Patrick Modiano y el misterio de la identidad

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Nací el 30 de julio de 1945, en Boulogne-Billancourt, y en el 11 del paseo Marguerite, de un judío y una flamenca que se conocieron en París durante la Ocupación”, escribe Patrick Modiano al comienzo de Un pedigrí (Anagrama, 2007), que aparece en todas las listas de los libros imprescindibles del Premio Nobel de Literatura de 2014. Cuando escribió esas líneas, Modiano ya había publicado más de veinte novelas, había ganado el Goncourt –en 1978, con Calle de las tiendas oscuras (Anagrama, 2010)– y había recibido prestigiosos premios al conjunto de su obra. Continúa: “Escribo judío sin saber qué sentido tenía en realidad esa apelación para mi padre y porque, por entonces, constaba en los carnets de identidad. Las temporadas de grandes turbulencias traen consigo frecuentemente encuentros aventurados, de tal forma que nunca me he sentido hijo legítimo y, menos aún, heredero de nada.” En apenas dos frases podemos entrever ya los temas que aparecen una y otra vez en la obra de Modiano: los judíos, el París de la Ocupación, la reconstrucción del pasado, la importancia de los documentos, la identidad, la memoria, la relación con sus padres y la incógnita sobre sus orígenes. Algunos de esos temas, que son como satélites en las novelas del francés, son evidentes y se llevan la atención de críticos y exégetas –e incluso de la Academia sueca–, como la Ocupación; otros en cambio son más escurridizos y hay que buscarlos casi entre líneas, como la escritura o el material autobiográfico, que siempre está presente.

Patrick Modiano ha ganado el Nobel de Literatura, para su propia sorpresa, “por su arte de la memoria, con el que ha evocado los destinos humanos más difíciles de retratar y desvelado el mundo de la Ocupación”, según el comunicado oficial. Como señalaba el periodista francés Pierre Assouline, “al inscribir esa palabra [Ocupación] en su justificación, lo han reducido. Su universo sobrepasa y trasciende desde hace mucho el periodo de 1940-1944, como demuestra su último libro”. Los años oscuros del París ocupado, con sus turbios personajes, el mercado negro y el colaboracionismo, han protagonizado algunas de las novelas de Modiano, desde la Trilogía de la Ocupación –el volumen que publicó Anagrama en 2012 y que reúne El lugar de la estrella (1968), La ronda nocturna (1969) y Los paseos de circunvalación (1972)–, y aparecen como telón de fondo de otras, como Dora Bruder (Seix Barral, 1999) o El libro de familia (Alfaguara, 1982). Modiano explicaba en una entrevista con Nelly Kaprèlian que se interesó por la Ocupación “porque soy un producto de ese periodo”. Pero esos años oscuros propician la aparición de personajes casi fantasmas, que se mueven en la clandestinidad, cuando el límite del bien y del mal no está tan claro. Modiano, que ha escrito guiones de cine y letras de canciones, es el escritor que miró el colaboracionismo de frente y se adentró en las cloacas de la moralidad. También es muchas más cosas.

Patrick Modiano escribe sobre la identidad y sus libros pueden verse como novelas policiacas donde el misterio a esclarecer es el pasado, pero para entenderse a uno mismo. Denis Cosnard lo llama “autoficción poético-policial”. Lo explica Jean en La hierba de las noches: “Sí, era como si quisiera dejar por escrito indicios que me permitieran, en un futuro remoto, aclarar lo que había vivido mientras estaba sucediendo sin acabar de entenderlo.” Y en Dora Bruder, Modiano dice: “Al escribir este libro, hago llamadas, como señas de faro que, desgraciadamente, dudo que puedan esclarecer la noche. Pero siempre espero.”

En una charla con Jean Echenoz, Modiano confiesa: “Como no hice estudios superiores, quería demostrarme que yo también podía hacer algo con mis propias manos, con mi vida. Así que pasé directamente de la adolescencia al estado de escritor.” La literatura lo salvó, según él mismo ha reconocido. Lo salvó de su padre, un negociante al borde de la legalidad al que vio por última vez en los años sesenta y que marca toda su obra; de su madre prácticamente ausente, una actriz belga; de la temprana muerte de su hermano Rudy, en 1957, de leucemia; de la miseria y del mundo de la delincuencia al que parecía abocado de no ser por la ayuda de Raymond Queneau, que leería el manuscrito de su primera novela.

Modiano escribe desde la obsesión. “Después de ver el anuncio de búsqueda de Dora Bruder en el Paris-Soir de 1941, no dejé de pensar en eso durante meses y meses. La extrema precisión de algunos detalles me atormentaba […] Me parecía que no conseguiría jamás encontrar el mínimo rastro de Dora Bruder. Así que la falta que experimentaba me empujó a la escritura de una novela, Viaje de novios, un medio como cualquier otro para continuar centrando mi atención en Dora Bruder y, tal vez, me decía, para dilucidar o adivinar alguna cosa de ella, un lugar por el que hubiera pasado, un detalle de su vida”, cuenta Modiano en Dora Bruder. Este es solo un ejemplo de los ecos que hay entre sus novelas. En Un pedigrí aparece “el asunto Ben Barka” y la relación de Modiano con sus protagonistas; ese crimen aparece en La hierba de las noches (Anagrama, 2014). Otro episodio recurrente en la obra de Modiano: el viaje desde su casa a la comisaría en un furgón policial junto a su padre, que ha llamado a los agentes. En la misma entrevista, Modiano explica la repetición: “Suelo tener la impresión de que el libro que acabo de terminar no está contento, que me rechaza porque no lo he llevado a término. Como no se puede volver atrás, tengo que empezar otros para terminar el anterior. Así que retomo algunas escenas para desarrollarlas más. Esas repeticiones tienen un lado hipnótico, como una letanía. No me doy cuenta cuando escribo y además no leo mis libros anteriores porque eso me bloquearía…”

París, sus edificios, sus calles, sus solares y los misterios o secretos que encierran ciertos lugares, es uno de los grandes personajes de Modiano. Sus novelas recorren la margen izquierda y los alrededores del muelle Conti, la Porte de Clignancourt, el sur de París, la zona de Montparnasse, de la Ciudad Universitaria, el distrito 16 y la periferia. En Dora Bruder escribe que el espacio es importante porque es humano: “[los personajes] no se despegan de ciertas calles de París, de algunos paisajes de las afueras, en los que descubrí, por azar, que habían vivido. Lo que sabemos se reduce a veces a una simple dirección. Y esa precisión topográfica contrasta con lo que siempre ignoraré de su vida: ese blanco, ese bloque de desconocido y de silencio”.

El propio Modiano define su estilo como “elíptico”. La claridad y sencillez con que se expresa es un compromiso casi moral (“Escribo estas páginas como se levanta un acta o como se redacta un currículum vitae, a título documental”); utiliza frases simples que esconden más de lo que enseñan y que crean un ritmo hipnótico en el que los detalles siempre son importantes. Modiano emociona desde la contención más absoluta: “En febrero de 1957 perdí a mi hermano. Un domingo, mi padre y mi tío Ralph vinieron a buscarme al internado. En la carretera de París, mi tío Ralph, que iba al volante, se detuvo y bajó del coche, dejándome solo con mi padre. Mi padre me comunicó, en el coche, la muerte de mi hermano.” Bernard Pivot contaba que el Nobel a Modiano le ha sorprendido (y alegrado) porque “las novelas de Modiano solo exploran un campo, el de la literatura. Son pura literatura”. ~

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(Zaragoza, 1983) es escritora, miembro de la redacción de Letras Libres y colaboradora de Radio 3. En 2023 publicó 'Puro Glamour' (La Navaja Suiza).


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