El Armagedón apocalíptico de Marco Rubio

Marco Rubio se ha abierto un espacio importante en la contienda y tiene buenas posibilidades de ganar la nominación del partido porque no está en los extremos de Ted Cruz y Trump.
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Cada vez que escucho los debates republicanos me queda la sensación de que pronto habrá un ataque terrorista y una guerra nuclear, y que ya se va a acabar el mundo (pero no por el cambio climático, eso pasa cuando escucho a Bernie Sanders). En el debate del 28 de enero en Des Moines, Iowa, al describir su estrategia contra grupos extremistas, Marco Rubio explicó que hay que aumentar la capacidad militar de Estados Unidos  porque es la única forma de evitar el Armagedón apocalíptico que ISIS tiene planeado. Lo mismo en el caso de Irán: ¿quién pensaría en mantener el acuerdo nuclear que negoció Obama conociendo las visiones apocalípticas del líder supremo de Irán, cuyo objetivo –según Rubio- es dominar la región y secuestrar a “América”?

Sin Donald Trump en el debate, y con un sólido tercer lugar en las votaciones en Iowa, Marco Rubio se ha abierto un espacio importante en la contienda y tiene buenas posibilidades de ganar la nominación del partido porque no está en los extremos de Ted Cruz y Trump, se ha distanciado del “establishment” que representa Jeb Bush y ha tenido muy buenos resultados en los debates. Días después del más reciente, un comunicado del National Immigration Forum Action Fund, una de las principales organizaciones que cabildea a favor de una reforma migratoria, celebraba que Rubio tuviera una postura “más constructiva” respecto al tema migratorio.

Es cierto que este debate no llegó a los extremos ridículos de que hay que deportar a todos los criminales (sobre todo a los que “manda” México), o que habría que crear un registro nacional para los musulmanes. Aún así, quedó muy claro que el tema migratorio incomoda a Rubio, quien lucía agitado al explicar por qué apoyó la propuesta bipartidista de una reforma migratoria en 2013 (el famoso “Gang of 8 Bill”, que incluía la regularización del estatus de los mirantes indocumentados, un tema que Rubio había criticado como una amnistía que jamás aceptaría), y por qué finalmente retiró su apoyo a la legislación, dejando a la vista sus cálculos políticos. Ahora, propone un a política migratoria completamente enfocada en la seguridad. Lo “constructivo” de su postura se lee así solo por el contraste con Cruz y Trump. Los conservadores no confían en él y los moderados tampoco, a pesar de que les cuente una y otra vez la historia de cómo su familia llegó de Cuba y logró cumplir el sueño americano.

Otra tema espinoso para Rubio es su conexión con el electorado latino. Un artículo reciente de Roberto Suro explica cómo ni Rubio ni Cruz se identifican como candidatos latinos y navegan con mucho cuidado al hablar de sus orígenes. Como bien dice Suro, todo puede cambiar conforme la campaña se mueva hacia los estados en donde hay mayor población latina, pero la postura de Rubio en el tema migratorio y su distanciamiento de la comunidad latina son indicadores de algunas de las debilidades que enfrentará en una campaña por la presidencia. Si fuera Rubio, me preocuparía más por esto que por el Apocalipsis que nos espera. 

 

 

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es profesora de estudios globales en The New School en Nueva York. Su trabajo se enfoca en las políticas migratorias de México y Estados Unidos.


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