(Con guiño a Salarrué)
Pusiesque yo vivía en provincia y tenía que venir al DF con regularidad y me hospedaba en casa de mi amigo el pintor Arnaldo Coen en Mixcoac y su patio trasero colindaba con el de un restaurante en la avenida Revolución llamado “Zitzitpandácuri” (que en purépecha significa “sitio donde la gente se envenena con cabezas de borrego echadas a perder muy sabrosas”) y pues en ese higiénico restaurante tenían un león viejo que estaba en el patio dando lástimas debajo de su nube de moscas. Un día ese león se enfermó o algo y le dio por rugir en las noches un rugido africano doloroso largo largo como el re sostenido más grave de un órgano de iglesia el que salía de ese pinche león flaco que a la mejor ahí en su hedionda zotehuela de Mixcoac se acordaba de cuando era chiquito en el Kalahari. Y cuando por fin ese león quedó occiso y comenzó a agonizar el dueño del restaurante ordenó que le quitaran la piel con objeto de seguirle manifestando su cariño o para fabricar chicharrón o en su defecto hacer un tapete y el pobre león quedó además de occiso encuerado pero como eran otros tiempos ni Tunick ni las barbis ni los 400 pueblos ni nadie mostraron interés alguno.
Luego el dueño del restaurante ordenó a los meseros que se deshicieran del cadáver del león que yacía desnudo y los meseros dijeron pusórale pero se dieron cuenta de que no era tan fácil y después de muchas cavilaciones no se les ocurrió nada mejor que agarrar y echar el león encuerado en una coladera y naturalmente la coladera esa se tapó toda lo que provocó una gran inundación que les quedó padrísima. Y pasaron varios días y la inundación esa se convirtió en un lago de esos que el perito de Iztapalapa habría llamado “un foco infeccioso” pues que provocó mucha malaria y cosas y diarrea en la gente y en los automovilistas, y que además crecía día con día porque era temporada de lluvias pero hubo uno o dos niños occisos que se ahogaron por “insuficiencia respiratoria”.
Y por fin las autoridades competentes decidieron tomar cartas en el asunto y fueron por los peritos en inundaciones y las cuadrillas elementos de desazolvar coladeras y en eso estaban cuando dieron con la coladera en la que los meseros habían metido al león del “Zitzitpandácuri” y agarraron y dijeron esta coladera está colapsada y ya trajeron más equipo especializado y a los buzos y todo y luego de muchos esfuerzos que logran sacar el cuerpo con una grúa pero como nadie había visto nunca antes a un león encuerado metido en una coladera no supieron qué hacer. Y entonces le sacaron unas fotos que salieron en los periódicos que decían que el león ese era EL MONSTRUO DE MIXCOAC y varias entrevistas con la gente que decía que no que era un chupacabras y otras que decían que no que era uno de esos aliens o que no que era era un ití y así y toda la gente se asustó mucho hasta que vino un experto de la UNAM que agarró y dijo que no es nada de eso sino que es un león encuerado y siacabuche.
Es un escritor, editorialista y académico, especialista en poesía mexicana moderna.