Imagen: The Guardian

La extraña pero previsible renuncia de Wadah Khanfar, director y símbolo de Al Jazeera

El 20 de septiembre pasado Al Jazeera anunció la renuncia de Khanfar. Su influencia fue sin duda determinante, pero es claro que el emir de Qatar ha tenido siempre una presencia importante en la dirección de Al Jazeera.
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El 11 de septiembre del 2011, se reveló que de acuerdo con un cable confidencial publicado por WikiLeaks, el director general de la cadena de noticias qatarí Al Jazeera, Wadah Khanfar, se reunió el 19 de octubre de 2005 con un diplomático  estadounidense de alto nivel para “discutir el más reciente reporte de la Agencia de Inteligencia Militar [DIA]”. Washington estaba molesto por el contenido perturbador de varios reportajes, en particular uno de testimonios y fotos sobre las víctimas civiles en Tal Afar. Khanfar prometió eliminar los elementos más estridentes del reportaje y puso en evidencia que en el pasado ya había bajado el tono de las críticas en contra de  EUA y sin duda censurado reportajes controvertidos. Esto resultó muy comprometedor para Khanfar, un periodista de origen palestino que estuvo al frente de Al Jazeera desde 2003 y que es considerado el responsable de una línea editorial valiente, independiente y sin precedente en el mundo árabe.

El 20 de septiembre pasado Al Jazeera anunció la renuncia de Khanfar y su reemplazo por un miembro de la familia real, el Sheikh Hamad Ben Jassem Al-Thani, uno de los directores de Qatargas, quien fue presidente de la junta de directores de Al Jazeera. La renuncia llegó pocos días después de que el diario libanés Al-Akhbar, entre otros medios árabes, publicara el cable anterior.

Khanfar fue reportero de Al Jazeera en Sudáfrica, la India, Afganistán e Irak (donde fue objeto del brutal hostigamiento de las tropas estadounidenses), en 2003 fue nombrado director administrativo de la estación y tres años más tarde director general. Tras su renuncia tuiteó que había cumplido su meta de convertir al canal en un líder global por lo que se retiraba. Su influencia fue sin duda determinante, pero es claro que el emir de Qatar ha tenido siempre una presencia importante en la dirección de Al Jazeera.

En gran medida los ataques del 11 de septiembre de 2001 y la guerra contra el terror del gobierno de George W. Bush dieron a Al Jazeera la oportunidad para proyectarse a nivel global y convertirse en uno de los principales protagonistas de los acontecimientos en el Medio Oriente, desde la guerra en Afganistán e Irak hasta las revueltas árabes de la primavera pasada. En ese tiempo de intensa y continua turbulencia Khanfar se vio envuelto en decisiones polémicas y obviamente se encontró más de una vez bajo intensa presión para controlar el tipo de cobertura incómoda que a menudo ofrecía la cadena de noticias qatarí. Uno de los casos más recientes fue cuando la estación divulgó los llamados Palestine Papers, un enrome archivo con documentos de las fallidas negociaciones entre israelíes y palestinos que ponía en evidencia un liderazgo árabe torpe y complaciente.

Al Jazeera se encuentra en un momento de crecimiento y expansión. Finalmente ha logrado penetrar en el mercado estadounidense (después de años de ser estigmatizada por la propaganda oficial) además de que su influencia se ha extendido a África, Turquía y los Balcanes. Sin embargo, las revueltas árabes, que en gran medida fueron inspiradas por la apertura de ese canal informativo, también han sido la causa de que su credibilidad haya sido objeto de serios cuestionamientos, principalmente porque se le ha visto como portavoz impúdico de los nuevos aliados estadounidenses, los rebeldes libios y sirios a los que ha apoyado descaradamente al tiempo en que ha callado respecto de la desproporcionada y brutal represión que han sufrido los rebeldes en Bahrein. Así mismo, el público árabe ya no puede ignorar que el canal qatarí es incapaz de cuestionar a su propio gobierno o siquiera mencionar el intervencionismo saudita en los conflictos regionales.

Cuando Al Jazeera se fundó en 1996 casi todos los noticieros y medios informativos de la región no eran más que departamentos de propaganda gubernamentales o voceros de facciones políticas y religiosas. Hoy el numero de canales que transmiten en la región vía satélite son alrededor de 530. Además de que gracias a internet y las redes sociales se han roto los cercos informativos y se viola regularmente la censura oficial. Por tanto, Al Jazeera debe competir hoy con numerosos medios y blogs regionales, y ha perdido definitivamente el privilegio de ser el único estandarte de un periodismo serio y respetable.

Khanfar se convirtió en el emblema de Al Jazeera por su dinamismo, su cosmopolitanismo y su destreza para moverse entre los círculos del poder, pero al mismo tiempo sus simpatías por la Hermandad Musulmana y el apoyo a los intereses de la familia real no solamente provocaron la deserción de muchos colaboradores y las quejas de muchas colaboradoras sino que se convirtieron en un lastre para la empresa. Bajo la dirección de Khanfar el emir de Qatar buscaba cambiar la imagen combativa que inicialmente tenía la estación para volverla un “brand” corporativo más, semejante al de CNN o FOX News. Ese objetivo se logró pero el costo fue muy alto. A estas alturas es difícil señalar cual fue la razón por la que Khanfar se vio obligado a renunciar, es probable que fuera una víctima más de WikiLeaks o que por lo menos esa haya sido la gota que terminó por dañar su prestigio. Lo que es evidente es que su reemplazo se debe a la necesidad de reinventar Al Jazeera tras haberse creado una imagen en el mundo árabe de complicidad con la campaña de la OTAN en Libia.

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(ciudad de México, 1963) es escritor. Su libro más reciente es Tecnocultura. El espacio íntimo transformado en tiempos de paz y guerra (Tusquets, 2008).


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