A cinco meses de las elecciones en Mรฉxico la percepciรณn sobre el poder del voto va del pesimismo al cinismo en buena medida porque a las elecciones se le atribuyen poderes casi sobrenaturales para realizar cambios inmediatos. Lo mismo sucede con el desencanto relativo al voto de los mexicanos en el extranjero: en gran medida es el resultado de expectativas poco realistas.
Si contar con la credencial para votar es un requisito indispensable para que los mexicanos residentes en el extranjero puedan votar, segรบn algunas (dudosas) estimaciones, alrededor de 4 millones de mexicanos estarรญan en condiciones de votar. Pero como hasta la fecha se han recibido 62, 057* solicitudes, la decepciรณn no se ha hecho esperar. Los mรกs decepcionados hablan del gasto “desmesurado y poco justificado” que realiza el IFE considerando el “poco interรฉs que hay”. Este argumento identifica interรฉs con participaciรณn, lo cual podrรญa ser errรณneo. Aunque podemos suponer que los que participan demuestran su interรฉs, no todos los que tienen interรฉs pueden participar, ya sea por motivos formales, como la falta de la credencial para votar; o informales, como la falta de tecnologรญa y tiempo para preparar la solicitud.
En los mรกs de 100 paรญses en donde tambiรฉn existe el voto desde el exterior el abstencionismo de los ciudadanos emigrantes tambiรฉn es muy alto, comparado con la participaciรณn de los ciudadanos residentes. Unos 13 paรญses reservan un nรบmero de escaรฑos del parlamento al voto de sus emigrantes -incluyendo a Francia, Portugal e Italia y, en nuestro continente, a Colombia-. Siguiendo este modelo, organizaciones de emigrantes mexicanos luchan por una “sexta circunscripciรณn” que les represente en ambas cรกmaras y no solo en la presidencia. Esta demanda ha sido presentada en dos ocasiones al Congreso (en 2002 por el PRD y en 2009 por el PRI). Sin embargo, Mรฉxico considera a los emigrantes como parte de la misma comunidad polรญtica y no como un grupo con intereses diferentes; de ahรญ que los votos enviados desde el extranjero se sumen a los emitidos dentro del territorio nacional.
Argumentos del desencanto
I. Es absurdo invertir tanto en el voto de quienes no viven en Mรฉxico y podrรญan emitir su voto sin estar bien informados.- Este argumento es insulso pues gracias a la disponibilidad de informaciรณn vรญa internet y otros medios de informaciรณn transnacionales –y muchos medios locales que vinculan a los mexicanos en las comunidades donde residen en el extranjero- es posible que muchos emigrantes estรฉn mejor informados que muchos votantes residentes en Mรฉxico. Por otro lado, y como reportรณ Romeo Guzmรกn, hay maneras de darle la vuelta al impedimento de no hacer campaรฑa fuera de Mรฉxico.
II. Los que votan desde el extranjero podrรญan “darse el lujo” de no sufrir las consecuencias del gobierno que resulte electo.- Esta tesis es miope pues claramente los mexicanos que votan en el extranjero pueden sufrir las consecuencias del gobierno elegido si deciden regresar (ese es su derecho) o si, residiendo en el extranjero, tienen que asumir las consecuencias de cambios radicales en la imagen de Mรฉxico que se proyecta al exterior o si se legisla sobre su estatus como nacionales fuera de su territorio.
III. El costo per cรกpita de los votos desde el extranjero.- Primero es necesario aclarar que no existen estimaciones confiables entre el costo de los votos en el territorio nacional y los votos emitidos desde el extranjero. El IFE no provee esta informaciรณn y las estimaciones que existen, a partir de datos generales del presupuesto del IFE, difieren radicalmente porque utilizan parรกmetros muy diferentes para calcular los costos. Tampoco las estimaciones internacionales son directamente comparables porque los mรฉtodos de voto desde el extranjero son muy diferentes, pero la razรณn del costo de un voto emitido en territorio nacional o desde el extranjero podrรญa estar entre 1:3 y 1:10. Como sea, el argumento de la diferencia entre costos se ha utilizado de manera alarmista desde la reforma electoral de 2005; es decir, mucho antes de que hubiera siquiera datos certeros sobre el presupuesto destinado al voto desde el exterior. En ese entonces los adversarios a la extensiรณn del sufragio estimaron que el IFE gastarรญa mรกs de 500 millones de pesos, nada menos que el doble de la cifra que finalmente se autorizรณ gastar al IFE en esta รกrea en el 2006. Algunos legisladores y acadรฉmicos simpatizantes del voto desde el extranjero defendieron el costo desigual de los votos dentro y fuera del territorio haciendo referencia a la contribuciรณn de los emigrantes a la entrada de divisas para Mรฉxico por vรญa de las remesas. A pesar de que aquella era una defensa vรกlida para la categorรญa agregada de “emigrantes mexicanos”, no lo era desde el punto de vista democrรกtico. El derecho a votar no es premio por las remesas, porque enviarlas o no es una decisiรณn voluntaria, individual y, en consecuencia, desigual entre los emigrantes. Mรกs sutilmente, hay quienes han justificado el costo del voto desde el exterior subrayando el valor de las “remesas sociales, culturales y polรญticas”; es decir, el aprendizaje, las habilidades, ideas y prรกcticas que los emigrantes transmiten a sus lugares de origen. Esa es harina de otro costal, pero tampoco va al grano de la justificaciรณn.
Triangulando las preferencias electorales y el perfil socioeconรณmico de los votantes mexicanos en el exterior algunas voces pesimistas sugieren que estos costosos votos estรกn limitados a unos cuantos privilegiados, probablemente con residencia asegurada o incluso una segunda ciudadanรญa. En lugar de desencantarnos, tal sugerencia tendrรญa que hacernos reflexionar que para los emigrantes mexicanos menos privilegiados la participaciรณn por medio del voto desde el extranjero es la รบnica oportunidad de ejercitar su derecho democrรกtico y que estรก en nuestro interรฉs -por la salud de nuestra democracia- promocionar y facilitar el proceso electoral para que participen todos los que tengan interรฉs en hacerlo.
IV. Un foco de controversia es precisamente el voto de quienes tienen doble nacionalidad, porque se asume que tienen “doble voto” y daรฑan el principio democrรกtico de “una persona, un voto”.- Esto es falso. Lo correcto es decir que las personas con dos nacionalidades tienen derecho a votar en dos comunidades polรญticas diferentes, donde su voto se cuenta solo una vez.
Para el caso de quienes dejaron de vivir en su paรญs de origen hace dรฉcadas o quienes son ciudadanos-nacionales de un paรญs por vรญa de sus padres, sin haber vivido jamรกs ahรญ, no hay una respuesta fรกcil. Pero parece obvio que los emigrantes de primera generaciรณn merecen ser incluidos y representados porque aรบn dependen de la protecciรณn de su paรญs de origen porque todavรญa son afectados por sus gobiernos, y porque, por razones vinculadas a sus biografรญas tienen un legรญtimo interรฉs en el futuro de su paรญs de origen.
Por รบltimo, un antรญdoto para el pesimismo respecto al voto desde el exterior es recordar que Mรฉxico es novato en el รกrea. Cuando se habla de “costos desmedidos” se olvida, por ejemplo, que en el 2006 una cuarta parte de los 238 millones de pesos ejercidos por el IFE se destinรณ a la difusiรณn del nuevo derecho y otra buena parte a crear la infraestructura organizativa mรญnima para arrancar: nuevas plazas estructurales, plazas por honorarios. Estos gastos pueden amortizarse conforme el voto desde el exterior se vaya volviendo rutina. Desde la reforma electoral de 2005 hasta las elecciones de 2006 el tiempo que tuvo el IFE impuso lรญmites a la planeaciรณn y aรบn asรญ, realizรณ consultas y estudios antes de elegir mรฉtodos de difusiรณn y mecanismos de votaciรณn remota que fueran incluyentes, sin sacrificar los principios que deben caracterizar al voto (autenticidad, neutralidad, secreto, etc.). Moviendo recursos dentro del mismo instituto, el IFE ya programรณ para el proyecto del voto desde el exterior en 2012 un presupuesto 40% mรกs bajo que el ejercido en 2006, a pesar de que ya asumiรณ el costo del envรญo de las solicitudes de registro y fortaleciรณ la difusiรณn en internet (no solo en su pรกgina, sino en los sitios mรกs visitados por mexicanos en el extranjero), medios de comunicaciรณn locales y transnacionales y embajadas. Tratando de evitar la experiencia del 2006 el IFE ya flexibilizรณ sus criterios de validaciรณn de las solicitudes a fin de rechazar el menor nรบmero posible, y hace apenas unas semanas (21 de febrero), consejeros del IFE, lรญderes migrantes y representantes de partidos polรญticos acordaron impulsar cambios legales para facilitar aรบn mรกs el proceso del voto desde el extranjero. La propuesta del IFE incluirรญa campaรฑas de credencializaciรณn y la posibilidad de explorar otras opciones de voto extraterritorial, por ejemplo, vรญa internet –lo que ya se hace en Estonia y Noruega y se utilizarรก este aรฑo para elegir al jefe de gobierno del DF. Para cada una de estas propuestas deberรกn sopesarse, otra vez, los riesgos y las posibilidades entre la accesibilidad de un mรฉtodo, el control de costos y la necesidad de respetar la integridad del voto. Todavรญa es necesario mejorar y para ello la crรญtica y la presiรณn de la sociedad civil han sido fundamentales para provocar cambios y evaluar costos. Eso sรญ, vale la pena dirigir nuestra capacidad crรญtica conmiras a la inclusiรณn, no al cinismo.
Los votantes mexicanos en el extranjero merecen votar porque siguen siendo mexicanos y el Estado estรก obligado a proteger y hacer valer el que es el derecho fundamental de la ciudadanรญa. Hay grandes discusiones normativas respecto a la pertinencia de seguir identificando la ciudadanรญa con la nacionalidad, o si se les deberรญa disociar. Estรก claro que para millones de personas en el mundo la idea de conservar de por vida la nacionalidad-ciudadanรญa que se obtiene al nacer ha quedado rebasada por una realidad de movilidad laboral, uniones familiares internacionales, pertenencias mรบltiples y cambiantes y, sobre todo, por el derecho de dejar el paรญs de origen para buscar un mejor futuro.
* En 2006 se registraron 54, 780 solicitudes que terminaron siendo 32, 632 votos.
es candidata al doctorado en Ciencia Polรญtica en la Universidad de Bremen. Le apasiona investigar la relaciรณn entre polรญticas de ciudadanรญa y de migraciรณn en regรญmenes democrรกticos.