Si no sabes la respuesta, busca una excusa moral: Los genes, la cultura y las lecciones de la ignorancia

A menudo tenemos opiniones muy fuertes sobre asuntos que podemos explicar muy poco.
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โ€œLo รบnico que importaba era la conversaciรณnโ€. Esa frase, sacada de Deshaciendo errores, el libro de Michael Lewis sobre Amos Tversky y Daniel Kahneman, darรญa para la investigaciรณn filosรณfica de toda una vida. Me explicaban en la Escuela de Arquitectura que en las obras de Oteiza o Chillida lo mรกs interesante no era la forma sino el espacio que quedaba atrapado en ella (tensionado) o excluido (liberado). Esa reflexiรณn me impresionรณ y empecรฉ, sin darme siquiera cuenta, a observar no tanto los objetos como la relaciรณn entre ellos.

Estas semanas he leรญdo dos libros que me han devuelto ahรญ. A las intuiciones que cambian la manera en la que miras el mundo. El primero es Blueprint (Little Brown & Co, 2019) de Nicholas A. Christakis. El segundo, The knowledge illusion (Riverhead Books, 2017), de Steven Sloman y Philip Fernbach. Ambos hablan de la conversaciรณn. De la complejidad que surge al poner muchas cosas cerca unas de otras formando un todo. De los sistemas. De que โ€œsomosโ€ porque formamos parte de redes, de grupos, de sociedades. Moldeamos esas sociedades a nuestra imagen y semejanza mientras ellas nos moldean a la suya, como los genes hacen con la cultura y la cultura con los genes.

No hay una รบnica forma de establecer vรญnculos, pero tampoco hay tantas que funcionen y en las que lo hacen hay ciertos elementos que siempre estรกn: amor, amistad, cooperaciรณn, redes.

Christakis hace un delicioso repaso de las diferentes organizaciones humanas y animales con el empeรฑo de mostrar que, contra lo que podrรญa parecer, lograr una buena sociedad es bastante natural y advierte que deberรญamos ser humildes si pretendemos hacer ingenierรญa social en contra de nuestros instintos porque โ€œaunque el arco de la evoluciรณn es largo tiende a curvarse hacia el bienโ€.

Algunos naufragios retuvieron durante mucho tiempo a grupos de marinos en lugares remotos donde tuvieron que organizarse para subsistir. ยฟQuรฉ tenรญan aquellas minisociedades en las que los nรกufragos sobrevivieron que no habรญa en las que casi todos murieron?

Hasta en las sociedades que desafรญan mรกs radicalmente estรกndares generalizados, como la monogamia, podemos encontrar esos rasgos comunes. Por ejemplo, pensemos en la organizaciรณn de los Na del Himalaya con sus distintos tipos de uniรณn. Por un lado, estรกn los โ€œaciaโ€ o amantes cuya relaciรณn se basa en visitas furtivas que el hombre hace a la mujer (sexo). Por otro, โ€œvisitantes conspicuosโ€, que cuentan con una exclusividad sobreentendida y pรบblica (esto ya va de sexo y amor) pero no tienen una vida compartida. Finalmente, la โ€œcohabitaciรณnโ€, donde รฉl se muda a la casa de ella: ahora estamos hablando de sexo y amor a veces pero, sobre todo, organizaciรณn del trabajo (cooperaciรณn). โ€œLa fidelidad y exclusividad son los deseos prohibidosโ€ en la sociedad Na, cuenta Christakis, y por eso sus historias de rebeldes tratan de amantes que se escapan juntos para vivir de forma monรณgama.

Christakis describe utopรญas sociales que fracasan por su empeรฑo en separar a padres e hijos: para sobrevivir, deben relajar esas intenciones. Analiza sesgos universales y aprendizajes sociales que nos acompaรฑan. Pero lo mรกs interesante es cuando aborda la relaciรณn inseparable entre genรฉtica y cultura. โ€œHemos evolucionado genรฉticamente en respuesta a la cultura que estamos preparados genรฉticamente para crearโ€, explica. Como ejemplo sirva el predominio del tipo de uniรณn reproductiva. En las sociedades monรณgamas los niveles de testosterona bajan cuando los hombres se emparejan y vuelven a bajar cuando interactรบan con sus hijos. Tambiรฉn descienden los niveles de criminalidad y violencia. En las polรญgamas esto no sucede. Asรญ, dice Christakis, no deberรญamos tratar evoluciรณn genรฉtica y cultural como entes separados, y si nos preguntan โ€œIs it nature or nurture?โ€ la respuesta es: โ€œsรญโ€.

Las creaciones culturales como mรกxima expresiรณn social son un producto de nuestra biologรญa. Nuestra biologรญa resulta afectada por esa cultura que facilita la supervivencia de unos individuos frente a otros. Este aspecto โ€“el viaje del individuo a la sociedad y de la sociedad al individuoโ€“ del libro de Christakis es el que me venรญa a la mente cuando leรญa a Sloman y Fernbach.

 

Lecciones de la ignorancia

Podrรญamos decir que La ilusiรณn del conocimiento es un libro sobre la ignorancia. Una sucesiรณn de razonamientos que resultan simples, casi obvios, cuando se enuncian pero que te dejan la sensaciรณn de una idea compleja cuando finalizan. Si haces el proceso inverso, serรญa como enfrentarte a un artefacto sofisticado que puedes acabar descomponiendo en unidades muy sencillas. Como en la relaciรณn entre el individuo y la sociedad, lo que resulta de la suma de las partes es de una cualidad distinta a lo que cada una de ellas aporta.

La base de la cogniciรณn humana es el razonamiento causal: predecimos (partiendo de una causa estimamos los posibles efectos) y diagnosticamos (ante un efecto buscamos las posibles causas). Ademรกs, sostienen los autores, la actividad mental no tiene lugar โ€œexclusivamenteโ€ en el cerebro, sino que el cerebro es una parte del sistema de procesado que incluye ademรกs nuestro entorno y el propio cuerpo โ€“tambiรฉn nuestras emociones, en lo que Antonio Damasio denomina marcadores somรกticosโ€“ a modo de unidades de memoria externa. โ€œEl cerebro, el cuerpo y el entorno trabajan juntos para razonar, recordar y tomar decisionesโ€, escriben. Por si esto fuera poco, la mente no evolucionรณ en situaciรณn de aislamiento, sino que lo hizo en un contexto de grupo para cooperar con otros miembros. Compartimos conocimiento e intencionalidad y eso nos permite transmitir conocimiento de una generaciรณn a otra, posiblemente la habilidad mรกs importante de la especie.

En resumen, los humanos somos excelentes pensadores causales y no lo hacemos รบnicamente con nuestro cerebro ni solos: vivimos en una sociedad del conocimiento. Ahรญ estรกn nuestras inmensas fortalezas y tambiรฉn nuestras debilidades.

En el pensamiento causal nos resulta mucho mรกs fรกcil predecir que diagnosticar. Cometemos errores de bulto con demasiada frecuencia: por ejemplo, cuando desconocemos cรณmo funciona un sistema tendemos a llenar esos vacรญos con la explicaciรณn que es vรกlida para otro sistema que nos resulta familiar (eso de subir el termostato varios grados por encima de la temperatura deseada para que asรญ se caliente mรกs deprisa la habitaciรณn, esas balas que describen tirabuzones y giros inesperados en sus trayectorias …). Aunque dichas soluciones sean fรญsicamente imposibles, para nosotros son intuitivas.

Tambiรฉn tenemos bastante dificultad a la hora de discernir nuestro conocimiento del conocimiento al que tenemos acceso (lo que estรก en nuestra cabeza de lo que estรก en la cabeza de otros) y por eso no somos conscientes de cuรกn superficial es nuestra supuesta y confiada โ€œexpertiseโ€. Una comunidad de conocimiento se vuelve peligrosa, advierten Sloman y Fernbach, cuando sus miembros sobreestiman sus conocimientos y comparten una misma postura sobre algo. La combinaciรณn de esos dos factores โ€œpuede iniciar mecanismos sociales realmente peligrososโ€. Esto nos resulta muy familiar: no hace falta pensar en sofisticados sistemas informรกticos o de ingenierรญa, basta con ver las noticias de vez en cuando para asombrarnos de lo estรบpida que puede resultar una especie tan inteligente como la nuestra.

El pequeรฑo antรญdoto que estos investigadores han probado para detener esta tendencia a โ€œvenirse arribaโ€ es obligar a las personas a no generar razones de por quรฉ algo les parece muy mal o muy bien, sino enredarlos en un razonamiento causal: explรญcame quรฉ efectos tendrรก tu soluciรณn y quรฉ consecuencias tendrรกn los efectos de tu soluciรณn. Es decir: dime cuรกnto sabes de cรณmo funciona el sistema que quieres cambiar, destruir o crear. La facilidad para formar comunidades ha crecido exponencialmente y la complejidad de los sistemas con los que vivimos tambiรฉn. Lo primero lo disfrutamos gozosos, lo segundo escapa totalmente a la comprensiรณn de casi todos. Mientras leรญa no dejaba de acordarme de cuรกnto me reรญ con la frase de Rajoy โ€œtodo esto es muy difรญcilโ€.

โ€œObligar a las personas a pensar mรกs allรก de sus intereses y experiencias personales puede ser imprescindible para reducir la arrogancia y con ella la polarizaciรณnโ€, sostiene los autores. Este enfoque โ€œconsecuencialistaโ€ deberรญa ser el que utilizรกramos mayoritariamente cuando exponemos opiniones sobre los asuntos pรบblicos. Este mismo enfoque es con el que deberรญan ser presentadas y debatidas las propuestas polรญticas que se nos ofrecen a los ciudadanos. Y tambiรฉn el que deberรญan tener en cuenta los periodistas a la hora de analizar la actualidad y elegir el modo en que llegan a nosotros.

Como seรฑalan los autores, a menudo tenemos opiniones muy fuertes sobre asuntos que podemos explicar muy poco. Pensemos en todas las veces que hemos defendido un asunto apasionadamente. ยฟCuรกntas veces la fuerza de nuestro argumento solo era capaz de expresarse a travรฉs de tรฉrminos como โ€œdignidad, vergรผenza, crimen, vida, bien, mal, violencia, humillaciรณnโ€?

En cierto modo esa actitud no es tan distinta la que tienen los polรญticos y grupos de interรฉs cuando defienden una posiciรณn apelando a valores sagrados en lugar de adoptar un enfoque consecuencialista de los asuntos: โ€œes mucho mรกs fรกcil esconder la ignorancia en un velo de tรณpicos sobre valores sagradosโ€. โ€œEl secreto, que las personas que practican el arte de la persuasiรณn han aprendido durante milenios, es que cuando una actitud se basa en un valor sagrado, las consecuencias no importanโ€, dicen Sloman y Fernbach.

Esta observaciรณn me recordรณ la afirmaciรณn de Janet Radcliffe: โ€œLas feministas se encaminan al desastre si dicen: consideramos que nuestros sentimientos son la fuente mรกs importante de comprensiรณn polรญticaโ€. Pero no es un problema solo del feminismo. Tambiรฉn afecta a nuestro sistema de salud, educativo, laboral o de prestaciones sociales y quizรกs, y sobre todo, al mayor de los sistemas de la tierra: el medio ambiente. Todos nuestros sistemas mรกs queridos son ya demasiado complejos para utilizar como justificaciรณn de nuestras decisiones y acciones valores sagrados que desconocen la multitud de efectos que tendrรกn sobre tantas otras cuestiones.

Hay motivos para la indignaciรณn, sรญ. La que produce recibir una respuesta moral a una cuestiรณn tรฉcnica.

 

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Elena Alfaro es arquitecta. Escribe el blog Inquietanzas.


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