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Pulso de cuadradas piedras que se caen,

por cada una se desprende el valor de nuestra

/ amistad.

Cuadrada ciudad como cuentas de muchos colores:

cuadrilátero infernal de cerro en cerro,

desordenado para llegar a ti.

¿Cómo puedo contarlas, tan dispersas?

 

El vendedor las pesó bien,

pero nos engañaron.

Despilfarro de cuentas ámbar

contra el tiempo que duró nuestro encuentro.

El resultado de conversar sin aire en la colina:

una inquietud de contemplar tu mano,

ancha y cortante contra el filo del vaso de cerveza.

 

¿Qué ha quedado de nosotros?

¿La vanidad de mover las piedras

en el aire insatisfecho y sin ilusión?

¿Hojuelas de maíz tierno contaminadas por el / vapor

del distrito, quemadas?

¿Carne cruda de Japón

que estremece y entumece la doblez de mi lengua?

 

Pruebo un helado de té verde.

“Como masticar jade”, dices paralizando mi risa

/ nerviosa

al remover con la cucharita de plata el temblor

/ de la tierra.

Ese temblor de mi boca que recibe de tu mano

/ la joya invisible,

la promesa sostenida que me das a probar.

“Él fue mi juventud”, repito

y la cuchara suena.

Un broche de plata en la muñeca para cerrar un pacto

con el esfuerzo carbonizado de querer.

 

Pero las piedras dicen que volverás al comienzo

(tú conmigo).

Ellas regresan ahora como un pulso finito,

luego volverán como una soga alrededor del cuello

o dentro de un reloj acostumbrado a mentir.

Infinita caravana de piedras

rodeándonos.

Cuadriláteros portátiles

escupiendo cenizas art decó.

 

“El pulso por la vida”, ha dicho el vendedor, siempre

/ estafándonos.

Uno más de aquellos viejos anticuarios

a quien entregamos de por vida el valor de nuestra / amistad.

 

Y lo traje de vuelta, lo escondí bajo la almohada.

Lo oculté como pude para no masticar las veinticuatro / horas

cenizas de ámbar.

Porque ya te he perdido muchas veces

entre el rojo solitario del volcán

eructando su roca más incandescente, tú.

 

Ahora las piedras que me diste coronarán esta

/ erupción.

Quizás la última erupción bajo mi cabeza,

fríamente. ~

 

Reina María Rodríguez

(La Habana, 1952) Poeta y novelista. Su último libro publicado es una selección de su poesía traducida al inglés: “Violet Island and other poems” (Green Interger, Los Ángeles, 2004)

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