El voto y su sombra

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En una reciente emisiรณn de debate polรญtico en Telemadrid, Joseba Arregi, la voz mรกs razonable del nacionalismo vasco, formulaba un diagnรณstico pesimista al hacer balance de la legislatura que acaba: โ€œZapatero como cรณnsul, y Rajoy como procรณnsul, nos han puesto al borde del abismoโ€. Sin duda, la apreciaciรณn es exagerada, pero encierra un fondo de verdad. Uno al frente del gobierno, otro como lรญder de la oposiciรณn, han generado una situaciรณn de caos inesperada y poco acorde con los รฉxitos registrados en el proceso de modernizaciรณn espaรฑol a lo largo de la รบltima dรฉcada. Ambos parecen empeรฑados en acumular errores y gestos inรบtiles.

 En el mismo dรญa en que Arregi emitรญa su juicio, Zapatero presidรญa la puesta en marcha de su Alianza de Civilizaciones en una ceremonia faraรณnica y pronunciaba un discurso-programa con decenas de propuestas que la prensa no se ha tomado el trabajo de analizar y sin idea alguna que mereciera la atenciรณn de los observadores, mรกs allรก de los habituales tรณpicos sobre los bienes del entendimiento entre culturas y religiones. El cofundador Tayip Erdogan se ocupaba en su discurso de advertir a Europa acerca de la necesidad de aceptar a Turquรญa, poco despuรฉs de que los servicios de seguridad turcos y espaรฑoles se enfrentaran a empellones en la puerta. La mรญnima asistencia de polรญticos relevantes โ€“jefes de Estado de Argelia, Malasia, Eslovenia y Finlandia, ni siquiera de Marruecosโ€“ subrayรณ el escaso eco de un acto silenciado por las principales cadenas de informaciรณn mundial, e incluso por la prensa turca internacional. Grandes palabras y 2,6 millones de euros gastados para casi nada.

De momento, pura folie des grandeurs en la mejor tradiciรณn espaรฑola. Entre tanto, el candidato popular a la presidencia, Mariano Rajoy, tras eliminar todo elemento de democracia en el proceso de designaciรณn de las candidaturas del PP, cedรญa a las presiones de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, y excluรญa de la candidatura por la capital a su alcalde, Alberto Ruiz Gallardรณn, hombre โ€œpopularโ€ y popular, una eliminaciรณn que lo era tambiรฉn del principal atractivo con que contaban los conservadores para el electorado de centro, poniendo ademรกs en peligro la cรณmoda mayorรญa de que el partido viene disfrutando en la capital. Y de nรบmero dos sitรบa a un empresario lรบcido y batallador, Manuel Pizarro, protagonista de una de las mรกs importantes y viscosas luchas econรณmicas de estos cuatro aรฑos, de la cual saliรณ espectacularmente enriquecido a tรญtulo personal, lo cual, como su vรญnculo con la CEOE y la amistad con Aznar, puede permitir una acciรณn eficaz de desgaste de su figura desde los medios socialistas. Corre ademรกs el riesgo de parecer un sucedรกneo del ausente Rato, incompatible despuรฉs de su regreso a Espaรฑa con Rajoy, que figura casi รบltimo en las encuestas de valoraciรณn de los lรญderes polรญticos, precaria plataforma para alcanzar la presidencia del paรญs. Por lo menos, su incapacidad de integrar a las personas mรกs valiosas โ€“y rentablesโ€“ del partido, ha sido total. Asรญ, si sucede lo casi inevitable aunque el PP logre ser primer partido por nรบmero de votos, pero lejos de formar gobierno, tendrรก la suficiente experiencia para escribir un libro muy รบtil sobre cรณmo perder unas elecciones.

La legislatura 2004-2008 ha estado afectada de principio a fin por su pecado original: tener a su frente una mayorรญa formada en torno al PSOE, a favor del vuelco en la opiniรณn, cuyo origen estuvo en los atentados islamistas del 11-M. La obstinaciรณn del gobierno Aznar en sostener la autorรญa de ETA, con la creencia ampliamente extendida de que la acciรณn terrorista fue un castigo por la intervenciรณn espaรฑola en Iraq, deshicieron una situaciรณn de empate tรฉcnico, que por otra parte difรญcilmente hubiera llevado a Rajoy a la Moncloa. Como ademรกs desde la izquierda, con la bendiciรณn implรญcita del PSOE, se animรณ la campaรฑa de movilizaciones contra sedes populares en la jornada de reflexiรณn previa al voto, con la consiguiente irritaciรณn del PP, estaban servidos los ingredientes para que el gusto amargo de la derrota inesperada se mantuviese hasta el punto de determinar la forma de oposiciรณn polรญtica a lo largo de estos cuatro aรฑos.

 En tรฉrminos de baloncesto, ha sido un pressing permanente en toda la cancha, condenando las actuaciones del gobierno en cada ocasiรณn y bajo cualquier pretexto, trรกtese del nuevo Estatuto de Cataluรฑa, de la inflaciรณn provocada por la subida del petrรณleo o de un atasco de fin de semana. Al mismo nivel que la polรญtica del gobierno sobre ETA era puesta la imputada falsedad en las informaciones sobre el 11-M, de manera que el cuadro totalmente embadurnado impedรญa ver las figuras.  Asรญ, en un punto de especial importancia, por condenar toda negociaciรณn con ETA, aunque sea para encauzar su eventual disoluciรณn, la crรญtica del PP olvidรณ en todo momento que la responsabilidad de Zapatero habรญa consistido, no en โ€œdialogarโ€ con ETA, sino en hacerlo al margen de la resoluciรณn del Congreso que รฉl mismo habรญa hecho aprobar, con los requerimientos de que estuviera fundada la expectativa de abandonar โ€œla violenciaโ€ y con la exigencia de que no hubiera una negociaciรณn polรญtica. En ambos extremos, Zapatero vulnerรณ las condiciones del Congreso y mintiรณ durante meses a la opiniรณn. Un pequeรฑo detalle en que el PP no se fijรณ, del mismo modo que renunciรณ a hacer la mรกs mรญnima labor de explicaciรณn de su no al Estatuto de Cataluรฑa. Como resultado, Zapatero no tuvo necesidad de entrar en el debate polรญtico, algo que detesta, limitรกndose a destacar que el PP condena siempre por condenar, ya que es un partido reaccionario, incapaz de comprender el sentido reformador de la acciรณn del gobierno y, por lo que concierne a ETA, sus intenciones de โ€œpazโ€.  A partir de este punto, corresponde a los medios transmitir y amplificar las posiciones enfrentadas en una interminable pelea de carneros. Es โ€œla crispaciรณnโ€.

La confusiรณn entre el ansia de censura universal del PP y la obsesiรณn por vengar una derrota electoral que consideraba un robo, privรณ asรญ a los conservadores de una credibilidad que hubiesen podido ganar centrรกndose en los puntos dรฉbiles de la gestiรณn socialista.  Al sobrevenir el โ€œalto el fuego permanenteโ€ de ETA, Rajoy se situรณ por un momento correctamente, a la expectativa de que el presidente se atuviera a las pautas marcadas por el acuerdo del Congreso, datos fehacientes de una voluntad de desarme y no negociaciรณn polรญtica, pero pronto pasรณ a condenar preventivamente el โ€œdiรกlogoโ€ y sus eventuales resultados. Secundรณ la conversiรณn del malestar razonable de las vรญctimas del terror etarra en manifestaciones callejeras con un claro sabor de extrema derecha, donde se fundรญa el tema de la conspiraciรณn del 11-M. No supo explicar las razones de la oposiciรณn al Estatut ni hacer otra cosa que propiciar el regreso a formas de nacionalismo espaรฑol ya superadas. Todo ello con un fondo de ruido permanente. Asรญ blindรณ un electorado, a costa de renunciar a la conquista de un centro-derecha menos agreste, como el representado por Ruiz Gallardรณn. Por fin, en la cuestiรณn de las listas de candidatos, la mezcla de autoritarismo al asumir personalmente las decisiones, y de debilidad, cediendo al รณrdago de Esperanza Aguirre, deteriora aรบn mรกs su imagen, sobre todo si pensamos que procede asรญ en un momento de empate tรฉcnico en las encuestas.   

De ahรญ que el Gobierno insista mucho mรกs en la destrucciรณn de la imagen del adversario que en promocionar de forma concreta sus propios logros. En este aspecto, se limita a una permanente operaciรณn de marketing de escaso calado, con un panglosiano todo va a lo mejor en el mejor de los mundos. Su objetivo principal consiste en la movilizaciรณn de un electorado de izquierda que sorpresivamente acudiรณ a votar el 14 de marzo de 2004 y que ahora puede tener sus dudas sobre la competencia polรญtica de un Zapatero demasiado seguro de sรญ, demasiado superficial y demasiado mendaz. El retrato que de รฉl ha hecho su amigo y casi hagiรณgrafo Suso de Toro, en el libro Madera de Zapatero [ver p. 68],  nos da la imagen de un hombre enamorado de sรญ mismo y de su voluntad de poder, leninista en la gestiรณn del partido y excelente maniobrero, de lo cual ha dado sobrados ejemplos al superar las catรกstrofes polรญticas por รฉl causadas en la gestaciรณn del Estatuto de Cataluรฑa y en el โ€œproceso de paz vascoโ€. Superficial, porque segรบn explica en el prรณlogo a un libro del ex ministro Jordi Sevilla, โ€œideologรญa significa idea lรณgica y en polรญtica no hay ideas lรณgicasโ€. Hay que actuar sobre los datos del momento y para el momento siguiente, con tal de mantener el propio poder. Hรกbil en la maniobra, porque a pesar de todo logrรณ incorporar al catalanismo moderado a รบltima hora para que el Estatut, por encima de sus tremendas deficiencias, llegara a ser votado, y en el caso vasco, a fuerza de macerar las conciencias con que si errรณ fue por su buena voluntad de salvar vidas, ha conseguido ensombrecer una realidad de incumplimiento del acuerdo del Congreso. Hoy sabemos que el presidente no tenรญa datos ciertos de que ETA fuera a desarmarse y admitiรณ una negociaciรณn polรญtica (aunque luego rechazase las aspiraciones de ETA), omitiรณ una imprescindible informaciรณn del proceso y sus resultados a la opiniรณn pรบblica, mintiendo al afirmar de modo solemne la โ€œsuspensiรณnโ€ de todo contacto tras el atentado de Barajas, y, en fin, segรบn sus propias declaraciones a El Mundo, si mantuvo el diรกlogo en los primeros meses de 2007 eso fue a peticiรณn de instituciones internacionales. No las citรณ, pero una de las dos que le devolvieron al buen camino de โ€œdialogante-por-encima-de-todoโ€ fue el Sinn Fein. El Sinn Fein como asesor del Gobierno de Espaรฑa en el tema ETA. Sobran los comentarios.

El balance polรญtico del gobierno Zapatero tiene asรญ dos caras de opuesto signo. Algunos de sus ministros, como Solbes o Alonso, han dado pruebas de una excelente capacidad.  Ciertamente a favor de la coyuntura mundial y de la recepciรณn masiva de inmigrantes, la economรญa ha crecido por encima de nuestro entorno europeo y Solbes, muchas veces en desacuerdo ante las ocurrencias de Zapatero y sus concesiones a Cataluรฑa, ha sabido dirigir el paรญs hasta un nivel รณptimo de bienestar, por desgracia ahora puesto en cuestiรณn ante la perspectiva de un cambio de ciclo. Otro buen ejemplo: el ministro Alonso en Interior. Supo asumir la difรญcil herencia del 11-M y desde entonces la polรญtica de su ministerio, por encima de la pasividad de Educaciรณn y en parte de Justicia, ha contenido eficazmente las amenazas terroristas. En la modernizaciรณn de los usos sociales, desde la uniรณn de homosexuales a la enseรฑanza de la Ciudadanรญa y a las leyes asistenciales, el Gobierno Zapatero ha ofrecido la excelente imagen que le convirtiรณ por el momento en innovador de la socialdemocracia en Europa. Ello sirviรณ ademรกs para marcar una divisoria frente a una derecha catรณlica que es hoy una sucursal poco documentada pero muy agresiva de la nueva polรญtica de โ€œsoberanรญa de Diosโ€ propugnada por Benedicto XVI.  Paradรณjicamente, la movilizaciรณn de los obispos y de sectas como los kikos, si bien constituye una amenaza para la convivencia civil a medio plazo, de momento avala la asociaciรณn entre voto popular y extrema derecha, que  puede llevar a una parte reticente del electorado a votar PSOE.

La vertiente negativa corresponde a la polรญtica de Estado, allรญ donde el estilo de hacer polรญtica de Zapatero provoca desviaciones mรกs espectaculares. Como el bulldog con que le compara De Toro, Zapatero es poco inteligente, se forma opiniรณn de los grandes problemas sin cuidarse de las ideas y sรญ de las conveniencias a corto plazo, y una vez ha mordido con la decisiรณn, ya no suelta el mordisco pase lo que pase. Le sucediรณ en el caso catalรกn, a cuya puesta en marcha fue arrastrado por las ideas del nuevo catalanismo de Pasqual Maragall, de raรญz progresista y fondo arcaizante, con la Corona de Aragรณn en la lejanรญa y la perspectiva de consolidar su presidencia en lo inmediato. Luego, a la vista del desastre, sรณlo hubo tiempo de alcanzar una soluciรณn cargada de problemas, productora de frustraciones y amenazada por la declaraciรณn de una evidente inconstitucionalidad.

De paso, la batalla por el control del Tribunal Constitucional mostrรณ la escasa importancia que populares y socialistas confieren a la independencia del poder judicial. La maraรฑa en torno al โ€œproceso de pazโ€ aumentรณ aรบn mรกs la sensaciรณn de que Zapatero reproduce la vieja posiciรณn del rey absolutista Jacobo I de Inglaterra, de los jueces como leones bajo el trono. En la agonรญa de la tregua de ETA, el paso al hospital del terrrorista De Juana, la semilegalizaciรณn de anv, el testaferro de Batasuna, la tolerancia hacia las actividades pรบblicas de ETA, el olvido total de las vรญctimas, fueron las muestras de una subordinaciรณn del judicial al ejecutivo, incompatible con los principios del Estado de derecho. A favor de que los medios de comunicaciรณn prรณximos al PP se dedicaban a un bombardeo masivo, sin precisiones, el Gobierno pudo salvar tales escollos  al establecer de un flujo circular  con sus propios medios, orientado en cada momento a proporcionar la versiรณn de los acontecimientos deseada por el Gobierno. Asรญ, no era el gobierno quien explicaba la negociaciรณn fallida con ETA, sino su prensa y su televisiรณn afines. Y si no habรญa argumentos, entraba en juego el espejo para poner en primer plano el boicot a la paz ejercido por el PP.

Progresismo y buenas intenciones de fachada, oportunismo y manipulaciรณn de fondo. En unas recientes declaraciones en televisiรณn, la secretaria de Exteriores para Amรฉrica Latina, Trinidad Jimรฉnez, ofrecรญa un perfecto ejemplo de ese lenguaje engaรฑoso: a su juicio, la democracia progresa en todos los lugares en Amรฉrica Latina, desde hace un par de dรฉcadas, y ahรญ estรกn Argentina y Brasil; del progreso de la democracia en Venezuela y en Cuba, ni palabra. Asรญ, Espaรฑa ha logrado sin nada a cambio que Cuba supere las sanciones de la Uniรณn Europea, trata con โ€œrespetoโ€ a Putin sobre Chechenia, abandona a los saharauis, apoya a Chรกvez, invita a Irรกn al Foro de la Alianza de Civilizaciones para que su viceministro acuse a los Estados Unidos de terroristas y apoya la aspiraciรณn europea de Turquรญa, lo que en sรญ mismo es muy justo, pero como un cheque en blanco y sin que el espectro del abuelo fusilado por los franquistas, siempre esgrimido por el presidente, le obligue a pedir un cambio de actitud turco sobre el genocidio armenio o en la polรญtica de protecciรณn de las minorรญas cristianas. No ha de extraรฑarse Zapatero de que en sus grandes iniciativas quede siempre aislado.

Por encima de todo, ha hecho tambalearse el delicado equilibro en que se encontraba el Estado de las autonomรญas, abriendo un camino incierto cuyo horizonte mรกs prรณximo serรญa una confederaciรณn, y el de mayor riesgo, antes inexistente, la segregaciรณn. Los nacionalismos conocen el precio que pueden hacer pagar despuรฉs de las elecciones a un Zapatero cuya prioridad es mantener la presidencia. Acuerdo sobre la Constituciรณn (ยฟ?) con el Partido Popular, coaliciones con CIU y PNV para โ€œdar estabilidad al Estadoโ€. ยฟAceptando el referรฉndum pro-autodeterminaciรณn enmascarado que contra viento y marea quiere llevar adelante Ibarretxe en octubre prรณximo a cambio de sus votos de investidura? No es momento para hablar de eso. Es tiempo de elecciones. ~

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Antonio Elorza es ensayista, historiador y catedrรกtico de Ciencia Polรญtica de la Universidad Complutense de Madrid. Su libro mรกs reciente es 'Un juego de tronos castizo. Godoy y Napoleรณn: una agรณnica lucha por el poder' (Alianza Editorial, 2023).


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