Fui por el filo
Donde nada seguía,
Y sólo aguardaba despierto
Un eco, un aire de algo
Olvidado, de pronto
Un decir qué haces
Aún, si todo
Sabe de ti
Y te habla de tú, y no te extraña
La gota de rocío
Sobre la flor innominada,
La dulce miseria de recordar,
La cal podrida y ácida
En la mirada. –
(Veinticinco centavos, por el amor de Dios)
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