La lista de propósitos 2016

Seguir sin creer que la liberación de la clase media oprimida provendrá de una corporación billonaria trasnacional que se disfraza de buena onda.
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Seguir alejado de las redes sociales, Facebook, Twitter y sucedáneos. Soy de la idea de que tenemos una cuota diaria de creatividad. ¿Para qué gastarla en 120 caracteres?

Seguir sin teléfono celular. Llevar a todas partes, como lo he hecho desde siempre, un libro para leer en el transporte público.

Por todas las anteriores, seguir sin tomar fotos a mi comida, presumir en tiempo real los lugares a donde viajo, las fiestas a donde asisto, los tragos que bebo, los discos que escucho, etcétera, para hacerles creer a un montón de ociosos que llevo un “estilo de vida”.

Seguir sin utilizar Uber; y sin creer que la liberación de la clase media oprimida provendrá de una corporación billonaria trasnacional que se disfraza de buena onda.

No renovar mis cuentas de Netflix y de Spotify y volver a los torrents. En el caso del primero, no dejar que una compañía me imponga qué ver previo a una estrategia de marketing. “Puesto que viste Auschwitz te recomendamos Los ositos cariñositos”.

Seguir sin ver Star Wars, aunque me la pongan en un México-Puebla. No pienso darle un solo centavo de mi dinero a Disney. No quiero formar parte del mayor lavado de cerebro que he visto en más de treinta años; pertenecer a esas multitudes a las que un puñado de ejecutivos, de manera unilateral, les han hecho creer que asisten a algo “histórico”.

No pienso ver una sola película de superhéroes. Por lo tanto, seguir sin creer que hay una lucha entre el bien y el mal según una ideología que ha hecho toda clase de males desde hace más de cien años.

No pienso ver una sola de las series que están de moda.

En cambio, me propongo volver a empezar y terminar Viaje al oesteEl sueño de las mansiones rojas (espero lograrlo esta vez), La historia de la revolución francesa de Lamartine, etcétera, aunque no tenga con quién charlar en las reuniones.

No ir a reuniones.

Mudarme de la ciudad de México. Entre otras razones (no la de más peso), porque estoy harto de ver a Martha Debayle fotoshopeada en todas partes. Las de peso: la mala calidad de los alimentos, del aire, la falta de cultura cívica de sus automovilistas y ahora ciclistas.

Por lo tanto, no pienso comprarme una bicicleta para hacerme creer a mí mismo que estoy cambiando al mundo y amenazar a los peatones en aceras, cruces peatonales y en sentido contrario.

Seguir sin escribir novelas de narcos o de cualquier otro tema y formato que venda, según el mercado editorial.

Seguir sin utilizar causas de izquierda para acrecentar mi falta de prestigio personal (y de paso vender algunos libros).

Hacer cuarenta minutos de ejercicio diario, plantar un árbol, hacer trabajo social, llevar una dieta de dos mil calorías diarias, etcétera.

No hacer una lista de propósitos para el año 2017. 

 

 

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Vive en la ciudad de México. Es autor de Cosmonauta (FETA, 2011), Autos usados (Mondadori, 2012), Memorias de un hombre nuevo (Random House 2015) y Los nombres de las constelaciones (Dharma Books, 2021).


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