Un concepto muy rizado en este mundo solipsista es eso que llamamos la otredad, la cuestiรณn de percibir al otro y cรณmo lo hacemos. Generalizo, por supuesto, pero antes de condenarme por dogmรกtica tratemos de aclarar el punto: lo que ahora nos parece cool y hipster estรก viciosamente emparentado con la narrativa del โeterno turistaโ: pasar la vida de lejos, pensando que todo es folclor; que las personas y las cosas estรกn allรญ como artesanรญas baratas, para nuestro deleite y risita efรญmera. Me refiero a las crรณnicas de viaje y documental pseudo โgonzoโ que produce la franquicia Vice (que empezรณ como una revista independiente en Montreal pero que ahora tiene brazos en todo el continente americano, con lรญneas de ropa y otras cosas) en su pรกgina. No se trata de satanizarlos, pues tienen su lado divertido, pero sรญ de poner en prรกctica nuestra lectura crรญtica. En la mayorรญa de los casos, cumplen con la labor de semi-informar (cosa que ya semi-se agradece), pero al mismo tiempo proponen โquizรก no del todo concientesโ la perfecta banalizaciรณn de un tema.
Me ocupa ahora el documental que trata sobre el Narco Cine Mexicano, donde el fundador-celebridad indie Shane Smith se da una empapada de pueblo en el rodaje de un videohome en Tijuana. Muy interesante es el hecho de que para comprar uno de estos videos, la primera parada de Shane sea el meritito Austin, Texas. Hasta en eso, parece que aquรญ las hacemos y allรก las consumen. La materia prima sale de aquรญ, pero el mercado y el know how para comercializarlas estรก allรก. Muy bien el documental cuando habla del leit motif de estas pelรญculas: trocas, corridos, sexo, mujeres fatales, buenos y malos policรญas. Mucha coca y mucho balazo, nada del otro mundo, como se sabe. Nos da mucha risa que los filmes tengan tรญtulos como La Ram Blanca, La Hummer Negra, La Durango Roja. Cuando empezamos a desconfiar es cuando Shane asegura, en medio del Zรณcalo del Distrito Federal, que estรกn โfascinadosโ con la cultura de la droga en Mรฉxico. Quizรกs les parezca muy chistoso que en los รบltimos cuatro aรฑos esta narcoguerra haya dejado 23 mil muertos oficiales (un promedio de 22 personas diarias): casi el total de las pรฉrdidas humanas de la Guerra de Corea. Fascinado estรก, claro, porque no vive aquรญ. Es esta misma fascinaciรณn que lo hace aventurar incluso un brevรญsimo resumen de este paรญs: โbรกsicamente, una supercarretera de la droga que llega desde el sur a Estados Unidosโ.
Procede pues el turista a medio observar, a medio investigar y a medio decir. En su casa de Cuernavaca, el entrevistado de cajรณn, Don Mario Almada, asegura haber hecho de todo โmenos de jotoโ a sus 87 aรฑos y nunca haber investigado de dรณnde vienen los fondos para filmar rapidito y sin problemas. โNunca preguntรฉโ, dice. โEran buenas personasโ. Jorge Reynoso, uno de los actores mรกs populares en el videohome de narcos, va un poquito mรกs lejos: โNunca fui dedo, por eso sigo vivoโ. Aquรญ hay informaciรณn dura, importante, por lo menos la historia de un personaje para quien callar (no apuntar al culpable, no ser dedo) significa ganarse el derecho a vivir, pero el documentalista prefiere pasar a lo que sigue โel jueguito de participar en una filmaciรณn con putas reales (sic) y toda la cosaโ sin detenerse en nimiedades. Tampoco nos rasguemos las vestiduras: un clip para la web de 26 minutos no tiene una vocaciรณn documental seria, aunque a la vista de esta mexicana, tantos recursos estรฉn desaprovechados. Al final, a uno le queda la sensaciรณn de estar dentro de una jaulita dando vueltas, mientras Shane nos avienta pedacitos de comida y se rรญe de nuestras monadas. Quizรกs un detalle visual sea ampliamente rescatable: aquella puntada del camarรณgrafo, que se detiene graciosamente en el tรญtulo de uno de los videohome: Me chingaron los gringos.
โ Ira Franco