Alivia la eficiencia con que las autoridades y los manifestantes mismos han logrado, hasta ahora, neutralizar a los muchachos que han usurpado el nombre del anarquismo y arden en deseos de provocar una conflagraciรณn mayor. Quienes actuaron el 1 de diciembre y este รบltimo domingo, pocos y torpes, no han pasado de erigir algunos fugaces altares al coctel molotov que, felizmente, no ha matado a nadie.
La opciรณn de la violencia suele reptar en los sรณtanos de los movimientos estudiantiles. No es nada nuevo. Por ejemplo Octavio Paz, que fue militante estudiantil muy activo, hablรณ de cรณmo su generaciรณn “sintiรณ muy profundamente el llamado de la violencia”. Cuando estudiรฉ su juventud en mi libro Poeta con paisaje narrรฉ la forma en que viviรณ el dilema entre la opciรณn violenta y la militancia constructiva. Con otros muchachos, militรณ en una “Uniรณn Estudiantil pro-Obrero y Campesino” (UEPOC) que tenรญa su sede en la Preparatoria Nacional. Su idea era que las “masas campesinas” y las “manos obreriles”, guiadas por “la ciencia” de los estudiantes, conducirรญan a “la luz de un dรญa de ramos”, como decรญa su himno de combate.
Esa UEPOC era filial de una organizaciรณn mayor, la Federaciรณn de Estudiantes Revolucionarios (FER), que luchaba por implantar en Mรฉxico una radical reforma educativa de corte marxista-leninista. Uno de sus lรญderes, Enrique Ramรญrez y Ramรญrez, camarada de Paz, atento a la contradicciรณn que habรญa en implantar la “educaciรณn socialista” al interior de un Estado burguรฉs, proponรญa que era menester primero llevar a cabo la revoluciรณn proletaria y ya luego reformar la educaciรณn. Los grupos de estudio dejaban a Vasconcelos y a Rodรณ para irse con Bakunin, Proudhon y Kropotkin; sus marchas se hacรญan bajo la consigna “Abajo la libertad de cรกtedra de burgueses y clericales”.
La mayor parte de esos jรณvenes fueron aplacados por Cรกrdenas, que les creรณ ad hoc un Partido Estudiantil Pro-Cรกrdenas (es extraรฑo leer el programa de lucha de ese partido a ochenta aรฑos de distancia: “sustituir la enseรฑanza laica por la socialista en todos los niveles, socializar las profesiones, suprimir las escuelas particulares, implantar la educaciรณn sexual y lograr otra distribuciรณn de la riqueza”) y no pocos iniciaron ahรญ largas carreras polรญticas, incluyendo a Ramรญrez, que serรญa diputado por el PRI en 1976.
Algunos grupos, remisos a las recompensas institucionales, perseveraron en el activismo, como el de Paz, que iba con sus camaradas al campo a predicar Bakunin; llenaban el barrio estudiantil de propaganda marxista, eran reprimidos, expulsados, encarcelados. Y algunos otros optaron por la violencia, que santificaron con el emblema de Sashka Yegulev (1911), antihรฉroe de la novela de Leonid Andreyev sobre los estudiantes que comienzan como revolucionarios y terminan como nihilistas violentos.
Era una lectura torcida pero devocional de una alternativa extrema: el rechazo absoluto del orden burguรฉs, pero tambiรฉn del revolucionario. Torcida, porque la intenciรณn de Andreyev habรญa sido denostar ese nihilismo que, de manera paradรณjica, terminรณ seduciendo a miles de jรณvenes en el mundo. Movido por “un deseo de venganza, una ansia de revuelta y de rebeliรณn sangrienta”, el estudiante Yegulev aspira “al sacrificio y al martirio” como la รบnica y verdadera praxis revolucionaria y, de pasada, como la รบnica salida posible del sinsentido de la existencia.
Antes de morir en el vรฉrtigo de su violencia, luego de haber asesinado y vandalizado, ya en estado de รญntegro colapso moral, Sashka Yegulev escucha a la Madre Rusia llamรกndolo en la noche desde la estepa helada, “¡Sashka…! ¡Hijo mรญo…!” Es muy extraรฑo que ese personaje se haya convertido en objeto de culto en aquellos aรฑos. No lo es tanto que, un siglo despuรฉs, en Mรฉxico haya quien aรบn lo venere y (es lo mรกs probable) sin haber leรญdo siquiera la novela. Pero ahรญ estรกn. Escuchando a la tierra que dice “¡Ay, mis hijos…”
(Publicado previamente en el periรณdico El Universal)
Es un escritor, editorialista y acadรฉmico, especialista en poesรญa mexicana moderna.