustible. Esta y otras detalladas informaciones son salvadas para la memoria por muchos honrados habitantes de Táchira y de otros estados venezolanos, que se niegan a aceptar que la soberanía se haya perdido para caer en manos foráneas, cuyos despropósitos están a la vista.

El Frente Bolivariano de Liberación (FBL) es una guerrilla creada por el Gobierno de Hugo Chávez, y tiene un brazo político denominado Corriente Revolucionaria Bolívar y Zamora (CRBZ), ensamblada por completo al Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), de donde viene y adonde va el creciente descontento oficialista. El alcalde del municipio Páez de Apure, Jesús María Romero, es miembro de su estado mayor, y un diputado a la Asamblea Nacional, Orlando Zambrano, también es representante de la gobernación ante el distrito Alto Apure.

Las FARC son la organización que posee en Apure –ya no en todo el territorio venezolano ocupado por irregulares– la mayor cantidad de campamentos y de hombres en armas desplegados en todos los municipios del estado. Han tenido una participación importante en un sinnúmero de secuestros de empresarios locales, controlan pistas de aterrizaje y han trabajado permanentemente en el contrabando de materiales estratégicos como oro, coltán, cemento, cabillas, todo tipo de hierro, y ganadería, en pie de los hatos expropiados hasta Colombia. Los choques violentos con la Guardia Nacional venezolana suscitan la confusión y conflicto de banderas, próximo a irse de las manos de quienes cada vez tienen más dificultades de evitarlo.

Esta organización está dividida en las FARC, al mando de alias Gentil Duarte, Ferley González y Arturo Ruiz, y la otra facción bajo las órdenes de alias Jesús Santrich e Iván Márquez. Arturo Ruiz tuvo mucha presencia en Elorza, Apure, siendo un lugar recurrente de encuentros el Hato Peñalero, entre este comandante y enviados del régimen. El sector de las FARC, denominado Nueva Marquetalia –al mando de Iván Márquez, Jesús Santrich, Romaña, el Paisa y el Zarco Aldinever–, recibe respaldo oficialista para enfrentar a la facción rival.

El enfrentamiento del pasado 21 de marzo en La Victoria, parroquia Urdaneta del municipio Páez, efectivamente responde a estos intereses de ambos grupos de la FARC. Estos últimos ocupan la región y afectan a la población civil, que ha sido sometida y fuertemente atropellada por el ejército venezolano bajo el argumento de que alertaron a las FARC del operativo que se desplegaría en su contra.

La proliferación de los grupos irregulares en territorio venezolano probablemente se deba al poderoso negocio del narcotráfico. Los disidentes de las FARC, enfrentados a Nueva Marquetalia, abandonaron sus campamentos horas antes del ataque. Fuentes de la zona indican que el comunicado de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB), que dio cuenta del enfrentamiento, está plagado de verdades a medias. Los militares heridos y fallecidos no cayeron en combate sino que, durante el despliegue, pisaron minas antipersonales. Esto se sabe porque esos grupos han enviado videos denunciando tanto el ataque como el hostigamiento y los desmanes del ejército venezolano contra la población civil.

Este hecho bélico fue desplegado con una fuerza militar visible por sus excesos (pudieron haberse atacado esos campamentos mediante acción terrestre encubierta y ejecutada por comandos élites). No se puede dejar de lado la hipótesis de que su intención fuera agitar el polvorín en que se ha convertido la frontera con Colombia, a raíz de los ataques políticos y diplomáticos entre el régimen y el gobierno de ese país.

Provocar un conflicto con Colombia en este momento no parece tener sentido, por la próxima celebración de elecciones presidenciales en 2022. Vale la pena esperar ese desenlace mientras se dirime el resultado. No olvidemos, sin embargo, que la “guerra híbrida” ha tomado un curso abrupto en el caos de los grupos enfrentados. Puede decirse que ninguno de ellos, y menos aún los gobiernos de Nicolás Maduro e Iván Duque, tienen este complejo asunto bajo control.

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Es escritor y abogado.


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