Hay un dicho chino sobre dos personas que comparten la misma cama pero tienen diferentes sueรฑos. Not enough, el libro de Samuel Moyn, trata de esa incรณmoda alianza entre las libertades polรญticas (los derechos humanos) y el bienestar econรณmico. No facilita las cosas que esto รบltimo tiene dos apariencias: la necesidad de โsuficienciaโ (no permitir que alguien caiga por debajo del umbral de determinada pobreza) y la igualdad econรณmica.
El libro de Moyn comienza con la Revoluciรณn francesa y el corto mandato de los jacobinos, que introdujeron, al menos en el plano de las ideas, no solo igualdad polรญtica sino tambiรฉn econรณmica. No sorprende que treinta aรฑos despuรฉs, en su maravilloso Memorias de ultratumba, Chateaubriand dijera que la รบnica verdadera religiรณn francesa es la de la โnivelaciรณn econรณmicaโ. El relato de Moyn recorre entonces โno en un orden cronolรณgico estrictoโ episodios previsibles de Bismarck, la Revoluciรณn rusa, Beveridge y Roosevelt, y el conflicto entre derechos polรญticos y la habilidad para ejercer esos derechos realmente (la โsuficienciaโ econรณmica). Estas no son las mejores partes del libro. Es una pena que estรฉn al principio porque muchos lectores (me temo) pueden sentir rechazo, a veces, por su prosa anquilosada, sus frases demasiado complejas, y las โinteraccionesโ inteligentes entre los Estados de bienestar bismarckiano y hitleriano, la protecciรณn social sueca y estadounidense solo para los hombres, etc. Es un terreno trillado sobre el Estado de bienestar en un solo paรญs y no es, he de admitir, especialmente nuevo o emocionante.
El libro toma impulso (ยกy cรณmo!) cuando entra en el debate que hay entre los derechos humanos y la โsuficienciaโ econรณmica a nivel global: una discusiรณn que ni siquiera existรญa antes de los aรฑos sesenta. A leerlo me preguntaba por quรฉ la prosa de pronto cobraba vida: el escritor es el mismo. La razรณn es que aquรญ Moyn sigue un enfoque cronolรณgico: empieza con Gunnar Myrdal, luego pasa al Nuevo Orden Econรณmico Internacional (NOEI) de los no alineados, Raรบl Prรฉbisch y los estructuralistas, y luego al enfoque de las โnecesidades bรกsicasโ (de Mahbub ul Haq y Amartya Sen), la justicia global (Charles Beitz y Henry Shue), y termina con el neoliberalismo y los derechos humanos.
El enfoque cronolรณgico le da al libro la energรญa y emociรณn que les faltan a los tres primeros capรญtulos, porque el enfoque cronolรณgico nos permite ver cรณmo B va detrรกs de A, no necesariamente en oposiciรณn exacta a A, pero a menudo tomando algunos elementos de A y sustituyendo otros. Tambiรฉn demuestra cรณmo se planteรณ el debate a partir de los desarrollos polรญticos de la รฉpoca: el enfoque del NOEI como consecuencia del surgimiento del Tercer Mundo y los no alineados, el de las necesidades bรกsicas por la crisis de la deuda y el rechazo del Estado de bienestar en Occidente, la justicia global distributiva como consecuencia de la globalizaciรณn.
El libro nos muestra, de manera brillante, la trayectoria poco probable por la cual el interรฉs por la reducciรณn de la pobreza global se combinรณ con la protecciรณn de los derechos humanos, tambiรฉn globalmente, y cรณmo estos, despuรฉs de invocarse para proporcionar una justificaciรณn para el momento unipolar, colapsaron junto al consenso de Washington.
El contraste mรกs interesante, en mi opiniรณn, es entre el NOEI y la doctrina de las necesidades bรกsicas (ver la tabla). El NOEI era esencialmente un esfuerzo estatal construido por los paรญses del Tercer Mundo, muchos de ellos gobernados despรณticamente, para cambiar las reglas de juego de la globalizaciรณn, permitir un acceso mรกs fรกcil a la tecnologรญa, reducir los aranceles a sus exportaciones, y aumentar la ayuda al desarrollo. Pero se basรณ en la idea de la independencia nacional, y por lo tanto en la idea, consagrada por la ONU pero a veces abusada, de la no interferencia en las cuestiones domรฉsticas.
El Tercer Mundo querรญa que Occidente (el Segundo Mundo no jugรณ apenas ningรบn papel en esto) le proporcionara ventajas comerciales y mรกs dinero, para frenar la divergencia de ingresos medios entre paรญses, pero no le permitรญa hacer preguntas sobre cรณmo se gastaba ese dinero o si los pobres de los paรญses receptores realmente se beneficiaban de รฉl. La principal unidad del discurso era el Estado. El mundo era simplemente una agregaciรณn de Estados naciรณn.
El enfoque de las necesidades bรกsicas, por otra parte, nacido cuando empezรณ a fallar el NIEO por el doble โataqueโ del aumento del precio del petrรณleo y la crisis de deuda precipitada por el aumento de los tipos de interรฉs de Paul Volcker [director de la Reserva Federal estadounidense durante los ochenta], tomรณ un camino diferente. El interรฉs clave ya no era el Estado sino el individuo. (Moyn hace un excelente trabajo demostrando que la obra de Charles Beitz โPolitical theory and international relationsโ, que tardรณ muchos aรฑos en publicarse, provocรณ un cambio sutil pero significativo en esta direcciรณn). El interรฉs clave, por lo tanto, ya no era frenar la divergencia de ingresos medios entre los paรญses, sino ayudar a los individuos que son pobres a ser menos pobres. Pero ayudar a los pobres estรฉn donde estรฉn quizรก significaba tambiรฉn ignorar la regla de la no intervenciรณn en cuestiones domรฉsticas y tener, por asรญ decirlo, una relaciรณn directa con la poblaciรณn en paรญses pobres. Por decirlo de manera brusca, esto significaba que el Banco Mundial en Washington tendrรญa, teรณricamente, una relaciรณn directa con la poblaciรณn pobre en Tanzania sin la intermediaciรณn del Estado naciรณn tanzano (y criticarรญa, por supuesto, al Estado tanzano si no reducรญa la pobreza de manera suficiente o si era corrupto). El Estado ya no tenรญa voluntad propia.
Ahora bien, ese enfoque que circunvala el Estado naciรณn tiene mucho sentido tambiรฉn cuando lo aplicamos a la protecciรณn de los derechos humanos. Los derechos humanos fundamentales (es decir, el derecho a la libertad de expresiรณn, a la participaciรณn polรญtica, a la no discriminaciรณn, a un juicio justo, etc.) deben ser vigilados globalmente, y deberรญa existir una relaciรณn directa entre los que vigilan (pero ยฟquienes son?) y los individuos en riesgo. Es en este punto donde, ideolรณgicamente, la doctrina de las necesidades bรกsicas (y la de la eliminaciรณn de la pobreza absoluta) se asocia con las ONGs del norte preocupadas, verdaderamente o en apariencia, por los derechos humanos en los ahora llamados โpaรญses emergentesโ.
Moyn seรฑala con acierto el papel que desempeรฑaron las revoluciones en el Este de Europa, que fueron, en comparaciรณn con otras revoluciones histรณricas, las รบnicas que no plantearon o exigieron demandas econรณmicas (incluso, paradรณjicamente, a priori las descartaron). Solo subrayaron las demandas de libertad polรญtica. Quรฉ mejor ejemplo que Solidarnosc, que empezรณ como un sindicato en defensa del comercio libre pero acabรณ no diciendo nada cuando el astillero de Gdansk, su lugar de nacimiento, fue desmantelado porque el nuevo rรฉgimen lo considerรณ econรณmicamente inviable.
El punto culminante del neoliberalismo de los 90, por lo tanto, estaba formado por una trinidad ideolรณgicamente coherente del Consenso de Washington, la doctrina de las necesidades bรกsicas (reducciรณn de la pobreza absoluta global) y la protecciรณn de los derechos humanos. El papel del Estado naciรณn, especialmente de los Estados naciรณn dรฉbiles, se volviรณ nulo: los paรญses recibรญan las prescripciones polรญticas directamente desde las organizaciones internacionales basadas en Washington, sobre dรฉficits presupuestarios o sobre la mejor manera de organizar la asistencia social, y luego desde las ONGs de derechos humanos, tambiรฉn en Washington y a menudo afiliadas al Departamento de Estado de EEUU.
Era un mundo ideal para algunos, y menos ideal para otros. Pero ese mundo se derrumbรณ como consecuencia de la extralimitaciรณn de la invasiรณn de Iraq, y luego por la crisis financiera global y la pรฉrdida de confianza en los โpaรญses centralesโ que la causaron. El hecho de que las reducciones de pobreza mรกs importantes se consiguieron no siguiendo las reglas de Washington redujo su atractivo intelectual.
Este es un tema que me gustarรญa discutir en mi prรณximo artรญculo, que quizรก escriba, como en este caso, en Washington D.C.
Publicado originalmente en el blog del autor: glineq.blogspot.com
Traducciรณn del inglรฉs de Ricardo Dudda.
Branko Milanovic es economista. Su libro mรกs reciente en espaรฑol es "Miradas sobre la desigualdad. De la Revoluciรณn francesa al final de la guerra frรญa" (Taurus, 2024).