Ilustraciรณn: Max Luchini

Illich el removedor

El pensamiento de Ivรกn Illich va al fondo de los temas, los cuestiona de raรญz y actรบa como acicate para el juicio crรญtico en la vida social, polรญtica y cultural. Ademรกs, nos dice Zaid, sirve como contraposiciรณn a esa anquilosada estructura que es la escuela.
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Hay lรญquidos para aflojar piezas metรกlicas inmovilizadas por la oxidaciรณn. Para eso sirve el pensamiento de Ivรกn Illich: para remover la oxidaciรณn cultural que inmoviliza la imaginaciรณn social, para recuperar la inspiraciรณn creadora de soluciones prรกcticas.

Abundan las crรญticas contra personas que hacen mal o dicen tonterรญas o simplemente disgustan. Tambiรฉn contra prejuicios o prรกcticas comunes (no de tal o cual persona). Menos frecuentemente, hay crรญticas a la mala argumentaciรณn, la informaciรณn deficiente o los propรณsitos absurdos. En todos estos casos, las crรญticas se dan en un contexto compartido que ayuda a discutirlas.

Pero Illich criticaba ese contexto. Aflojaba lo consabido que nadie cuestionaba. No criticaba, por ejemplo, la escuela autoritaria frente a la permisiva, sino el supuesto (en ambas) de que la escuela es indispensable. Por eso fue y sigue siendo desconcertante.

Ahora que cuestionar lo incuestionable, sobre todo en el arte, se ha vuelto un gesto vacรญo (complacido con su fรกcil audacia), se puede perder de vista a los que cuestionan de verdad. Sรณcrates y Galileo fueron condenados en su รฉpoca. Hoy serรญan ignorados en la algarabรญa.

Afortunadamente, Illich desconcertรณ, pero no fue ignorado. Una minorรญa importante pasรณ del desconcierto al reconocimiento de sus crรญticas radicales: que iban hasta la raรญz. Deschooling society (1971) fue escrito en Cuernavaca, pero dio la vuelta al mundo. Un scholar surgido de un medio escolarizado y escolarizador (doctorado en historia medieval por la Universidad de Salzburgo, vicerrector de la Universidad Catรณlica de Puerto Rico) criticaba la escolaridad: el supuesto de que la escuela es el eje central de la educaciรณn.

Paul Goodman, su precursor (Compulsory mis-education, 1964), dijo algo que parecรญa un chiste, pero seรฑalaba una gran verdad: Aprender a hablar es mรกs difรญcil que aprender a leer y escribir. Los niรฑos hablan sin haber ido a la escuela. Si fueran a la escuela para aprender a hablar, serรญan tartamudos.

Todos nos educamos a todos, a todas horas y en todas partes. Tambiรฉn nos educan los animales, las cosas y las circunstancias: los gatos, la ciudad, las nubes, las herramientas, los libros, los museos, la mรบsica, la televisiรณn. Y, desde luego, la experiencia, la curiosidad, el fracaso, que ayudan a entender la realidad. El apetito de observar y aprender mueve el desarrollo personal.

Illich no era un simple iconoclasta destructor de lo establecido, sino un crรญtico de lo que impide mejores soluciones. Criticรณ radicalmente la instituciรณn educativa de la cual formรณ parte (liberรกndose y liberรกndonos de la oxidaciรณn) para buscar algo mejor. En ese primer libro famoso, el capรญtulo mรกs largo estรก dedicado a la creaciรณn de “learning webs” que faciliten la oportunidad de educarnos libremente, movidos por nuestra propia iniciativa de buscar y compartir conocimientos, entusiasmos, problemas y soluciones. No era una utopรญa. Era un sentido prรกctico profundo que se anticipรณ veinte aรฑos al lanzamiento de la World Wide Web en 1991.

No solo eso. En el mismo capรญtulo, habla de un “mechanical donkey”: un minivehรญculo motorizado que pueda andar por las brechas campesinas y sea fรกcil de entender, tanto para conducirlo como para repararlo: dos aรฑos antes de que E. F. Schumacher publicara Small is beautiful: Economics as if people mattered (1973).

En esta direcciรณn continuรณ en Tools for conviviality (1973).Usรณ la palabra convivial para evocar el espรญritu igualitario, libre y festivo del convivio frente al espรญritu jerรกrquico, formal y obligatorio de las instituciones. Ya habรญa usado esa palabra en Deschooling society, pero la volviรณ central en su nuevo libro.

Tools for conviviality apareciรณ el mismo aรฑo que Small is beautiful, y los dos concuerdan en el sentido humano y las conclusiones prรกcticas, aunque parten de anรกlisis distintos. Schumacher critica la ceguera de aplicar tecnologรญas de punta donde no es prรกctico. Propone una “tecnologรญa intermedia” entre lo rudimentario y lo รบltimo de lo รบltimo. Illich celebra la tecnologรญa del telรฉfono porque refuerza la convivialidad, y reprueba las tecnologรญas que sirven para crear dependencias (del Estado, las trasnacionales, los sindicatos, los expertos), ademรกs de que resultan contraproducentes. Por ejemplo: automรณviles que pueden arrancar a 100 kilรณmetros por hora en unos cuantos segundos, y acaban a vuelta de rueda, cuando no embotellados, mientras producen contaminaciรณn.

Energy and equity(1974) criticรณ la ilusiรณn de que los grandes consumos de energรญa eran generalizables a toda la poblaciรณn y propuso buscar soluciones de bajo consumo. Afortunadamente, en este caso, los precios del petrรณleo, que empezaron a subir desde entonces, facilitaron la aceptaciรณn de sus ideas. El ahorro de energรญa y las preocupaciones ambientales se han integrado a la conciencia pรบblica.

Ahora tambiรฉn se reconoce que los hospitales son focos de infecciรณn y que un porcentaje importante de los daรฑos a la salud son iatrogรฉnicos: originados por los mรฉdicos, los medicamentos y los servicios hospitalarios. Lo habรญa dicho Florence Nightingale (Notes on hospitals, 1863), la famosa enfermera que supo argumentar con estadรญsticas: El primer principio que deberรญa regir en un hospital es no daรฑar. Pero resulta que “la mortalidad de la misma clase de enfermedades” es menor entre los pacientes que no van a los hospitales…

La iatrogenia se olvidรณ, bajo el supuesto piadoso de que era un problema del siglo xix, superado por la medicina moderna. Hasta que Illich sacudiรณ la opiniรณn piadosa con Medical nemesis: The expropriation of health (1976). Al narcisismo institucional del gremio no le hizo gracia verse como una nueva clerecรญa dueรฑa del bien y del mal: la salud y la enfermedad.

Illich mostrรณ que ignorar la iatrogenia le servรญa a un monopolio gremial para apoyarse en el Estado y vender sus remedios. Asรญ los productores de leche en polvo lograron venderla a quienes no podรญan pagarla (ni la necesitaban) como una ayuda filantrรณpica de los paรญses ricos a los pobres. Segรบn los mรฉdicos, era mรกs higiรฉnica y nutritiva que amamantar, ignorando que la preparaciรณn de la fรณrmula con agua y vasijas insalubres resultaba infecciosa. Finalmente, amamantar dejรณ de ser lo tradicional para volverse lo รบltimo de lo รบltimo que recomiendan los expertos.

Illich fundรณ el Centro Intercultural de Documentaciรณn en Cuernavaca (cidoc, 1961-1976), para impartir cursos de espaรฑol y cultura hispanoamericana a los misioneros catรณlicos destinados a Amรฉrica Latina. Fue mucho mรกs que eso: un foro de reflexiรณn y cuestionamientos (incluso del espรญritu misional, de la ayuda a los pobres y del propio centro) que atrajo a numerosas personalidades internacionales y sembrรณ inquietudes. Como sacerdote catรณlico, padeciรณ la oxidaciรณn de las instituciones eclesiรกsticas hasta que prefiriรณ colgar los hรกbitos.

Illich no solo criticรณ la doxa (las opiniones consabidas y oxidadas): hizo su arqueologรญa. Su familiaridad con la historia medieval le sirviรณ para investigar los orรญgenes de muchas creencias y prรกcticas sociales. The right to useful unemployment (1978), Shadow work (1981) y Gender (1982) critican la incapacidad actual para apreciar la mentalidad vernรกcula y el trabajo que no estรก en el mercado, especialmente de las mujeres. h2o and the waters of forgetfulness (1985), abc: The alphabetization of the popular mind (1988), In the vineyard of the text: A commentary to Hugh’s Didascalicon (1995), son exploraciones brillantes sobre la formaciรณn del contexto mental contemporรกneo, observado en el espejo del pasado, como se llama otro libro suyo (In the mirror of the past, 1992).

Kant dijo alguna vez, molesto contra un crรญtico: Hay quienes ven todo muy claro, una vez que se les indica hacia dรณnde hay que mirar. La extraordinaria perspicacia de Illich, y su funciรณn como lรญder intelectual, fue saber hacia dรณnde habรญa que mirar. Sus exageraciones irritantes y hasta sus contradicciones servรญan para eso: para centrar la atenciรณn en lo que estaba perdido de vista. Tenรญa algo socrรกtico, y, como Sรณcrates, sorprendรญa por su originalidad deslumbrante y su entusiasmo negativo: una especie de oxรญmoron vital.

Ramรณn Xirau me contรณ que, alguna vez, en la carretera a Cuernavaca lo descubriรณ caminando vigorosamente. Se detuvo para saludarlo y ofrecerle lugar en su automรณvil. Naturalmente, se negรณ, aunque nunca dejรณ de tomar el aviรณn cuando tuvo que hacerlo. Me pareciรณ asombroso, absurdo y profundamente simpรกtico. Lo del cรกncer que no quiso operarse fue igual: Sรณcrates tomando la cicuta como un ejemplo indeleble de convicciรณn moral. Hay absurdos que pueden ser una bendiciรณn.

La apertura de Illich a todas las culturas y todas las lenguas (hablaba una docena) fue correspondida con el interรฉs universal que despertรณ su obra. Hay informaciรณn biogrรกfica y bibliogrรกfica sobre รฉl en 24 Wikipedias. Sus libros fueron traducidos en docenas de paรญses. Sus anรกlisis de las prรกcticas vigentes influyeron en muchos otros pensadores y en exploradores de prรกcticas alternas.

En espaรฑol, sus Obras reunidas en dos volรบmenes (2008) fueron editadas por Valentina Borremans (su colaboradora de muchos aรฑos, a la cual le reconociรณ aportaciones muy valiosas) y Javier Sicilia (su discรญpulo y amigo) para el Fondo de Cultura Econรณmica. ~

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(Monterrey, 1934) es poeta y ensayista.


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