Los detectives culturales han descubierto que algunos de los más célebres y digamos clásicos autores plagiarios (valga el oxímoron) son tan buenos técnicos del género que pueden actuar prescindiendo de la cronología y manifestarse más allá de la página impresa. Hemos tenido la buena fortuna de recibir algunos de los textos por ellos detectados.
La Metamorfosis, por El Espiritu Santo
En uno de los momentos del principio Dios inventó al hombre. Y vio Dios que eso no era bueno. Y dijo Dios: “Hágase la metamorfosis.” Y despertó el hombre convertido en escarabajo. Y se dijo Dios: “Tal vez esto tampoco sea bueno, pero es más divertido.”
La Metamorfosis, por Chuang Zu
Gregorio Samsa soñó que era un escarabajo y no sabía al despertar si era Gregorio Samsa que había soñado ser un escarabajo o un escarabajo que había soñado ser Gregorio Samsa.
La Metamorfosis, por Shakespeare
Ser o no ser. Ser escarabajo feliz o ser Gregorio Samsa infeliz: he ahí el dilema.
La Metamorfosis, por Cervantes
En un barrio de Praga de cuyo nombre no quiero acordarme vivía un joven viajante de comercio de los de corbata nunca bien anudada y camisa manchada de sopa de fideo, quien en los meses en que, como de costumbre, no vendía, pasaba las noches de claro en claro y los días de turbio en turbio leyendo libros de entomología, de modo que vino a dar en el más extraño pensamiento en que jamás dio loco en el mundo, y fue que le pareció convenible y necesario, para escapar al fisco y a los acreedores, convertirse en un escarabajo.
La Metamorfosis, por Lewis Carroll
Alicia vio al señor K, convertido en escarabajo y moviendo las patas sin parar.
—Oh, es terrible —dijo Alicia—. ¿No te sientes mal, acaso?
El escarabajo se atusó el bigote (último resto del señor K) y dijo:
—Me alegra tu visita, niña. Así podremos celebrar mis veintinueve o treinta o treintaiún o quién sabe cuántos nocumpleaños de este mes.
—No es de personas bien educadas cambiar de conversación —replicó Alicia.
—Vete, niña tonta —contrarreplicó el escarabajo—. Lo importante no es cambiar de conversación sino cambiar de interlocutor.
La Metamorfosis, transcrita por Sigmun Freud
Gracias doctor por ofrecerme el diván, que es bien acogedor y además con su exquisita blandura incita a que uno afloje al subconsciente. Tiene usted razón, para un psicótico como yo no hay nada como regalarse con una buena sesión de psicoanálisis. Perdone usted la agitación de mis patas, es que estoy nervioso, y bueno, creo que lo mejor es que ya de una vez le diga cuál es mi problema. Resulta doctor que yo, un escarabajo muy racional y decente, a cada rato tengo la pesadilla de que, horror, me he convertido en un monstruoso señor que es viajante de comercio y dice llamarse Gregorio Samsa ¡Ay doctor, ¿no será que sufro de complejo de inferioridad?
La Metamorfosis, por La de la Voz
La de la voz desea hacer constar ante el señor juez que reconoce que ella mató a su esposo Gregorio Samsa, apodado Goyo el Salsa, pero no lo hizo ni por instinto asesino ni por sucios intereses, sino porque ya estaba cansada de sufrir jaloneos y moquetes y hasta patadas a todas horas del día, y que todos los fines de semana el tal Goyo llegaba a la madrugada muy tomado de sus tanguarnises y que cuando la de la voz le solicitaba el dinero para el gasto del humilde hogar, él le sorrajaba una paliza a la de la voz, que es mujer que, la mera verdad, aunque otra cosa digan los moretones que muestra, no nació para ser mujer sufrida, y que ya el colmo fue cuando una noche el tal Goyo, o séase el hoy occiso, llegó ebrio hasta las manitas y ya tumbado en la cama se puso a sufrir del delirium tremens, y gritaba todo espantado diciendo que estaba volviéndose escarabajo, y que entonces la de la voz, aprovechó la ocasión (que la pintan calva, ¿no?) y agarró un periódico y lo enrolló y entonces, ¡zas!, que Dios perdone a la de la voz, pero sí, eso hizo: de una vez aplastó al escarabajo del tal Goyo para que el canijo hijo de su escarabaja madre no sea desconsiderado ni abusivo y de una vez aprenda a respetar a la de la voz.
La Metamorfosis, en “El Aviso Oportuno”
Hombre de 28 años, con mediano sueldo de viajante de comercio, con aspecto y hábitos de escarabajo, busca escarabaja joven, bonita y hacendosa pero sin grandes ambiciones de carácter monetario. Escribir a Gregorio Samsa, calle Kafka número 1001, apartamento 1001, Praga.
(Publicado previamente en Milenio Diario)
Es escritor, cinéfilo y periodista. Fue secretario de redacción de la revista Vuelta.