La primera vez que la escuchรฉ no sabรญa, de verdad, quรฉ hacer conmigo. Hijo putativo del sonido Motown e hincha total del Rhythm & Blues mรกs renegrido, el descubrimiento de su voz me sacรณ de quicio. Literalmente: las paralelas de mis rieles se cruzaron y movieron hermosamente. ¿De verdad una niรฑa blanca podรญa ulular asรญ? ¿Cuรกnta culpa, cuรกntos galones de ginebra se necesitan para producir ese aullido a los veinte aรฑos? Aretha Franklin, Dinah Washington, Nina Simone y, por supuesto, Billie Holliday , todas ellas parecรญan haber copulado con Fatboy Slim y un arponazo de heroรญna. Por no hablar de una profunda borrachera a las diez de la maรฑana, diario. Era un demonio genuino, de cuyos labios salรญan llamaradas, iluminaciones. No es raro que haya caรญdo poco despuรฉs de Lucien Freud, otro. Nada ni nadie pudieron detenerla. “You Know I’m no Good” es ya un clรกsico conservado en Tanqueray. Todas sus letras son bellas autodeprecaciones, flagelos de lava, dagas de hiel. Con “Love is a Losing Game” dan ganas de tirarse al suelo y atropellar un camiรณn. Amy. Ay Amy. Y el apellido inverosรญmil: Winehouse. Ella ha regresado al negro, como siempre lo deseรณ. Esplรฉndido, irrefutable deathwish. Que no descanse en paz Amy Winehouse: su dolor es su flama.
