La salud debe dejar de depender de eso que llaman voluntad política

Hace cinco años, AMLO se atendió de un infarto en un hospital privado. Para muchos la nota fue, entonces y aún hoy, que no acudiera a un hospital público. Pero su caso ejemplifica de manera muy clara los muchos retos que enfrenta el sistema de salud en México.
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“De todas las formas de desigualdad, la injusticia en la
 atención médica es la más impactante e inhumana.”

Martin Luther King, Jr.

 

En diciembre de 2013, Andrés Manuel López Obrador sufrió un infarto agudo al miocardio (IAM). Ese mismo año 87,245 personas murieron por diabetes y 77,284 personas por una enfermedad isquémica[1] del corazón.

Al reportar el incidente, los medios, además de informar sobre el estado de salud básico del político –“está estable”, “será operado”–, se detenían un en jugoso detalle: López Obrador, el abanderado de la austeridad republicana, el que desde la campaña de 2006 promete quitar los seguros médicos privados a funcionarios, ¡se atendía en un hospital privado!

Hay todavía algún que otro despistado que sigue creyendo que esa fue la nota. ¡Y no! La nota de hace cincos años, y la de hoy, debería ser que López Obrador se atendió ahí porque hoy la protección de la salud es un derecho laboral y no un derecho social. Eso significa que el paquete de intervenciones y tratamientos médicos a los que tienes acceso depende de tu condición laboral y de quién es tu empleador. Esto es: “existe población asegurada, como resultado de una relación laboral, y población no asegurada, que es beneficiaria de programas de salud”. Como ni en ese entonces ni ahora López Obrador mantiene una relación laboral con algún patrón, nadie puede darle IMSS o ISSSTE.

“¡Pues que vaya al Seguro Popular!”, replicará alguien que esté al tanto de la fragmentación de nuestro sistema de salud. Sería una posibilidad, pero el Seguro Popular solo cubre determinadas enfermedades, medicamentos e insumos. El paquete de intervenciones a las que tienen derecho los afilados a este sistema de protección social en salud se actualiza cada año y se conoce como Catálogo Universal de Servicios de Salud (CAUSES). Por lo menos desde 2013, el infarto agudo el miocardio solo está incluido para menores de 60 años. Y cuando AMLO tuvo un IAM ya había alcanzado esa edad, así que ¡tampoco hubiera sido recibido en el Seguro Popular! 

Por las razones que sean, López Obrador fue capaz (quizás incurriendo en un oneroso gasto de bolsillo[2]) de acudir a un servicio privado de salud. Pero su caso ejemplifica de manera muy clara los muchos retos que enfrenta el sistema de salud en México.

Ayer a medianoche cerró la convocatoria del INE para que, a través del hashtag #DebateINESalud, se plantearan preguntas sobre este tema que los candidatos a la presidencia habrán de responder en el tercer y último debate presidencial del próximo martes 12 de junio. Vale mucho la pena leer algunas de las preguntas pues, a pesar de la brevedad que impone el mismo medio, ilustran poderosamente los problemas a los que nos enfrentamos. La salud debe dejar de depender de ese eufemismo que llaman “voluntad política”. Es hora de actuar.

 

[1] La cardiopatía isquémica es la enfermedad ocasionada por la arteriosclerosis de las arterias coronarias, es decir, las encargadas de proporcionar sangre al músculo cardiaco (miocardio).

[2] De acuerdo con IMCO: México es el segundo país de la OCDE con el mayor porcentaje de gasto de bolsillo en salud y este puede condicionar a una familia a caer en la pobreza.

 

 

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Es politóloga, periodista y editora. Todas las opiniones son a título personal.


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