Mirรณ hacia el cielo buscando el tambor de plata, pero estaba ensombrecido y apenas despuntaba una delgada lรญnea curva de marfil que marcaba su silueta. Lo observรณ fijamente, como hacรญa siempre que salรญa a la calle, recordando que en La Habana era la vรญspera de Santa Bรกrbara, la fiesta de Changรณ, el orisha del fuego, del trueno y de la danza, cuyo temible encuentro invocaba siempre golpeando elรฉctricamente los cueros de los tambores batรก, esos con forma de misteriosos relojes de arena puestos del revรฉs, como si sirvieran para dar la vuelta al tiempo. Luego bajรณ la mirada al silencio frรญo y neblinoso de Nueva York y se dirigiรณ al Rio Cafรฉ and Lounge, en la Avenida Lenox, con paso nervioso y acelerado. Bajo el cielo protector llevaba, como siempre, el paรฑuelo rojo del santo yoruba. Era el 3 de diciembre de 1948 y la figura de Chano Pozo recorrรญa las calles mal iluminadas de Harlem. Llegรณ al cafรฉ de muy buen humor –segรบn recuerdan o inventan los que lo rondaban aquella medianoche– y se dirigiรณ a la vitrola del fondo, introdujo una moneda y su mambo “Manteca” explotรณ, salpicando sonidos en todas direcciones. Comenzaba a bailar siguiendo la onda expansiva de su propia mรบsica cuando entrรณ Eusebio Muรฑoz, otro cubano apodado “El Cabo” o “Cabito”, pues habรญa luchado en la Segunda Guerra Mundial y parece que nunca regresรณ del todo. Tenรญa las manos en los bolsillos y la mirada turbia, y cuando Chano se girรณ, le disparรณ certeramente al corazรณn, rematรกndole en el suelo con las otras cinco balas redondas que alojaba el tambor. Todo por una reciente disputa a gritos, en la que Cabito se sintiรณ mortalmente humillado cuando Chano le reclamรณ dinero o que le habรญa vendido mala “manteca” (marihuana): quiรฉn sabe, las versiones no coinciden, ya sea la de su compaรฑera Caridad Martรญnez, la de sus compadres del momento, la de Dizzy Gillespie o la de Mario Bauzรก, quien hablรณ de envidia y un asesinato por encargo del que nunca quiso decir mรกs. Petrona Pozo, su hermana, aรฑadรญa: “Chano no iba a volver. Lo sabรญa. Unos dรญas antes รฉl se hizo un registro y le saliรณ que tenรญa que hacerse santo, hacerse Changรณ, antes de cruzar el mar. Pero mi hermano era muy desobediente y dijo que cuando regresara se lo hacรญa. Pero yo sabรญa que no iba a volver. Changรณ no perdona.” Tenรญa 33 aรฑos y su brillante porvenir se esfumรณ en seis fogonazos. Solo queda desandar los pasos perdidos para intentar descubrir de dรณnde provenรญa la magia de su tambor.
Luciano “Chano” Pozo naciรณ hace ahora cien aรฑos, el 7 de enero de 1915, y creciรณ en los solares pobres El รfrica y El Palomar de los barrios negros de La Habana Vieja, donde tambiรฉn vivรญan Arsenio Rodrรญguez, el mago del tres, y su mejor amigo, el cantante Miguelito Valdรฉs. Huรฉrfano de madre, tuvo una infancia difรญcil y pasรณ varios aรฑos en un reformatorio, adonde le llevaron sus prontos violentos y un carรกcter impulsivo y pendenciero. Hizo de todo para ganarse la vida: fue limpiabotas (como su padre), voceador de periรณdicos, chapista, guardaespaldas y cobrador de deudas a las รณrdenes de polรญticos locales, aunque su รบnica pasiรณn, ademรกs de las mujeres, era la mรบsica. La fealdad de sus facciones se diluรญa ante su sonrisa enorme, alegre y contagiosa, y su vitalidad arrolladora. De piel muy negra y brillante, era bajo, pero de complexiรณn robusta y fibrosa, con brazos excesivamente largos y manos de piedra. Su genio musical le permitiรณ dominar, de forma intuitiva y casi sin esfuerzo, la polirritmia africana de los ritos de la santerรญa, pues era miembro de la sociedad secreta de Abakuรก y participaba en sus ceremonias religiosas: ademรกs de desfilar, tocaba los tambores y actuaba como rumbero, en las paganas noches de carnaval. Desde joven descollรณ como compositor, percusionista, cantante y bailarรญn, si bien nunca aprendiรณ mรบsica ni leรญa partituras y siempre buscaba a algรบn colega para que le transcribiera las melodรญas y patrones rรญtmicos que asaltaban continuamente su cabeza. Cuando en 1940 ganรณ el concurso de comparsas con los Dandys de Belรฉn, apareciรณ ataviado con un resplandeciente traje blanco y un sombrero de copa, de la mano de Rita Montaner, con la que entonces vivรญa una apasionada relaciรณn: ya era famoso, ganaba dinero en abundancia, se creรญa elegante y recorrรญa las noches del malecรณn en flamantes autos descapotables. Poco despuรฉs fundรณ, con su hermanastro el trompetista Fรฉlix Chappottรญn, la banda El Conjunto Azul, que sorprendiรณ al pรบblico en su presentaciรณn al alinear seis congas (el nรบmero de Changรณ) de sonoridad y afinaciรณn diferentes –cuando lo normal es que hubiera a lo sumo dos tumbadoras en el escenario– y demostrar que Chano las tocaba todas simultรกneamente, con una destreza y creatividad nunca vistas. En aquella รฉpoca era el rey de la rumba y sus canciones, que titulaba con onomatopeyas o con la primera palabra que le venรญa a la cabeza –“Parampampin”,“Blen, blen, blen”, “Ariรฑaรฑara”, “Pin-pon-pan”, “Nague”–, las interpretaban a diario orquestas como la del Casino de la Playa o Havana Riverside. Tambiรฉn triunfaron en Nueva York, con arreglos elaborados para grandes orquestas, pues el pรบblico asistรญa fascinado al nacimiento del latin jazz, de la mano de Mario Bauzรก y Machito & His Afro-Cubans. Cuando Miguelito Valdรฉs, de vuelta en La Habana, se lo dijo, Chano se enfadรณ con su agente, porque tiempo atrรกs habรญa vendido los derechos de las canciones por unos pocos dรณlares. La violenta trifulca involucrรณ a un vigilante y se saldรณ con dos balas alojadas en la columna vertebral, que nunca le extrajeron y por las que, a partir de entonces, siempre andaba ligeramente encorvado y no aguantaba tocar mucho rato sentado, aunque conservรณ hasta el final su expresiรณn traviesa y su esplรฉndida sonrisa.
En 1946 Chano parte a Nueva York y comienza su peregrinaje como percusionista y bailarรญn, siempre girando en torno a Mario Bauzรก y el ambiente cubano. Dizzy Gillespie, inmerso en la corriente del bebop junto a Charlie Parker y fascinado por la sonoridad de las orquestas cubanas, pensรณ en incorporar un percusionista a su banda y lo comentรณ con Bauzรก. Este no dudรณ un instante. Dizzy completa el relato: “Mario me llevรณ al apartamento de Chano y nos caรญmos bien, aunque รฉl no hablaba nada de inglรฉs. Cuando nos estrechamos las manos sentรญ como que apretaba hormigรณn.” Tras un periodo de adaptaciรณn, ya que el universo jazzรญstico era muy diferente del suyo, se integrรณ plenamente en la banda, donde la gran preparaciรณn musical de Dizzy permitรญa estructurar y desarrollar la creatividad instintiva de Chano. El encuentro de ambos fue providencial al cruzarse el lenguaje melรณdico y armรณnico disruptivo del bebop con la clave, la superposiciรณn de los ritmos cubanos y la riqueza tรญmbrica de las congas y los bongรณs, abriendo directamente el jazz hacia una nueva dimensiรณn sonora. Ademรกs, la forma de tocar de Chano fue una autรฉntica catarsis para los jazzmen negros norteamericanos, que identificaron sus raรญces y rescataron lo que sus ancestros, trescientos aรฑos atrรกs, habรญan tenido que olvidar por la prohibiciรณn durante la esclavitud de tocar los tambores y cantar su mรบsica tradicional, impuesta para destruir su identidad, su medio de comunicaciรณn y prevenir sublevaciones.
El 29 de septiembre de 1947, en el Carnegie Hall de Nueva York, Chano se estrenรณ con la banda de Gillespie y Charlie Parker, interpretando la “Afro-Cuban Suite”, compuesta por las piezas “Cubano Be” y “Cubano Bop”, durante la que nuestro bongosero entrรณ en รฉxtasis, bailando y cantando a los dioses secretos de la religiรณn yoruba. El concierto lo habรญa abierto Ella Fitzgerald quien, al final, dijo emocionada: “Esta noche ha nacido un nuevo sonido en el jazz.” Antes de empezar, como en cada actuaciรณn, Chano colocรณ y afinรณ sus tumbadoras y las mirรณ fijamente desde arriba hasta que sintiรณ, otra vez, la certeza de que eran los distintos reflejos de una misma luna, y que por eso no podรญa fallar, porque sus golpes siempre rebotaban en el cielo de Olomudare, ese oscuro demiurgo que hablaba a travรฉs de sus dedos. No sabรญa que le quedaba poco mรกs de un aรฑo de vida, pero sรญ que nadie puede escapar a su propia eternidad, y comenzรณ a golpear el cuero una vez mรกs, para dar la vuelta al tiempo. ~
(ciudad de Mรฉxico, 1958) es abogado, periodista y crรญtico musical. Conduce el programa colectivo Sonideros de Radio 3 en Radio Nacional de Espaรฑa.