El movimiento estudiantil de 1968 creรณ y mantuvo su propia red de comunicaciรณn para desmentir la versiรณn oficial que repetรญan los funcionarios del gobierno de Gustavo Dรญaz Ordaz y gran parte de la prensa. Frente a la imponente infraestructura de las telecomunicaciones, a la que no tenรญan acceso, los brigadistas se volvieron una suerte de antenas de televisiรณn y radio que informaban de los hechos a los ciudadanos en plazas, calles y mercados. Sus volantes no solo sirvieron como invitaciones para las siguientes marchas, tambiรฉn se convirtieron en periรณdicos civiles, unos que sรญ registraban a los muertos, detenidos y golpeados a manos del ejรฉrcito, la policรญa y los granaderos.
Este cartel del Consejo Nacional de Huelga es uno de los ejemplos mรกs elocuentes: la calavera de un estudiante del Instituto Politรฉcnico Nacional le cuenta la versiรณn oficial a otras –una de Chapingo, otra que representa a los normalistas y una mรกs, de la UNAM: “Oigan, ¿ya saben que no habemos estudiantes muertos?” Las calacas y la conjugaciรณn misma del verbo “haber” (habemos, esto es, “las vรญctimas sรญ existimos”) no solo son signo de la resistencia contra la desinformaciรณn; tambiรฉn son una prueba de cรณmo se organizรณ, de manera expedita y eficaz, un sistema de comunicaciรณn alternativo.
(Ciudad de Mรฉxico, 1986) estudiรณ la licenciatura en ciencia polรญtica en el ITAM. Es editora.