Las pruebas contra Hillary Clinton

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La semana pasada, al ver el nombre Hillary en un titular โ€“un titular acerca de una vida de grandes logrosโ€“ sentรญ cรณmo un ratรณn correteaba por el รกtico de mi memoria. Despuรฉs, logrรฉ recordar cรณmo fue que, en el pasado, una y otro Hillary se mencionaban en una misma frase. En un viaje de buena voluntad de la primera dama por Asia en abril de 1995 โ€“esa clase de viaje banal que ahora ella reivindica como parte de su โ€œexperienciaโ€ en polรญtica exteriorโ€“, la seรฑora Clinton habรญa estado en Nepal y habรญa coincidido brevemente con el fallecido sir Edmund Hillary, conquistador del Everest. Siempre dispuesta a sacar el mayor provecho del momento, anunciรณ que su madre le habรญa puesto Hillary en homenaje a aquel famoso e intrรฉpido explorador. La afirmaciรณn funcionรณ y fue repetida en otras ocasiones, e incluso apareciรณ en las memorias de Bill Clinton casi una dรฉcada mรกs tarde, como un ejemplo mรกs de la tradiciรณn de valentรญa de la que participa la senadora por Nueva York.

La senadora Clinton naciรณ en 1947, y sir Edmund Hillary y su compaรฑero Tenzing Norgay no coronaron el Everest hasta 1953, de modo que la historia era evidentemente falsa y finalmente se vino abajo ante una rรกpida comprobaciรณn de las fechas. Una portavoz de la senadora Clinton llamada Jennifer Hanley lo dijo de esta forma en una declaraciรณn de octubre de 2006 en la que reconociรณ que la fรกbula era falsa pero, de todos modos, enternecedora: โ€œFue una tierna historia familiar que su madre contaba para inspirarle grandeza a su hija. Con grandes resultados, puedo decir.โ€

Perfecto. Funcionรณ, en otras palabras, pese a ser inventada mucho despuรฉs de que sir Edmund se convirtiera en un personaje famoso, pero ahora ya no sirve y su falsedad puede atribuirse sin dudarlo a mamรก. Pero ยฟno es todo โ€“todo, todos y cada uno de los episodios y detalles de la saga Clintonโ€“ exactamente asรญ? ยฟY no es una parte de ello un poco mรกs grave? Para la senadora Clinton, algo es verdad si valida el mito de su lucha y su โ€œgrandezaโ€ (su arrogante ambiciรณn, en otras palabras) y sรณlo deja de ser verdad cuando deja de servir ese ilimitado objetivo. Y se supone que todos debemos aplaudir la habilidad y la valentรญa a cara descubierta con que se hace. En las primarias de New Hampshire de 1992, mintiรณ a sabiendas acerca de la incontenible vida sexual de su marido y le dejรณ eternamente en deuda con ella. Ahora eso se considera, y asรญ se ha dicho por escrito, como una pura decisiรณn inteligente de su parte. En los caucus de Iowa de 2008, รฉl le devuelve el favor diciendo una inmensa mentira acerca de su historial relacionado con la guerra de Iraq, afirmando falsamente que se opuso a la intervenciรณn desde el principio. Esto es considerado, y se dice por escrito, como un puro error tรกctico de su parte: estรก intentando ayudar a su esposa con demasiado รฉnfasis. La pareja feliz se ha unido ahora en una explicaciรณn igualmente mendaz de lo que pensaban sobre Iraq y de cuรกndo lo pensaban. ยฟQuรฉ hace falta para que rompamos este embrujo barato y nos despertemos y preguntemos quรฉ diablos estamos haciendo cuando convertimos el drama familiar de los Clinton โ€“una vez mรกsโ€“ en una parte central de nuestra vida polรญtica?

ยฟQuรฉ hay que olvidar o pasar por alto para desear que este clan disfuncional ocupe de nuevo la Casa Blanca y se halle de nuevo en posiciรณn de alquilar el Dormitorio Lincoln a donantes de dinero para su campaรฑa y para utilizar el Despacho Oval como saรณn de masajes? Hay que ser capaz de olvidar, primero, lo que les sucediรณ a los que se quejaron, o dijeron la verdad, la รบltima vez. Con frecuencia, gente que trata de demostrar lo madura que es y lo poco escandalizada que estรก afirma que lo รบnico que Clinton hizo para que se le iniciara un proceso de destituciรณn fue mentir acerca del sexo. Eso no es cierto. En realidad, aquello sobre lo que mintiรณ, en el perjurio que tambiรฉn le valiรณ la inhabilitaciรณn como abogado, fueron las mujeres. Y lo que eso implicรณ fue una sostenida campaรฑa de difamaciรณn, apoyada por sabuesos y empleados del gobierno, contra mujeres que creo que estaban diciendo la verdad. En mi opiniรณn, Gennifer Flowers estaba diciendo la verdad, al igual que Monica Lewinsky, al igual que Kathleen Willey, al igual, no lo olvidemos, que Juanita Broaddrick, la mujer que dice que fue violada por Bill Clinton. (Para mรกs informaciรณn sobre esto, ver el capรญtulo โ€œยฟHay un violador en la Casa Blanca?โ€ en la versiรณn de bolsillo de mi libro No One Left To Lie To [Ya no queda nadie a quien mentirle]. Este ensayo, puedo decir modestamente, nunca ha sido cuestionado por parte de ningรบn miembro del legendario equipo de โ€œrespuesta rรกpidaโ€ de Clinton.) Pero uno no para de leer que ambos Clinton, incluida la mujer que ayudรณ a intensificar las calumnias contra sus maltratadas hermanas, son magnรญficos en los โ€œasuntos de la mujerโ€.

Uno tambiรฉn oye constantemente que esa horrible ocupaciรณn compartida de la mansiรณn ejecutiva fue buena y que dio โ€œexperienciaโ€ a la despreciada y muy engaรฑada esposa. Bueno, la principal โ€œexperienciaโ€ fue dar al traste con la planificaciรณn de la seguridad social de la naciรณn haciรฉndola considerablemente peor de lo que era antes y dar pie a la peor opciรณn posible, la llamada HMO [Organizaciรณn para el Mantenimiento de la Salud], combinando el mayor de los dispendios capitalistas con la mayor de las burocracias socialistas. La catรกstrofe resultante, disculpada por alguna razรณn que soy incapaz de comprender, fue responsabilidad de la mujer que ahora parece pensar que le da derecho a la presidencia. Pero hubo otra โ€œexperienciaโ€, esta vez en calidad de colaboraciรณn, que es mรกs significativa.

Durante el debate en el Senado sobre la intervenciรณn en Iraq, la senadora Clinton hizo un uso considerable de sus conocimientos y su โ€œexperienciaโ€ para decir que sรญ, que Saddam Hussein era sin duda una amenaza. No lo afirmรณ asรญ a partir de la posiciรณn adoptada por el gobierno Bush sino que puso รฉnfasis en el punto de vista, adoptado tanto por su marido como por Al Gore cuando gobernaban, de que una รบltima confrontaciรณn con el rรฉgimen baathista era mรกs o menos inevitable. Ahora bien, no importa especialmente si uno estaba de acuerdo o no con eso (por una vez, yo lo estuve y lo estoy). Lo que importa es que desde entonces ha alterado su postura e intentado, con la ayuda de su marido, hacer que la gente olvide cuรกl fue esa postura. Y esto, en un grave asunto de honor y seguridad nacionales, sรณlo para influir en su posiciรณn a corto plazo en los caucus de Iowa. ยฟNo deberรญa esto ser suficiente para descalificarla como opciรณn? Indiferente a la verdad, dispuesta a utilizar tรกcticas de estado policial y vulgares libelos contra testigos inconvenientes, inepta en el sistema de salud y cambiante y olvidadiza con la seguridad nacional. Las pruebas contra Hillary Clinton como aspirante a la presidencia son evidentes. Por supuesto, frente a todas estas consideraciones uno puede preferir la nueva idea, de moda y con la gravedad propia de los medios de comunicaciรณn, de que podrรญa echarse a llorar.

 

Traducciรณn de Ramรณn Gonzรกlez Fรฉrriz

ยฉ Slate

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(Portsmouth, Reino Unido, 1949-Houston, Texas, 2011) fue escritor, periodista y uno de los intelectuales mรกs brillantes de su generaciรณn. Debate publicรณ en 2011 el volumen de memorias Hitch-22.


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