Trump se vale de la figura del “mal” con fines políticos para inhibir el debate sobre el control a la venta de armas. El tiroteo masivo en Las Vegas fue obra del “mal”, y sobre el “mal” no se puede legislar
En su mensaje a la nación un día después de la masacre en Las Vegas, Donald Trump caracterizó el incidente como un acto de maldad pura, como una vileza que no debería romper la unidad nacional y exhortó a los estadounidenses a rezar para erradicar la maldad del mundo.
Esta no es la primera vez que un presidente republicano recurre a la figura del “mal” para hacer un pronunciamiento político con tintes religiosos. Para reforzar su oposición a las iniciativas que pedían el congelamiento en la producción de armas nucleares en EU y en la Unión Soviética Ronald Reagan definió a la Unión Soviética como “El Imperio del Mal” ante una congregación de Evangelistas en 1983. En 2002, para justificar la invasión de Irak, George W. Bush, también inventó su propio “El Eje del Mal” en 2002 en el que incluyó a Irak, Corea del Norte e Irán.
A diferencia de sus predecesores, el mensaje de Trump tiene un destinatario nacional, no internacional, y su propósito primordial es crearle una dimensión humana y espiritual a Trump y presentarlo como el líder unificador del país en su hora de duelo, como si fuera posible que con un discurso olvidáramos su constante ánimo divisivo. En este sentido, apenas pronunciado el pésame no faltaron voces en la corte de aduladores que exaltaron la “claridad moral” de un hombre que durante toda su vida se ha conducido como si pensara que la moral, como decía el corrupto cacique mexicano Gonzalo N. Santos, “es un árbol que da moras”.
El segundo objetivo de los escritores del mensaje que Trump leyó fue convertir el concepto del “mal” en el protagonista de la tragedia. Fue también un intento por hacernos creer que esta matanza surgió espontáneamente y de la nada. Es decir, nadie más que el tirador y el “mal” son responsables de la masacre. Son los hombres (las mujeres no cometen matanzas masivas) malos los que matan, no las armas. Y como el “mal” es un fenómeno incomprensible, sugieren los escritores del mensaje, no deberíamos pronunciarnos sobre temas tangibles como por ejemplo el control en la venta de armas. “El mal no se puede regular”, dijo el republicano Gobernador de Kentucky, Matt Bevin, y agregó, “solo los oportunistas quieren politizar este momento de duelo”. Bevin, es uno de los muchos políticos republicanos que deben su sobrevivencia política a la Asociación Nacional del Rifle.
Lo mismo dijeron los esbirros de la Asociación en junio de 2016 cuando un pistolero mató a 49 personas e hirió a 58 en un bar de Orlando, Florida. Y en abril de 2007, en el campus del Tecnológico de Virginia donde murieron 33 personas y hubo 17 heridos. También después de la matanza 20 niños de entre 6 y 7 años de edad, y 8 adultos en la escuela primaria de Sandy Hook en Newtown Connecticut en diciembre de 2012. Y en 1991, cuando 24 personas murieron y 27 fueron heridas en una cafetería en Killeen, Texas, por un hombre que odiaba a las minorías étnicas y a las mujeres. Y la lista de horrores continúa en el tiempo y por todo el territorio nacional.
En Estados Unidos, donde habita el 5% de la población mundial, sucede un tercio de los tiroteos masivos que hay en todo el mundo, y ocurren en iglesias, escuelas, cafeterías, cines o bares, mientras que en el resto del mundo suceden cerca de instalaciones militares y el asesino generalmente tiene solo un arma. El promedio de víctimas por este tipo de incidente en EEUU es de 6.87, mientras que en los 177 otros países donde hay matanzas colectivas es de 8.8.
Se calcula que en EEUU hay una arma de fuego para cada uno de sus 319 millones de ciudadanos. En la India, con mas de mil millones de habitantes, hay 46 millones de armas. En Australia hubo 4 asesinatos masivos entre 1987 y 1996, a partir de esa fecha se establecieron controles más rigurosos para comprar armas de fuego y cesaron los tiroteos masivos. En Estados Unidos aumenta la compra de armas después de cada tiroteo.
Ante el peso abrumador de las estadísticas que revelan la persistencia de la violencia armada en Estados Unidos comparada con el resto del mundo, me pregunto si Trump se ha dado cuenta de las implicaciones de su teoría del “mal” en el contexto mundial. ¿Querrá decirnos que el “mal” es una enfermedad que afecta solamente a los estadounidenses?
Escribe sobre temas políticos en varios periódicos en las Américas.