Cuando se dice: “Me tocó ser el pagano”, no se habla de paganismo, sino de pagar la cuenta. El juego de palabras (pagano, pagar) parece superficial, pero revela afinidades profundas, que se remontan al latín (paganus, pacare) y a una misma raíz indoeuropea: pak- (fijar, asegurar).
Pagar viene de pacare, que era apaciguar (a los acreedores) cumpliéndoles (especialmente a los soldados que esperaban su soldada, según Émile Benveniste, Le vocabulaire des institutions indo-européennes). Era cumplir, quedar en paz. A su vez, paz viene de pax: los términos fijados para terminar una disputa. Hoy llamamos paz, en primer lugar, al resultado de un pacto, aunque pax era el pacto mismo, lo que se fijaba en los términos del acuerdo.
Pagano viene de paganus (lugareño): el que vive en un pagus, distrito agrícola (de viñedos, olivares) delimitado por señales fijadas en el terreno (como los términos fijados en un pacto). Todavía se dice, por ejemplo: “Es conocido en estos pagos” (en estos lugares).
El cristianismo empezó como una religión de lugareños: labriegos, pastores, pescadores, artesanos. San Pablo lo transformó en una religión urbana de las clases bajas y el emperador Constantino en una religión oficial. Esta articulación desde la cúspide dejó fuera los lugares remotos de campesinos no cristianizados. En aquellos pagos vivían los paganos (los lugareños), con sus viejas costumbres, ritos y religión.
“Pagar religiosamente” quiere decir: escrupulosamente, con toda puntualidad, con exactitud en la cantidad y en la forma de pago. Esta calificación de una conducta personal parece llevar lo religioso a donde nada tiene que ver. Pero, según Benveniste, fue el significado original. Se llamaba religiosus al cumplidor (en general); y, por lo tanto, al observante exacto de los ritos (en particular).
Fue Tertuliano el que introdujo la idea de que la religión no es una forma de conducta personal, sino de vida comunitaria. Para Tertuliano, religio no venía de legere, como dijo Cicerón, sino de ligare. La religión religa al hombre a Dios (y a los hombres entre sí) después de la ruptura del pecado original. Y así resultaron paganos (en otro sentido) los lugareños no bautizados, junto con Platón y Cicerón, nada lugareños.
De pagus vienen también país, paisano, paisaje. En francés, pays (zona rural) y paysan (habitante de una zona rural) tienen la misma raíz que país y paisano, pero las voces españolas (aunque conservan esos significados) se usan más bien para contrastes distintos. En francés, la cuisine du pays se refiere a la cocina de esta región frente a otras; en español, la cocina del país se refiere a la de este país frente a otros. En cambio, paysage y paisaje, como términos artísticos, se usan de la misma manera.
La raíz pak- ha fructificado en muchas lenguas. Roberts y Pastor (Diccionario etimológico indoeuropeo de la lengua española) registran como derivados: apelmazar, compacto, empalizada, empatar, impacto, pacato, pacífico, pacto, pagano, pagar, página, pago (lugar), país, paisaje, paisano, palenque, palillo, paliza, palo, paz, pauta, pectina, pelmazo, propagar, propaganda, trabajo. La derivación llega del latín y el griego, directamente o haciendo escala en el catalán, francés, occitano o italiano.
¿Qué hay de pak– en trabajo? La segunda sílaba (ba) y la explicación de que trabajo deriva de tripalium: los tres palos donde se torturaba (no está claro cómo). Según Jacques Le Goff (Diccionario razonado del Occidente medieval), el tripalium servía también para herrar animales ariscos (es de suponerse que enjaulados en tres palos armados como una pirámide). Según el Oxford English Dictionary, se llamó travail (en inglés) a un armatoste de función semejante, pero distinta forma: “A kind of quadrangular frame in which restive horses are secured in order to be shod” [calzados con herraduras]. Curiosamente, el oed documenta travel (con la misma etimología que travail) con el significado de viajar, pero también de sufrir.
Según la Wikipedia en portugués (bajo Tripalium), hubo un uso agrícola de la armazón de tres palos: sacudir las plantas cerealeras para separar las espigas o mazorcas. Pero hay imágenes de Google donde el tripalium sirve para crucificar, no en T, sino en X: el brazo derecho alineado con la pierna izquierda en un palo, el izquierdo con la derecha en el otro y la X montada en un tercer palo vertical. También hay imágenes donde la tortura termina en hoguera. Torturar, sacudir plantas o herrar caballos eran tripaliare, de donde vienen trabajar y trabajo.
El verbo era activo: el trabajo que el torturador le hacía a la víctima; pero llegó a usarse como pasivo: el trabajo que padecía la víctima. Con exageración, se llamó trabajo a todo lo que se sufre. Esta connotación negativa no se encuentra en acción, confección, construcción, creación, industria, manufactura, obra, operación, producción. Lo dice un dicho jocoso: “¡Qué tan malo no será el trabajo que Dios lo puso de castigo!”
En latín se llamó pagina (pronunciando: paguina) a otro tipo de armatoste agrícola: el emparrado. Las vides alineadas llegaron a ser vistas como renglones de escritura, y de esa imagen viene página en español, page en francés, etc. Según Ernout y Meillet (Dictionnaire étymologique de la langue latine), la figuración se extendió hasta ver en la escritura de renglones una forma de arar, y se llamó exarare al acto de escribir. A su vez, la lectura llegó a verse como una forma de vendimia. Iván Illich escribió un libro sobre la lectura monástica y el Didascalicon (o arte de leer) de Hugo de San Víctor, titulado precisamente En el viñedo del texto.
En el pentagrama, las cinco líneas paralelas del papel pautado para escribir música también corresponden a esa imagen visual, aunque la semántica es otra. Pauta viene de pacta: los acuerdos pactados, la norma fijada a la cual hay que sujetarse. La música tardó mucho en escribirse: en estar sujeta a una partitura, no a la memoria.
También resulta inesperado que pacato se use para decir asustadizo. Viene de pacare (pacificar) y debería significar pacífico. Más obvios son los casos de palo, paliza, empalizada, palenque y palillo, que vienen de palus: lo que se planta.
Dada la importancia de la palabra logos en la filosofía griega y el cristianismo, llama la atención que aparezca una sola vez en la Odisea (libro I, verso 56), como puede verse en el Vocabulario y formas verbales de la Odisea de Pedro C. Tapia Zúñiga (debo esta observación a José Molina Ayala). Filológicamente, logos es un hápax de la Odisea: una palabra que aparece una sola vez.
El tecnicismo (no registrado por Roberts y Pastor) está tomado del griego ápax (una vez, de una vez) y nada tiene que ver con pax en latín (paz), sino con pax en griego (¡Basta! ¡Suficiente!). Chantraine (Dictionnaire étymologique de la langue grecque) relaciona las palabras griegas pax y ápax con pégnymi (fijar, plantar, clavar; así como cuajar, congelar, volver sólido) que igualmente derivan de pak-. Del indoeuropeo pak- y el griego pax vienen hápax, compacto, pectina, apelmazar y pelmazo. ~
(Monterrey, 1934) es poeta y ensayista.