En el Diccionario de los polรญticos: verdadero sentido de las voces y frases mรกs usuales entre los mismos, para divertimiento de los que ya lo han sido y enseรฑanza de los que aรบn quieren serlo (Madrid, 1855), Juan Rico y Amat registra aspiraciones:
"Proyectos mal encubiertos de algunos polรญticos, dirigidos a alcanzar una elevada posiciรณn. […] Pocos, muy pocos, son los actores polรญticos que […] no aspiran a llegar pronto a primeros galanes"…
No incluye la palabra aspirantismo, que Josรฉ Marรญa Luis Mora usรณ en su famoso "Discurso sobre los perniciosos efectos de la empleomanรญa" (Mรฉxico, 1827):
"La propensiรณn insaciable del hombre a mandarlo todo y a vivir a costa ajena con el menor trabajo posible […] de los puestos pรบblicos y la creaciรณn de nuevos empleos a que aspirar […] ha hecho de la administraciรณn un campo abierto al favor, a las intrigas y a los mรกs viles manejos […] por el aspirantismo"…
En 1828, Lorenzo de Zavala escribiรณ tres artรญculos contra el aspirantismo, unos aรฑos antes de ser gobernador del estado de Mรฉxico, que no colmรณ sus aspiraciones (llegรณ a vicepresidente de la repรบblica de Texas). Su antecesor en la gubernatura apoyรณ un periรณdico de Toluca donde (segรบn Rafael Rojas) el poeta cubano Josรฉ Marรญa Heredia escribiรณ sobre "el aspirantismo, monstruo desorganizador" de la repรบblica mexicana.
La palabra aspirantismo nunca ha estado en los diccionarios de la Real Academia. Aparentemente, no se usรณ en Espaรฑa, sino en Mรฉxico y otros paรญses hispanoamericanos. Pero del uso polรญtico de la palabra aspirar (tomado del italiano) hay un ilustre antecedente. Fue recomendado por Juan de Valdรฉs (Diรกlogo de la lengua, 1535), que viviรณ en Italia y puso como ejemplo de aplicaciรณn: "Cada cardenal aspira al papado".
En el siglo XIX, el aspirantismo en Mรฉxico no se limitรณ a las intrigas: tomaba las armas. Muchos observadores se quejaron de la agitaciรณn interminable de pronunciamientos, asonadas y golpes de los aspirantes a mรกs. Porfirio Dรญaz logrรณ someter el aspirantismo armado (de los otros), pero en 1910 se le fue de las manos. La Revoluciรณn fue una explosiรณn de aspirantismo.
Los presidentes Calles, Cรกrdenas y Alemรกn lograron encauzarlo mejor que Dรญaz: organizando una larga cola trepadora que podรญa llegar hasta la presidencia sin tomar las armas. Pero el aspirantismo del presidente Salinas (a la reelecciรณn) rompiรณ el pacto del sistema, y desde su sexenio los capos armados andan sueltos. Tambiรฉn se soltaron los capos desarmados, y se volviรณ posible llegar a la presidencia sin hacer cola ni esperar la anuencia presidencial, como lo demostraron Vicente Fox y Felipe Calderรณn.
La cola de los que esperaban dรณcilmente su turno ya no existe. Ahora se amontonan, gritan, dan codazos para avanzar y meten zancadillas sin un Supremo รrbitro que organice el reparto del queso. Hay una competencia feroz por salir en televisiรณn y trepar hasta el mรกximo nivel de incompetencia; una obsesiรณn por los altos empleos, desconectada de la realidad: el trabajo serio que hace falta en Mรฉxico.
Lawrence J. Peter (El Principio de Peter) observรณ que los hospitales funcionan porque las enfermeras no pueden aspirar a mรกs, como los mรฉdicos, que sรญ pueden subir hasta su nivel de incompetencia. Todo lo que se organiza piramidalmente tiene ese problema: los ascensos conducen hasta un puesto fatal, donde la falta de capacidad arruina las aspiraciones (y de paso muchas otras cosas). Un buen mรฉdico en su consultorio tiene la satisfacciรณn de curar, pero como parte de una estructura administrativa tiene la insatisfacciรณn de no ascender.
El aspirantismo desperdicia a las personas competentes: las reduce a competidoras. En vez de que actรบen en lo que estรก a su cargo en beneficio del paรญs, se dedican a destacar en la competencia por llegar a mรกs. Para que todo se vuelva mรกs absurdo, las noticias y las conversaciones hablan a todas horas de los aspirantes a abandonar su puesto en pos de otro mejor, como si la vida nacional no fuera mรกs que eso.
Ante el estancamiento, los polรญticos han dado prioridad a la polรญtica del empleo: a la polรญtica de su propio empleo, a un costo inmenso para la sociedad; no sรณlo por lo que se pagan a sรญ mismos, sino por todo lo socialmente รบtil que no hacen (o hacen mal), ocupados como estรกn en aspirar a mรกs. No serรญa tan terrible que ganaran mucho, si realmente lo merecieran. Pero ni lo merecen ni renuncian.
Los que estรกn en la funciรณn x no se ocupan de x, sino de cuidarse las espaldas, mientras compiten por la funciรณn x x, mรกs importante y mejor pagada, donde supuestamente harรกn mรกs y mejor por el paรญs. Pero, si llegan, no hacen mรกs y mejor: se dedican a politiquear para trepar a la funciรณn x x x, todavรญa mรกs importante.
¿A quรฉ horas pueden ocuparse de lo que hace falta en el paรญs, si tienen que estar en el candelero de las relaciones pรบblicas, en la oscuridad de los golpes bajos, en la angustia de equivocarse y perder?
(Reforma, 27 marzo 2011)
(Monterrey, 1934) es poeta y ensayista.