No es mentira, es deconstrucción

Sánchez dice una cosa y su contraria, no porque mienta, sino porque ha sacado la cabeza fuera de Matrix y ha superado las exigencias de coherencia temporal.
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La historia es bien conocida: la imposibilidad de continuar ocultando el desastre comunista generó una doble frustración en los intelectuales europeos de izquierdas. ¿Cómo es posible que fracase estrepitosamente una doctrina científica? ¿Y cómo es posible que nosotros nos hayamos equivocado tan profundamente? El dilema “yo, que soy tan listo y racional, me he pasado mi vida sin entender nada” genera una disonancia cognitiva que hay que eliminar, y el ajuste siempre se hace eliminando la parte más débil: la realidad. De repente esta, la verdad y la propia razón empezaron a parecer sospechosamente de derechas. Con estos mimbres los posestructuralistas franceses protagonizaron un fascinante viaje de ida y vuelta a las universidades americanas en el que acabaría brotando una nueva religión. En realidad el dogma –la bondad es patrimonio de la izquierda– permaneció inalterable pero cambió profundamente la liturgia: el galimatías marxista evolucionó hacia el marxista-Disney también conocido como woke, y en ello estamos.

Ahora, para los adeptos, la realidad no es más que un espejismo que perpetúa la opresión, un constructo cultural que hay que deconstruir. La novedad de Sánchez –que no parece muy religioso pero de destruir entiende bastante– está en que está deconstruyendo cosas que parecían bastante sólidas. Veamos, Sánchez dijo que no pactaría con Podemos, menos aún con Bildu, que no habría indultos, que la sedición había sido una rebelión, que endurecería las penas y que ni hablar de tocar la malversación, y ha hecho minuciosamente lo contrario. Desde una grosera perspectiva premoderna se podría decir que nuestro presidente es un embustero que miente como un corsario. Pero si entendemos que el tiempo es un constructo la cosa se soluciona. Sánchez dice una cosa y su contraria, no porque mienta, sino porque ha sacado la cabeza fuera de Matrix y ha superado las exigencias de coherencia temporal. En el paraíso posmoderno el guion –la historia que proporciona coherencia a la sucesión de imágenes– ha desaparecido y solo existen fotogramas aislados, que son presentados a conveniencia del que maneja el álbum de fotos, es decir, la agenda política.  

Entonces Sánchez no pasará a la historia por desenterrar un cadáver sino, precisamente, por abolir la historia. Y una de sus herramientas para destruir la historia es la Memoria Histórica, y si todo esto les suena paradójico es que aún están sometidos a la tiranía de la razón. Los adeptos hace tiempo que la han abandonado, y se guían por unas antenas que vibran cuando su titular se interna en territorios en los que le pueden llamar facha. Aprenda usted también a usar esas antenas aunque –como ha descubierto el PP– si es de derechas no le va a servir de nada. 

Por cierto, observen que tras deconstruir satisfactoriamente el tiempo, el PSOE se ha animado a hacerlo con el espacio. Ahora el partido ya es perfectamente capaz de decir una cosa y su contraria al mismo tiempo, siempre que lo haga en distinto lugar. Ahora un socialista manchego puede simultáneamente depositar un voto al Congreso con el que refrenda la desprotección de la Constitución y otro a su parlamento regional con el que se muestra horrorizado por lo que ha hecho. Si les preocupa esta desaparición de la coherencia, y sospechan que su propia individualidad podría desintegrarse, tienen razón: usted será el siguiente constructo a deconstruir.

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Exdiputado de Ciudadanos.


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