Si bien se piensa,
la llanura del cielo
color no muda:
pero es claro el otoรฑo
en la luz de la luna.
ama no hara
omoheba kawaru
iro mo nashi
aki koso tsuki no
hikari narikeri
Fujiwara no Teika (1162-1241), hijo del poeta y hombre de letras mรกs influyente de su tiempo, Fujiwara no Shunzei, fue en su juventud un innovador que irritaba a los conservadores y en su madurez un celoso guardiรกn de la tradiciรณn que fijรณ el texto de los clรกsicos, decidiรณ el canon de los ocho siglos por venir y, a travรฉs del Ogura hyakunin isshu, la antologรญa que casi cualquier japonรฉs sabe de memoria aรบn en nuestros dรญas, modelรณ el gusto nacional y la imagen esencial que Japรณn tiene de su poesรญa clรกsica.
Teika compuso su primera secuencia de cien poemas, la que llamรณ Centena del aprendiz (Shogaku hyakushรป), durante el cuarto mes de 1181, a los veinte aรฑos. Mรกs de medio siglo despuรฉs, recogiรณ uno solo de los eslabones de la cadena, en la Novena antologรญa imperial, Shin chokusenshรป, de la que fue el รบnico editor.
Entre los incontables poemas sobre la luna de otoรฑo, รฉste es excepcional por la originalidad de la observaciรณn (en la negrura de la noche no hay mรกs color que el de la luna, y ese color es inconfundiblemente el del otoรฑo) pero tambiรฉn, y cuรกnto mรกs notable, por su declarado origen mental. Contra la convicciรณn corriente que identifica la verdad de la poesรญa con la inocencia del poeta, Teika declara con toda naturalidad que la visiรณn nace de la idea: el pensamiento limpia los ojos.
Los comentaristas de nuestros dรญas se llenan la boca hablando de poesรญa crรญtica y de textos que dialogan. Los versos de Teika son una visiรณn del mundo y a la vez una reflexiรณn crรญtica de poemas anteriores. El lector reconocerรก el lugar comรบn que comparten las palabras iniciales con Abe Nakamaro y otros muchos, y advertirรก que tambiรฉn este poema tiene en mente al de Funโya no Yasuhide, del que es una suerte de negativo.~