Vengo del futuro de las pensiones y no es promisorio

El sistema de pensiones de Chile, que sirvió de modelo para otros, incluido el de México, ha ocasionado malestar porque no ha dado los resultados que se esperaban de él. De este fracaso se extraen lecciones que deberíamos atender.
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 El 24 de julio, la coordinadora nacional de la organización chilena No+AFP (No más administradoras de fondos de pensiones) hizo un llamado para conmemorar las dos marchas multitudinarias del año pasado, cuando más de un millón de personas salieron a la calle a demandar el fin de las administradoras de fondos de pensiones (lo que en México serían las AFORES, administradoras de fondos para el retiro). No+AFP reclama que:

  • El nuevo sistema de pensiones, reformado durante la dictadura (1981), prometió pensiones con tasas de reemplazo (el porcentaje del último salario recibido) del 70%, pero en realidad estas apenas alcanzan al 30% para los hombres y 22% para las mujeres.
  • El 80% de los jubilados recibe pensiones de menos de 150 mil pesos chilenos (unos 228 dólares).
  • Proyecciones de la Comisión Bravo[1] señalan que en los próximos diez años, más del 50% de las pensiones pagadas a quienes coticen entre 25 y 33 años tendrán tasas de reemplazo cercanas al 20%.

Yo llegué a Santiago de Chile un par de días después de la marcha. Todavía en los alrededores de la Plaza de Armas y el Palacio La Moneda alcancé a ver un par de volantines amarillos olvidados por los manifestantes y charlé con un par de chilenos que, afines a los posicionamientos de No+AFP, compartieron conmigo sus preocupaciones sobre un sistema de pensiones que la propia presidenta Bachelet ha calificado como “sencillamente inviable para responder a las demandas actuales, y mucho menos futuras de la población”, “[con] pensiones comparativamente bajas, discriminatorias en términos de género y evaluadas como insuficientes por la información”.

“¿Quieres saber la güebá más grande?” –me preguntó uno de los jóvenes chilenos con los que hablé y que desde ya asume que será un mendicante cuando sea viejo, porque entre el outsourcing y el freelance, de los que vive, jamás podrá ahorrar dinero suficiente para retirarse ni podrá cumplir con los requisitos exigidos para pensionarse– “¡Qué fuimos el ejemplo a seguir de Latinoamérica!” Y lo fueron.

Uno de los más fervientes impulsores del sistema de las AFP chilenas fue José Piñera, hermano del expresidente. En un ensayo publicado por The Cato Institute en 2000, se complace de que la reforma al sistema de pensiones haya sido tan exitosa y haya alentado a siete países latinoamericanos, México incluido, a privatizar sus sistemas de pensiones siguiendo el modelo chileno.

Aunque el sistema chileno no es exactamente igual al mexicano, hay lecciones que al parecer no estamos pudiendo o queriendo ver. Hace un par de años, en una conferencia de prensa, Julio Méndez, el CEO de OLD Mutual, una empresa financiera enfocada en inversiones, seguros, ahorro y pensiones, dijo que de cada 100 personas que en ese entonces tenían 30 años, al cumplir 65 años (la edad de retiro), 61% dependerá económicamente de sus familiares, amigos o de la caridad; 4% será económicamente independiente, 1% será rico; 29% habrá fallecido y 5% seguirá trabajando.

¿Datos más recientes? Este martes la Comisión Nacional del Sistema de Ahorro para el Retiro (CONSAR) presentó un documento de trabajo dedicado a la “trayectoria salarial”, la forma en la que evoluciona el salario durante la carrera laboral de trabajadores que cotizan en el sistema de pensiones. En un sistema de pensiones como el de México, los beneficios que recibirán los pensionados del futuro (todavía no se jubila la primera generación de la reforma de 1996) dependen del saldo acumulado en la AFORE al momento de la jubilación. Este saldo está íntimamente relacionado con el salario que percibe el trabajador a lo largo de su carrera laboral. Los resultados muestran que los hombres son quienes tienen “carreras salariales más favorables” y con ello logran mayores saldos acumulados y pensiones más altas. Esto, de acuerdo con la CONSAR, se traduce en que, en promedio, “los hombres acumularían un saldo pensionario al retiro 14% mayor que el de las mujeres”. Pero como las mujeres tenemos una mayor esperanza de vida, tendremos que financiar más años de pensión con un menor saldo acumulado. “Acumulando ambos efectos –carreras salariales y mayor esperanza de vida–, en promedio las pensiones de los hombres sen 22% mayores que las de las mujeres”.

Nuestro sistema de pensiones acaba de cumplir veinte años. Chile nos lleva otros veinte de experiencia con un sistema similar, que ya se ha mostrado ineficiente. Hay un desastre anunciado que todavía podemos evitar.

 

[1] El nombre oficial de la Comisión Bravo es “Comisión Asesora Presidencial sobre el Sistema de Pensiones”. David Bravo es el economista que la preside. En septiembre de 2015 entregó su informe final. Antes de esta Comisión existió, en 2006, la Comisión Marcel. Mario Marcel, hoy gobernador del Banco Central de Chile, fue la cabeza del Consejo para la Reforma Previsional del primer gobierno de Michelle Bachelet

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Es politóloga, periodista y editora. Todas las opiniones son a título personal.


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