Octavio Paz en la India, 2002

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Una vez difundida la noticia de la muerte de Octavio Paz en abril de 1998, la embajada mexicana en Nueva Delhi abrió su libro de condolencias, ante el cual desfilaron las más altas autoridades de la República de la India, así como los numerosos amigos que el poeta y su esposa Marie-José hicieron entre 1962 y 1968. Según cuenta el entonces embajador de México Edmundo Font, "el gobierno indio y el gobierno mexicano organizaron una velada de lectura de poemas en su honor, al décimo tercer día de su desaparecimiento, dentro de la tradición hindú del Tehravi; en esos jardines leyeron también sus textos las voces privilegiadas de la primera actriz Shabana Azmi y del actor Raj Babar", concluyendo la velada con danza clásica del Kathak y con música del sarod. Ello ocurrió, a la sombra del árbol Nim, en el número 13 de Pritiviraj Road, donde vivieron los Paz y donde sigue estando la residencia de nuestra embajada.
     Durante una visita de apenas diez días a Nueva Delhi y Varanasi (la antigua Benares), y a casi cinco años de la muerte de Paz, pude atisbar que su obra se lee con intensidad en la India. Que el último de los libros importantes de Paz haya sido, precisamente, Vislumbres de la India (1995) ha contribuido a que la discusión, protagonizada por académicos, escritores y periodistas, alcance esa tesitura que al poeta hubiese satisfecho: la pasión crítica.
     En una nación tan acostumbrada a las incesantes y rutinarias reinterpretaciones occidentales me sorprendió la atención puesta en Paz, cuando él mismo se empeñó en aclarar que interrogaba a la India con devoción de amante y sin ínfulas de experto. Pero los críticos indios lo toman, con buena o mala fe, como tal. Inclusive, el profesor Shyama Prassad Ganguly afirma con franca ironía: "Tanto se va hablando del impacto de la India sobre Paz que en un futuro no muy lejano del siglo veintiuno él va a ocupar el mismo rango que ocupó Max Müller en todo el siglo veinte por la elocuencia de su discurso sobre el Oriente".
     Comparar a Paz, aun de manera negativa, con el erudito sanscritista Max Müller (1823-1900), autor del célebre India: What Can It Teach Us (1892), no deja de ser un homenaje. En tanto que poeta latinoamericano, Paz ha sabido convertirse en un interlocutor privilegiado para los escritores indios. Esas impresionantes semejanzas que Paz, desde su primera visita en 1951, encontró entre México y la India, han encontrado una respuesta allá, que puede ser enérgica o desbordada en afecto, pero que exhibe una hermosa familiaridad. Identificado con la gran corriente secularista del Partido del Congreso, de Nehru y de Indira Gandhi, Paz suele ser combatido en compañía de éstos por el nacionalismo hinduista, actualmente en el poder a través del Bharatiya Janata Party.
     Uno de sus críticos, el profesor Vasant Ganesh Gadre, tras recalcar que Paz desconocía el hindi, lo acusa de ser víctima de las grandes falsificaciones que en su opinión han marcado la historia moderna de la India. Según Gadre, la India fue una sola nación desde el Vishnu Purana, no habiendo tenido nunca lugar la famosa invasión aria, siendo igualmente falsa la idea que sostienen Paz y los occidentalistas, quienes hacen del dominio inglés —the British Raj— el fundamento de la nacionalidad india. "Al asumir la dirección de la India independiente", dice Gadre, "a los líderes nacionales les gustó la idea de que la historia del país —la India multinacional— empezaba con ellos; de que la India, que contaba con el nuevo proyecto nacional de socialismo y secularismo, era una nación en vías de construcción, una Nación cuya construcción les había caído en suerte. Octavio Paz añade su voz de apoyo a esta idea."
     Las opiniones de Gadre son muy similares a las enunciadas por los apologistas del México Profundo y de los quinientos años de dominación española. En ambos casos se construye una nación imaginaria antes de la conquista europea y se convierte la crítica cultural en una aventura en busca de una identidad arqueológica susceptible de utilización política. A cincuenta años de su independencia, la India vive polémicas intelectuales confluyentes con las mexicanas, desde el criollismo criollo hasta el siglo XX. Y Paz no sólo está presente como blanco de un nacionalismo hinduista que coloca al lado de los secularistas y de los comunistas (V. G. Gadre dixit), sino que también ejerce su influencia entre los liberales.
     Sin citar Vislumbres de la India, el novelista y diplomático indio Shashi Thasoor utiliza El laberinto de la soledad como fuente de inspiración en India. From Midnight to the Milennium (Penguin India, 2000). Thassor, al hablar del presente y del futuro de la India, recuerda que el "nosotros" utilizado por Paz en El laberinto de la soledad, más que una apropiación, era un llamado a la responsabilidad, a fijar ese momento en que un pueblo toma conciencia de ser contemporáneo de todos los hombres. Y el periodista Dileep Padgaonkar, al comentar la sesión celebrada en honor de Paz el pasado 16 de octubre, escribió en The Times of India que frente al creciente fundamentalismo que corroe a la sociedad india no está de más recordar el temperamento liberal del poeta mexicano, a quien tanto impresionó la democracia de aquel país.
     El 16 de octubre de 2002, a iniciativa del actual embajador de México en la India, Julio Faesler, se llevó a cabo en The National Gallery of Modern Art el homenaje In the Light of Paz. En primer término se inauguró una exposición pictórica que reunió a los artistas de la India que florecieron en los años 60 del siglo pasado, y quienes tuvieron en Paz a un cómplice y a un amigo. Más tarde se realizó una conferencia, presidida por el novelista Nirmal Verma, que contó con la participación de Ashok Vajpeyi y Deelep Padgaonkar, por parte de la India, y de Fabienne Bradu y de quien esto escribe por parte de México.
     Finalizo estas notas, más de lectura que de viaje, recordando la breve conversación que tuve con Guy Aroul, uno de los secretarios de Paz en la India. Mientras caminábamos por esa galería, de museografía tan modesta como impresionante es la casa Jaipur que la alberga, el señor Aroul me recordaba la ansiedad con que el embajador Paz escuchaba las noticias del 68 mexicano. Ante los dibujos de los Tagore allí expuestos le pedí su opinión sobre Naipaul, escritor harto difícil de tragar en la India. "Pues la India ya tiene tres premios Nobel: Rabindranath Tagore, Octavio Paz y V. S. Naipaul", me contestó el señor mientras nos dirigíamos al jardín a tomar el té de honor. ~

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es editor de Letras Libres. En 2020, El Colegio Nacional publicó sus Ensayos reunidos 1984-1998 y las Ediciones de la Universidad Diego Portales, Ateos, esnobs y otras ruinas, en Santiago de Chile


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