Cotidianidades ajenas

Legitimar la ideologรญa con la palabra es valioso mientras esta cobre vida en prรกcticas concretas en nuestra cotidianidad.
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El otro dรญa, un seรฑor que entrรณ a la biblioteca mรณvil donde trabajo un par de veces a la semana, resultรณ muy platicador y muy interesante. Se presentรณ, como todas las personas que entran curioseando y que terminan quedรกndose a charlar: nos contรณ con buen รกnimo que es un padre de familia de Ecatepec, y que andaba por el Centro Histรณrico de la ciudad resolviendo unos pendientes; lo dijo mostrando los documentos que llevaba bajo el brazo. Platicando los que estรกbamos, trabajadores y usuarios de la biblioteca, sobre la desigualdad entre hombres y mujeres, el seรฑor pidiรณ amablemente la palabra para decir que รฉl de ninguna manera era feminista, pero que le gustarรญa que a las mujeres, "la flor mรกs bella que Dios le habรญa dado al hombre", se les paguen los mismos sueldos que a sus contrapartes masculinas. Llamรณ la atenciรณn la insistencia del hombre en no identificarse como feminista, y tambiรฉn en declararse ignorante, pues apenas habรญa terminado hace muchรญsimos aรฑos la secundaria; lo dijo alzando los hombros y sacudiendo la cabeza, un gesto de disculpa y de excusa, excusa tal vez para acomodarse en cierta incapacidad para opinar, en cierta protecciรณn, por si aquello que diga no tuviera sentido. Mรกs adelante, revelรณ que a una de sus hijas la habรญan asesinado; nos pareciรณ que habrรญa sido hace mucho tiempo porque lo narraba con soltura y en sus gestos no encontramos un rastro de tristeza. Tambiรฉn comentรณ que algunas veces, de las que ahora se arrepiente, golpeรณ a su esposa. Reparรณ, sin embargo, en que ha cambiado, en que ha aprendido que las mujeres son las mejores acompaรฑantes para el hombre: lo equilibran, le muestran el camino, lo sosiegan. Pero que, en definitiva, no es feminista porque รฉl no es homosexual.

Hablando con รฉl fue inevitable pensar en de quรฉ manera, entonces, nuestros discursos sobre la equidad impactan en la sociedad, en si acaso resuenan en esta. Inevitable pensar en que es necesario devolver la lucha, el debate, a los espacios pรบblicos, pero fรญsicos. Legitimar la ideologรญa con la palabra es valioso mientras esta cobre vida en prรกcticas concretas en nuestra cotidianidad. Sรญ, primero ahรญ, desde luego, pero sin olvidar que algunos somos un puรฑado de ¿privilegiados? con una opiniรณn y otros somos un puรฑado de subjetividades, todas mรกs o menos articuladas, que casi no se tocan. Y cuya discusiรณn no estรก nomรกs en las columnas de los periรณdicos, (porque se escribe buscando, decretando y contradiciendo, preguntando, tratando de entender, se escribe para creer), sino en las cotidianidades ajenas, con frecuencia invisibles las unas para las otras. Sin soltar la pluma, en todo caso, debemos integrar los otros modos de comunicaciรณn, las conversaciones, las formas de debate que acontecen en la experiencia de toda la sociedad a la que pertenecemos, que es la razรณn de ser de los argumentos y de los prestigiosos aparatos crรญticos; que es tan grande y tan plural que encontramos personas, como el seรฑor que el otro dรญa nos visitรณ, convencidas de que categorรญas como feminismo y homosexualidad, por decir lo menos, se confunden en la teorรญa y se condenan en la prรกctica.

 

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