Ilustraciรณn: Leรณn Braojos

La cabeza de Bentham

El liberalismo, mรกs que una ideologรญa, es un temple, una disposiciรณn de รกnimo para aceptar la validez de todas las preguntas. Octavio Paz pedรญa que del liberalismo y el socialismo surgiera una nueva doctrina. Aguilar Rivera, Beck, Bravo Regidor, Silva-Herzog y Bartra levantan un mapa donde abundan los recovecos de las dudas y escasean las planicies de las certezas. Al final, una tarea: devolverle al liberalismo su talante combativo a partir del reconocimiento de sus insuficiencias.
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Uno de mis paseos favoritos en Londres incluye una visita a la momia de Jeremy Bentham, que estรก expuesta al pรบblico en una caja de madera en el University College y que rivaliza con los cรฉlebres faraones egipcios embalsamados que se exhiben, a poca distancia de allรญ, en el Museo Britรกnico. Me fascina contemplar los restos de Bentham, que me inducen a pensar si algunas ideas liberales no se encuentran tambiรฉn momificadas y expuestas como iconos vinculados a viejos cultos ya fenecidos. Ciertamente, la versiรณn utilitarista del liberalismo, propia de Bentham, ha envejecido mucho. El paseo lรบgubre me ayuda a reflexionar sobre las partes mortecinas del liberalismo que todavรญa hoy en dรญa dirigen (dicen) la actividad de muchos polรญticos.

Desde luego, el antiguo corpus liberal ha sido expurgado y modernizado repetidas veces, con el objeto de eliminar elementos secundarios caducos. Pero hay una idea central del liberalismo que hoy en dรญa luce muy avejentada y marchita. Es la convicciรณn de que el mundo, a pesar de sus inmensas fracturas, se dirige inexorablemente hacia la adopciรณn de principios universales que han de encarnar en un sistema que, aun en sus versiones tolerantes, contempla las diferencias y las disidencias como formas equivocadas de comportamiento. Este ideal se ha apuntalado con la esperanza de que la globalizaciรณn impulse a las mรกs diversas sociedades hacia un modelo unificador de vida econรณmica, en la creencia de que solamente existe un modo de producciรณn viable y compatible con los tiempos modernos. Asรญ surge la ilusiรณn de que todas las sociedades al modernizarse confluyen hacia un mismo sistema de valores. En la tradiciรณn ilustrada las verdades las alcanzan los individuos gracias a principios racionales universales que se aplican lo mismo a la ciencia que a la polรญtica, tanto en unas culturas como en otras. Este ideal, que tanto defendiรณ Kant, se enfrentรณ a las crรญticas romรกnticas que sostenรญan que las verdades no procedรญan de principios universales sino de las raรญces que ligan a cada individuo a su comunidad, a su cultura y a su naciรณn. El individualismo liberal exaltรณ la razรณn mรกs allรก de los contextos culturales. El romanticismo, en cambio, enalteciรณ las pasiones nacionales y locales.

El liberalismo ha impulsado la idea de alcanzar un consenso en torno a un proyecto de naturaleza universal. Friedrich Hayek y John Rawls, cada uno a su manera, han intentado fundamentar este ideal. Pero el resultado no siempre ha sido bueno. Algo similar le ocurriรณ a la momia de Bentham. Cuando muriรณ en 1832 se procediรณ a disecar su cadรกver, siguiendo las instrucciones que habรญa dejado el filรณsofo. El esqueleto debรญa ser preservado, junto con su cabeza. El cuerpo, vestido con su ropa y su sombrero, se colocรณ en un gabinete de madera. Los esfuerzos para momificar la cabeza, basados en supuestas prรกcticas indรญgenas neozelandesas, fueron tรฉcnicamente exitosos pero la dejaron con una apariencia tan repulsiva que se decidiรณ sustituirla con una rรฉplica en cera en la que se usรณ el cabello original. La cabeza original se colocรณ en la misma caja, entre sus piernas; pero despuรฉs de muchos aรฑos de ser objeto de las bromas estudiantiles, fue retirada de la exhibiciรณn y guardada. Lo mismo pasรณ con muchos ideales liberales: la cruda realidad capitalista los afeรณ de tal manera que muchos piden que sean retirados del gabinete que expone las miserias de la economรญa moderna.

Es inevitable que se asocie el liberalismo a gobiernos que, especialmente en Europa, administran en su nombre economรญas en crisis y fomentan un fundamentalismo de mercado que causa estragos en grandes sectores de la poblaciรณn, condenados a una existencia precaria y al desempleo. El socialismo de estirpe comunista ha prรกcticamente desaparecido del mapa y quienes retan hoy en dรญa a las รฉlites occidentales son corrientes religiosas radicales y antidemocrรกticas que no dudan en utilizar formas terroristas de combate. El socialismo democrรกtico se encuentra en graves dificultades, pues no ha logrado definir un camino que sea algo mรกs atractivo y creativo que la gestiรณn de un capitalismo en crisis que no se deja conducir hacia modos de vida nuevos.

El mundo que surge despuรฉs del hundimiento del mundo bipolar propio de la Guerra Frรญa no resulta, contra las previsiones liberales, un espacio mรกs homogรฉneo y coherente. De hecho, debido a los flujos migratorios masivos, las sociedades mรกs ricas han visto un aumento de su heterogeneidad cultural. La globalizaciรณn, con sus tendencias a expandir los tentรกculos de las economรญas centrales hacia los paรญses pobres, ha ocasionado tambiรฉn un crecimiento de la diversidad cultural en las regiones menos desarrolladas del planeta, pues ahora los valores occidentales se agregan a las tradiciones antiguas. Y a escala global, a pesar de que las economรญas de mercado son hegemรณnicas y se han extendido por todos los rincones, el surgimiento de potencias emergentes (como China, la India, Brasil o Mรฉxico) ha generado un elevado grado de incongruencia en la polรญtica internacional.

Ante este mundo fracturado e incoherente la tentaciรณn relativista es muy fuerte, especialmente en quienes buscan escapar del etnocentrismo. Si no es posible encontrar valores universales, entonces es necesario –se supone– aceptar que cada expresiรณn cultural o polรญtica es tan vรกlida como las demรกs, y que se puede legitimar cualquier prรกctica, idea o instituciรณn por el hecho de tener una base cultural diferente. El problema es que muchos conjuntos de valores, sean religiosos o no, rechazan el postulado relativista y por lo tanto no aceptan que otras ideas y creencias tengan la misma validez que las propias. En varios casos este rechazo auspicia la idea de que es necesario eliminar a las otras expresiones como si fueran plagas peligrosas.

Para que el relativismo funcionase adecuadamente se requerirรญa no solamente que todas las variantes fueran igualmente tolerantes; serรญa necesario ademรกs que cada expresiรณn cultural, religiosa o polรญtica se pudiese definir con precisiรณn, se lograse dibujar sus fronteras y constituirse en un sistema internamente coherente. Pero ello solo sucede en casos de un extremo fundamentalismo asociado a prรกcticas dictatoriales, que acaba disolviรฉndose a veces por medio de la guerra (como el fascismo) o por el colapso interno (como el comunismo).

Ante estas tensiones aparentemente irresolubles podemos preguntarnos si el pensamiento socialista democrรกtico puede ayudar a que el liberalismo encuentre una salida. Desde luego, la tradiciรณn socialista es tambiรฉn heredera de la Ilustraciรณn y de los ideales que han buscado una razรณn universal en la que apoyar la lucha por el bienestar. Pero alberga un poderoso componente cosmopolita que es capaz de impulsar un pluralismo que ha cristalizado, por ejemplo, en la idea y la prรกctica de una coexistencia pacรญfica. Es interesante que esta nociรณn, que viene de la Guerra Frรญa, haya sido recuperada por liberales como John Gray, quien en la lรญnea de Isaiah Berlin busca fundamentar un pluralismo de valores para escapar del callejรณn sin salida al que llegaron Rawls y Hayek. Un pluralismo capaz de eludir las trampas del relativismo y el estancamiento del subjetivismo.

Una alternativa cosmopolita y pluralista proviene precisamente del hecho de que, en la realidad histรณrica, social y cultural, lo que hallamos son flujos heterogรฉneos de valores y modos de vida que no suelen cristalizar en sistemas conceptuales cerrados. A diferencia de los sistemas filosรณficos, las civilizaciones no son sistemas conceptuales cerrados, sino conjuntos fluidos compuestos por fragmentos con frecuencia contradictorios. Esta es la realidad del mundo contemporรกneo, y asรญ ha sido desde hace algunos siglos.

Hoy estamos viviendo un periodo especialmente fluido y cambiante al que los mecanismos polรญticos tendrรกn que responder, si tenemos suerte, con flexibilidad y creatividad. Las bases del pluralismo democrรกtico tienen que construirse a partir de esta enorme plasticidad propia de las sociedades globalizadas. Liberalismo y socialismo pueden aunar esfuerzos para encontrar alternativas que nos alejen de las miserias y eviten que caigamos en el abismo. ¿Serรกn capaces las corrientes liberales y socialistas mรกs sensibles de contribuir a un cambio o se dejarรกn arrastrar por las tendencias socioeconรณmicas que en su ceguera nos pueden llevar al estancamiento? Si no lo logran, tendremos que conformarnos con el culto marchito a las ideas embalsamadas del liberalismo y del socialismo, encerradas en un gabinete como la momia de Bentham. ~

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Es doctor en sociologรญa por La Sorbona y se formรณ en Mรฉxico como etnรณlogo en la Escuela Nacional de Antropologรญa e Historia.


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