Una arraigada concepciรณn entre los griegos fue la de la parthรฉnos (la doncella, de ahรญ la voz Partenรณn) como portadora de la muerte. Esta singular asociaciรณn doncella-muerte no es solo griega: perdura en la literatura bajo la figura de la mujer fatal, la belle dame sans merci (la bella dama despiadada). Y el ejemplo mรกs acabado de estos riesgos no es Lilith ni Carmen, sino una pequeรฑa dama malhumorada de cuatro pares de patas.
Las melancรณlicas noticias que vienen figuran en el libro Historia natural del amor de Remy de Gourmont (traducido, por cierto, al inglรฉs por Ezra Pound). La timidez zoolรณgica en cosas de amor asume muchas variantes. He aquรญ la noticia en el estilo envidiable de Remy de Gourmont:
La epeira, aunque araรฑa, no es un animal ni bajo ni ruin; es una criatura episcopal: lleva sobre la espalda una bonita cruz blanca invertida. La hembra es mayor que el macho. Fabrican los dos sus telas en los matorrales, en los arbustos y viven sin conocerse mientras el instinto no deja oรญr su voz. Un buen dรญa el macho se siente inquieto; ya no le bastan los mosquitos. Sale entonces, abandona su residencia de hilos que, acaso, no vuelva a ver jamรกs. El animal siente ansiedad, el temor se confunde en รฉl con el deseo, vagamente presiente que la amante que va a solicitar algo tiene de ogresa. Por supuesto dispone el plan de fuga en caso de que estalle la violencia, y tiende un hilo de alguna rama vecina hasta la tela de su dama. Este puente serรก su camino de llegada y su puerta de escape, serรก su hilo de Ariadna. Con frecuencia, en el momento en que la hembra lo descubre allรญ, quieto y azorado en la tela, se arroja sobre รฉl y en un instante lo devora. ¿Ferocidad? No, es estupidez. Ella tambiรฉn aguarda al macho. Pero en la hembra la atenciรณn se divide, mira a su cortejador a un tiempo como enamorado y como presa, y no ha de precipitarse. La tela se estremece; la hembra ha saltado y abraza y devora. Puede ser que si un segundo macho llega a presentarse en ese momento sea acogido con gusto y benevolencia, y puede cumplirse aquel ritual cortesano, aquel primer desprecio que tambiรฉn en las araรฑas sirve para despertar la atenciรณn amorosa de la hembra distraรญda. ¿Hablaremos de ferocidad, de tonterรญa? Disponemos de otra explicaciรณn a propรณsito de la mantis hembra y de la cigarra: es muy probable que el sacrificio del macho sea absolutamente indispensable en el rito sexual. El macho se aproxima, si es reconocido y si su llegada coincide con un propicio estado de celo de la hembra, esta se conducirรก igual que sus semejantes de otras especies, y, aunque sea mayor y fuerte, fingirรก huir y se abandonarรก llena de coqueterรญa a lo largo de un hilo de su tela. El macho la sigue y le da alcance. La pareja camina sobre la tela; establecido este primer contacto, los amantes se palpan y sobreviene el apareamiento. La hembra es rรกpida; el macho queda al acecho para huir al menor movimiento de la hembra. La fuga casi siempre es imposible. Apenas realiza la fecundaciรณn, la hembra se revuelve enfurecida, salta y devora al amante en el mismo lugar de sus amores. Dรญcese que a veces no puede aguardar al fin del acto amoroso, y golosamente, prefiriendo un buen bocado a una caricia, lo interrumpe todo de una mordida. Cuando el macho tiene la fortuna de poder huir, desaparece como un relรกmpago a lo largo de su hilo. Todo se vale en el amor. ~
(Ciudad de Mรฉxico, 1942) es un escritor, articulista, dramaturgo y acadรฉmico, autor de algunas de las pรกginas mรกs luminosas de la literatura mexicana.