Autoridades delincuentes

El subsecretario de Seguridad Pรบblica, responsable del Sistema Penitenciario Federal, no sale mucho en los periรณdicos. Lo que sale constantemente es el desastre de lo que estรก a su cargo.
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Hay un subsecretario de Seguridad Pรบblica responsable del Sistema Penitenciario Federal. Ademรกs, preside la Conferencia Nacional de sistemas estatales. Le corresponde:

 

  1. Proponer la polรญtica penitenciaria y las medidas que garanticen el adecuado funcionamiento del sistema.
  2. Coordinar la adopciรณn de esos lineamientos en las cรกrceles estatales, asรญ como el intercambio de informaciรณn y la homologaciรณn de estadรญsticas.
  3. Profesionalizar al personal penitenciario.
  4. Verificar el cumplimiento de los programas de readaptaciรณn social y el respeto a los derechos humanos.
  5. Coordinarse con la Policรญa Federal para la seguridad de los centros de reclusiรณn y el traslado de internos.

El subsecretario no sale mucho en los periรณdicos. Lo que sale constantemente es el desastre de lo que estรก a su cargo:
 
1. Fuga de reos, con la complicidad de las autoridades. ¿De quรฉ sirve el combate al crimen (que no es para matar, sino para encarcelar) y el horrendo sacrificio de vidas y recursos si, despuรฉs de que se logra encarcelar a un delincuente, se fuga y hay que perseguirlo de nuevo? El poder disuasivo de la fuerza pรบblica se vuelve ridรญculo si la cรกrcel no es en serio. Y hay dos fugas por semana, segรบn la propia secretarรญa (El Universal, 12 de agosto 2008). Que, segรบn el recuento hemerogrรกfico de El Universal (12 de junio 2011), aumentaron de una por semana en 2006 a cuatro por semana en 2010.

2. Industria de extorsiones telefรณnicas desde la cรกrcel, con la complicidad de las autoridades. Es monstruoso que la readaptaciรณn social consista en aprender un nuevo oficio criminal: el telemarketing de servicios de protecciรณn. Esta "readaptaciรณn" daรฑa a los reclusos, no sรณlo a sus vรญctimas. Los talleres de carpinterรญa no pueden competir con la escuela del crimen. Las cรกrceles, piadosamente llamadas ceresos (centros de readaptaciรณn social), deberรญan llamarse cerecris (centros de reciclamiento criminal). Segรบn el Vocero de Seguridad, en 2010 se recibieron 43,356 denuncias de extorsiรณn telefรณnica en el telรฉfono 088 (Blog de la Presidencia, 3 de mayo 2011). El Consejo para la Ley y los Derechos Humanos supone que el total anda por los dos millones anuales (El Universal, 9 de mayo 2011), o sea que sรณlo se denuncia el 2% de las llamadas de extorsiรณn.

3. Inseguridad en las cรกrceles: asesinatos, suicidios, motines, golpizas, violaciones y despojos, con la complicidad de las autoridades. Al clausurar un foro de justicia penal en la Suprema Corte, el entonces Secretario de Gobernaciรณn declarรณ que "las cรกrceles son un factor criminรณgeno que multiplica la violencia", "un microcosmos donde la violencia se recrudece de manera gravรญsima y donde la vida es un infierno" (Reforma, 23 de abril 2010). Segรบn El Universal (12 de junio 2011), hubo un homicidio cada tercer dรญa en las cรกrceles mexicanas en 2010. Pero si el Estado no puede garantizar la seguridad y el cumplimiento de la ley en esa millonรฉsima parte del territorio nacional, ¿cรณmo va a lograrlo en todo el paรญs?

La delincuencia libre pega y corre a esconderse. No es tan fรกcil localizarla en dos millones de kilรณmetros cuadrados. En cambio, el trรกfico de drogas y de armas dentro de las cรกrceles (y todo lo que se comete ahรญ) estรก localizado, rodeado de muros y a cargo de autoridades armadas. Los internos estรกn fichados, inermes y divididos. Que en las cรกrceles prevalezca la delincuencia sรณlo puede explicarse como negocio de las autoridades.

Frente a tamaรฑa realidad, leer la lista de funciones del subsecretario es un paseo por la irrealidad. Lo realista serรญa reducirlas a dos:

  1. Ver que las cรกrceles empeoran.
  2. Lamentarlo.

Se sabe de custodios maltratados, cuando no asesinados, porque denuncian a superiores. En el otro extremo, la tradiciรณn del Estado mexicano es considerar que los altos funcionarios no pueden ser responsables de lo que sucede allรก abajo. Combinaciรณn perfecta para que nadie sea responsable de nada: ni arriba, ni abajo.

Hay 429 cรกrceles en el paรญs, con 223 mil internos (aunque el cupo es de 183 mil), de los cuales 95 mil no han sido sentenciados y estรกn detenidos para lo que se ofrezca mientras decide el juez (cifras a febrero de 2011 en www.ssp.gob.mx). Estos nรบmeros eran semejantes en 2006 (220 mil internos), cuando empezรณ la persecuciรณn en gran escala de bandas criminales. O sea que la persecuciรณn no previรณ dรณnde meterlos, y todavรญa no tiene, cinco aรฑos despuรฉs.

Peor aรบn (como seรฑalรณ Miguel Carbonell en El Universal, 4 de noviembre 2010): si sรณlo hay tres mil internos mรกs, ¿dรณnde estรกn los numerosos detenidos por delitos contra la salud en el sexenio? Segรบn la Procuradurรญa General de la Repรบblica (Cuarto Informe de Gobierno, Anexo Estadรญstico, p. 80) de enero de 2007 a julio de 2010 hubo 96,538 detenidos por esos delitos. ¿De entrada por salida?

Acabar con el crimen dentro del sistema penitenciario puede parecer poca cosa, pero no lo es. En primer lugar, porque cientos de miles, si no millones, de mexicanos padecen los delitos cometidos desde las cรกrceles y en las cรกrceles. Ademรกs, porque esa limpia tendrรญa efectos multiplicadores. Demostrarรญa que la victoria contra la delincuencia organizada es posible, y mostrarรญa un buen comienzo: un territorio liberado con รฉxito visible.

Liberarรญa, ademรกs, a una multitud de personas que reciben llamadas de extorsiรณn. Privarรญa a los capos encarcelados de sus oficinas ejecutivas, servidumbre y recursos de operaciรณn desde la cรกrcel. Sacarรญa del infierno a decenas de miles de inocentes que estรกn ahรญ por error o mala fe, porque no saben espaรฑol, porque no pueden pagar la fianza o porque el defensor de oficio no sirve para nada. Sacarรญa tambiรฉn a sus familiares y amigos visitantes. Que vuelvan a su casa y su trabajo serรญa bueno, no sรณlo para ellos: harรญa menos infernales las cรกrceles sobrepobladas, ahorrarรญa espacio y gastos al Estado, restarรญa pupilos a la escuela del crimen.

Se habla de cambiar la estrategia contra el crimen organizado, y todo parece reducirse a suspender o no la presencia militar, en vez de reconfigurarla. Por ejemplo: militarizando la frontera contra la invasiรณn de armas norteamericanas. Por ejemplo: dando preferencia absoluta a imponer la violencia legรญtima y el Estado de derecho en las cรกrceles. Las autoridades delincuentes que estรกn a cargo del sistema penitenciario deben ser el primer objetivo del combate a la delincuencia.

 

 

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(Monterrey, 1934) es poeta y ensayista.


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