No me ausculta.
Prefiere que le mire.
Desde su página soy
una oportunidad
para saber que sabe.
El blanco en el que vive vibra
como una piel caliente.
En la sala de espera nadie espera.
Navegan los sonidos del pasado
rizándose en el aire y dejando sus hilos.
De mi umbral del dolor quiere que hable:
–Depende del entorno –le digo por decir.
Me hace creer que soy su reto,
que le importo y que de mí depende.
Tiene a mano el silencio, su textura de miga,
por si acaso.
Los minutos transcurren
como si fueran siglos y brotasen:
fuentes de agua o sol.
No me receta nada
o sí, que vuelva. ~