Es difícil calibrar la importancia de las noticias sobre el próximo gobierno. No se sabe con claridad si estamos presenciando algo histórico o un simulacro más. Los medios están en un constante estado de incredulidad, y ante el vacío de noticias definitivas, magnifican pequeños detalles y adivinan intenciones: la reunión de Ciudadanos y PSOE mientras los segundos negociaban con Podemos se pintó como un contubernio masónico. Hace días, en el diario El Mundo, dos columnistas afirmaban con toda rotundidad que fuentes cercanas al PSOE les confirmaron que el acuerdo estaba ya casi atado. El problema es que uno decía que con Ciudadanos y otro con Podemos. Los miembros de los partidos se enteran por la prensa de lo que ellos mismos harán.
Este clima de incertidumbre lleno de titulares excesivos fomenta cierto voluntarismo y la sensación de que el gobierno ya está casi formado. El acuerdo entre PSOE y Ciudadanos es el mayor avance de las negociaciones, pero no es nada si el día de la investidura no se abstienen Podemos o el Partido Popular. Al infantilismo intransigente del PP se ha unido una siniestra actitud conspiranoica que acusa a la justicia de ensañarse solo con ellos y sus casos de corrupción. Su cambio de actitud parece improbable, pero su propia supervivencia va en ello: unas nuevas elecciones no solucionarían el actual bloqueo y además le harían perder votos. Una abstención de Podemos también podría ayudar al partido de Iglesias: Fernando Garea escribe en El País que así podría convertirse en la oposición de izquierdas, evitar un voto en el mismo sentido que el PP, identificar al PSOE con la derecha (por pactar con Ciudadanos) y no ser responsable de unas nuevas elecciones.
El wishful thinking choca con la aritmética electoral, y las lecturas semióticas con la realidad.Uno adivina gestos y analiza eufemismos que a veces no esconden nada, y realiza interpretaciones demasiado sofisticadas: quizá el político no se dio cuenta del doble sentido de sus palabras. Otras veces parece obvio: en la rueda de prensa de la famosa reunión entre Sánchez y Rajoy en la que el segundo le negó el saludo al primero, el líder del PSOE defendió constantemente su postura de “tender la mano” a todas las fuerzas políticas. La intencionalidad parece clara. Es ingenuo pensar que las palabras no están medidas. Pero hay momentos de deslices e improvisaciones.
Frente a las interpretaciones gestuales y la búsqueda de dobles sentidos está la estricta literalidad. La hemeroteca se ha convertido en la manera de buscar noticias donde no las hay. Antonio García Maldonado escribe en El Estado Mental sobre esta obsesión:
La jugada maestra de los programas políticos es enfrentar a un político ante sus declaraciones pasadas, mientras este mantiene estoicamente el gesto e intenta explicar algo tan básico de la vida adulta, de la madurez intelectual e incluso de la salud mental, como que si cambian las circunstancias lo correcto es cambiar de parecer.
Si tras el 20D todos los partidos se cerraron en banda, es obvio que cuando formen gobierno se contradigan. Según la lógica de la hemeroteca, el PP es el partido más coherente tras las elecciones. Pero su actitud es irresponsable y recuerda a la famosa frase de Lord Acton: el poder corrompe, el poder absoluto corrompe absolutamente. Tras cuatro años de mayoría absoluta, y de un abuso de esta y de los decretos leyes, el PP se sorprende de no poder hacer las cosas unilateralmente. La pureza ideológica y el dogmatismo ayudan a los titulares, pero no parecen recomendables cuando hay que formar un gobierno.
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Ricardo Dudda (Madrid, 1992) es periodista y miembro de la redacción de Letras Libres. Es autor de 'Mi padre alemán' (Libros del Asteroide, 2023).