Enrique Krauze: los debates como soluciĆ³n

El actual proyecto de reforma constitucional en materia electoral presenta una nueva ocasiĆ³n para considerar una tarea urgente: la integraciĆ³n de los debates pĆŗblicos y razonados como parte fundamental y cotidiana de la vida democrĆ”tica de la naciĆ³n.
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LOS DEBATES COMO SOLUCIƓN

El actual proyecto de reforma constitucional en materia electoral presenta una nueva ocasiĆ³n para considerar una tarea urgente: la integraciĆ³n de los debates pĆŗblicos y razonados como parte fundamental y cotidiana de la vida democrĆ”tica de la naciĆ³n.

A propĆ³sito de esta discusiĆ³n originada en nuestras cĆ”maras legislativas, pero que deberĆ­a extenderse de forma sistemĆ”tica y organizada al conjunto de la sociedad, ofrecemos la siguiente selecciĆ³n de fragmentos, publicados originalmente en las pĆ”ginas de Letras Libres y del periĆ³dico Reforma, que explican la necesidad de institucionalizar la deliberaciĆ³n pĆŗblica y esbozan un posible camino para realizarlo.

 

Enrique Krauze

Letras Libres, mayo 2004

La democracia –precisa Amartya Sen– no reside sĆ³lo en la expansiĆ³n del voto y las elecciones libres. "La gloria" de la democracia estĆ” en "el debate pĆŗblico abierto". La razĆ³n es clara: todo lo que se sabe en verdad, y se discute con claridad pĆŗblicamente, crea una especie de masa crĆ­tica que presiona al sistema polĆ­tico en el sentido correcto.

La pertinencia de esa idea para el caso mexicano es obvia. Nuestras fallas denotan una comĆŗn falta de claridad sobre la agenda de nuestros problemas nacionales, sus posibles soluciones y el papel que a cada uno le corresponde en ellas. Vivimos una Babel cotidiana en donde lo fundamental se confunde con lo nimio. Es preciso buscar una salida racional a esta confusiĆ³n reinante, es necesario salir de Babel. En la EspaƱa democrĆ”tica, los partidos de izquierda y derecha decidieron que su paĆ­s debĆ­a ser plenamente moderno, y lo lograron en una generaciĆ³n; en Brasil, el presidente Lula creĆ³ foros de discusiĆ³n que han resultado muy Ćŗtiles en la aprobaciĆ³n de algunas de sus reformas. Nosotros no tenemos siquiera un acuerdo de cĆ³mo resolver nuestros desacuerdos. Ante esta situaciĆ³n, y en vista del adelanto imprevisto de la carrera presidencial de 2006, hay que discurrir iniciativas sociales de discusiĆ³n pĆŗblica. Los temas sobran, lo primero y decisivo es el formato. Hay varios ejemplos en la televisiĆ³n internacional: "Face the Nation" y "60 Minutes" en Estados Unidos, "Porta a porta" en Italia, "Hardtalk" en la bbc. Los programas actuales en la radio y la televisiĆ³n –repito– son muy meritorios, pero su formato tiende a ser discursivo y acadĆ©mico, pasan a horas difĆ­ciles, quizĆ” por falta de apoyo en los anunciantes. Por eso aquĆ­ (en Letras Libres, y contra la costumbre de los intelectuales) proponemos una idea concreta: si el objetivo es sustanciar la democracia elevando la calidad del debate, deberĆ­a crearse un ComitĆ© de OpiniĆ³n PĆŗblica (dependiente quizĆ” del ife, aunque no necesariamente) encargado de organizar debates (televisados y radiados en los horarios de alta audiencia, patrocinados por un grupo tal vez revolvente de anunciantes privados) sobre los grandes problemas nacionales. Este ComitĆ© podrĆ­a invitar a debatir a miembros de los tres poderes, pero tambiĆ©n a representantes de la sociedad civil (sobre todo a los jĆ³venes), garantizando en todo momento la imparcialidad del programa (en nĆŗmero y representaciĆ³n). La participaciĆ³n del pĆŗblico serĆ­a conveniente, hasta con procesos de votaciĆ³n o encuestas por las ideas convincentes. Si esta idea de democracia interactiva funciona, podrĆ­a ampliarse a los Ć”mbitos estatales y municipales. MĆ”s aĆŗn, podrĆ­an crearse clubes de debates en las escuelas, como ya existen embrionariamente en algunas universidades privadas. En este foro de comparecencias cĆ­vicas, en esta Ć”gora pĆŗblica donde todos serĆ­amos testigos de ideas y posiciones encontradas, los ciudadanos (y sus "representantes") aprenderĆ­an a discutir, a preguntar, a interpelar, a fundamentar, a respetar. SerĆ­a una verdadera "escuela de tolerancia". Un aprendizaje prĆ”ctico de la democracia.

 

Enrique Krauze

Reforma, 9 de septiembre de 2007

Si en verdad les importa comunicar de manera cabal e inteligente sus ideas, serĆ­a aconsejable que los diputados y senadores estudiaran los intensos debates que ahora mismo estĆ” llevando el Partido DemĆ³crata en Miami. Como vehĆ­culos de comunicaciĆ³n polĆ­tica para el elector, estos debates son mĆ”s eficaces que las campaƱas publicitarias. Porque si algo faltĆ³ en el 2006 fueron precisamente debates autĆ©nticos, no ese par de rĆ­gidas y solemnes pantomimas que tuvieron lugar y que, sin embargo, jugaron un papel decisivo para normar el voto pĆŗblico. Los debates entre candidatos deben ser obligatorios. Su formato y contenido debe ser objeto de una intensa discusiĆ³n pĆŗblica y una reglamentaciĆ³n apropiada.

Los debates por televisiĆ³n pueden ser la mejor clase de democracia, tolerancia y civilidad para el elector mexicano, la demostraciĆ³n palpable de que las personas pueden diferir en asuntos esenciales pero que esas diferencias no tienen por quĆ© traducirse en actos de violencia.

 

EL DEBATE NECESARIO

Propuesta de la revista

Letras Libres mayo 2004

MĆ©xico no puede seguir paralizado, inmĆ³vil entre los jaloneos protagonizados por el Congreso y el Ejecutivo. La democracia es palabra hueca si no se sustancia, si no buscamos la forma de expresar las inquietudes ciudadanas y darles cauce. En otras sociedades, mĆ”s abiertas que la nuestra, una soluciĆ³n ha sido fomentar el debate pĆŗblico, elevando el nivel de la discusiĆ³n, afinando los argumentos en pugna, logrando de este modo que la sociedad presione a los poderes para que se decidan a actuar.

Letras Libres considera por ello la formaciĆ³n de un ComitĆ© que se encargue de organizar debates pĆŗblicos sobre los grandes problemas nacionales. Nuestra propuesta es, por supuesto, perfectible. Ɖste puede ser el primer paso de un largo camino que nos lleve a habitar, por fin, la casa de la democracia que entre todos hemos construido. En este sentido, Letras Libres propone:

Primero, la creaciĆ³n de un ComitĆ© de OpiniĆ³n PĆŗblica, integrado por reconocidos intelectuales, acadĆ©micos y periodistas, dependiente del ife –que tiene entre sus funciones el fomento de la democracia.

Segundo, la formaciĆ³n de un fideicomiso integrado por aportaciones de empresarios prominentes, administrado por el ife, cuya funciĆ³n serĆ­a generar intereses suficientes para que el ComitĆ© pueda comprar espacio comercial en televisiĆ³n y radio; de esta forma, el capital no se tocarĆ­a y, en caso de que el ComitĆ© no cumpla sus funciones, serĆ­a reintegrado a sus donantes.

Tercero, la celebraciĆ³n de reuniones mensuales en las que el ComitĆ© se pondrĆ­a de acuerdo sobre el tema por tratar –uno de los grandes problemas nacionales–, y donde propondrĆ­a a los participantes que lo debatieran pĆŗblicamente.

Cuarto, la publicaciĆ³n, en medios de circulaciĆ³n nacional, de una invitaciĆ³n a debatir el tema propuesto por el ComitĆ©, dirigida a los posibles participantes. Esa invitaciĆ³n, ademĆ”s de fijar fecha y hora, incluirĆ­a tres preguntas sobre el tema, que servirĆ­an de base para iniciar el debate.

Quinto, la celebraciĆ³n de un debate entre dos o mĆ”s participantes, actores centrales del tema por debatir, trasmitido en vivo por televisiĆ³n y radio en horarios de mĆ”xima audiencia.

Sexto, la concurrencia, ademĆ”s de los debatientes, de un panel integrado por diez miembros del ComitĆ© de OpiniĆ³n PĆŗblica.

SĆ©ptimo, la puesta en escena de un debate con las siguientes caracterĆ­sticas: diez minutos iniciales por cada uno de los debatientes, para que contesten las preguntas planteadas en la invitaciĆ³n; seguidos por tres minutos a cada participante para criticar, comentar o refutar las postura del otro, a los que seguirĆ”n otros tres minutos de respuesta. Tras haber concluido este intercambio, tocarĆ” el turno a una ronda de preguntas formuladas por los miembros del ComitĆ©, teniendo los aludidos –los debatientes– un mĆ”ximo de dos minutos para dar sus respuestas. Este segmento del debate tendrĆ” como lĆ­mite una duraciĆ³n de quince minutos. Posteriormente, se formularĆ”n a los debatientes las preguntas del pĆŗblico (que deberĆ” enviarlas previamente, por escrito, de acuerdo con los lineamientos de las preguntas contenidas en la invitaciĆ³n pĆŗblica, seƱalando con claridad a quiĆ©n van dirigidas). Esta sesiĆ³n de preguntas de la sociedad –necesariamente selectas, resumidas o fundidas muchas en pocas por el ComitĆ©– durarĆ” tambiĆ©n quince minutos. Por Ćŗltimo, cada ponente podrĆ” dar su comentario final de tres minutos cada uno.

Octavo, el ComitĆ© propondrĆ” a los medios de comunicaciĆ³n la celebraciĆ³n de encuestas que reflejen la opiniĆ³n de la sociedad al tĆ©rmino del debate.

Noveno, el ComitĆ© enviarĆ” los resultados de las encuestas y una copia del debate tanto al Congreso como al Ejecutivo, para seƱalarles lo que opina la sociedad, exhortĆ”ndolos a que actĆŗen en consecuencia.

 

 

 

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Historiador, ensayista y editor mexicano, director de Letras Libres y de Editorial ClĆ­o.


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