“If I was the president / I’d pay my mama’s rent. Free my homies and then / bulletproof my Chevy doors”, canta un estribillo de “Institutionalized”, uno de los mejores temas de To Pimp a Butterfly, el Ćŗltimo disco de Kendrick Lamar. En la portada del Ć”lbum, un grupo de negros sin camiseta posa delante de la Casa Blanca. Si el personaje de la canciĆ³n de Lamar fuera presidente le pagarĆa el alquiler a su madre y sacarĆa de la cĆ”rcel a sus colegas. Representa una decepciĆ³n con la polĆtica, pero tambiĆ©n una patrimonializaciĆ³n de lo pĆŗblico, casi una privatizaciĆ³n: gobernarĆ© solo para los mĆos, o al menos esa serĆ” mi principal intenciĆ³n. La llegada de Obama a la presidencia se leyĆ³ en casi toda la comunidad negra en esa clave, y buena parte del apoyo negro a Bernie Sanders (desde el movimiento Black Lives Matter a intelectuales como Ta-Nehisi Coates) es una respuesta a la consiguiente decepciĆ³n: muchos piensan que Obama no hizo suficiente por su “gente”. Sanders promete luchar contra el racismo institucional, pero el voto negro al candidato demĆ³crata no tendrĆ” el componente identitario y simbĆ³lico del voto a Obama. Como escribe David Remnick, el logro mĆ”s importante de Obama, muy a su pesar, siempre serĆ” haber sido el primer presidente negro de los Estados Unidos. No es ni siquiera un logro, sino un aspecto simbĆ³lico del que Obama no es responsable.
La polĆtica tiene mucho de gestiĆ³n de la decepciĆ³n. A veces consiste en explicar por quĆ© no se pueden hacer determinadas cosas. Obama ha sabido gestionar bien la decepciĆ³n de su mandato, y por eso no ha sido un lĆder decepcionante. David Brooks, en una columna en The New York Times en la que admite echarlo ya de menos, explica que su actitud ha sido “promover sus valores siempre que ha podido dentro de los lĆmites de la situaciĆ³n”. Obama lo explicĆ³ en una entrevista con Marc Maron con una metĆ”fora naval: “A veces la tarea del gobierno es hacer cambios progresivos o tratar de virar el rumbo del transatlĆ”ntico dos grados al norte o al sur para que dentro de 10 aƱos estemos en un lugar diferente”. Es un pragmatismo aburrido, pero es quizĆ” la mejor manera de no decepcionar.
En EspaƱa, Podemos estĆ” aprendiendo a gestionar la decepciĆ³n. Parece difĆcil cuando tu campaƱa se basa en gobernar para la “gente”. En este caso, gente ni siquiera es una etnia, raza o clase social, sino un tipo de votante con cierta superioridad cĆvica. Es mĆ”s difĆcil aĆŗn cuando tu principal promesa es algo tan vago como la decencia. Parte de esa gestiĆ³n, que es tambiĆ©n la gestiĆ³n de la realidad, es una batalla simbĆ³lica: reformular lo que significa decencia. De este modo, el nepotismo puede ser correcto siempre y cuando el elegido estĆ© preparado. Una ventaja de estar del lado bueno de la historia es que no hace falta dar explicaciones.
En su programa de gobierno, ofrecido al PSOE para gobernar en coaliciĆ³n, Podemos parece querer anticiparse a la decepciĆ³n que crearĆ” la imposibilidad de realizar sus polĆticas batallando en lo simbĆ³lico. Los aspectos mĆ”s grises y tĆ©cnicos de la gestiĆ³n polĆtica se reformulan: una vicepresidencia puede ser sexy, y el control del BOE o de la comunicaciĆ³n del gobierno se convierten de pronto en reivindicaciones clĆ”sicas del 15M. El documento intenta dar Ć©pica hasta a las secretarĆas de Estado, que al fin van a estar al servicio de la gente. Esa lĆ³gica populista se lleva hasta un extremo peligroso: si un intento de reforma de la ConstituciĆ³n encuentra obstĆ”culos parlamentarios, puede resolverse apelando a la “soberanĆa del pueblo” (artĆculo 1 de la ConstituciĆ³n) o al “derecho de la ciudadanĆa a participar en asuntos pĆŗblicos” (artĆculo 23 de la ConstituciĆ³n). Es una alusiĆ³n terrorĆfica, que trampea el propio funcionamiento parlamentario y democrĆ”tico, pero lo terrorĆfico tambiĆ©n puede reformularse. Sus propuestas econĆ³micas estĆ”n bien razonadas, aunque son imposibles de realizar en el actual contexto. La soluciĆ³n es un blindaje con el argumento de la voluntad polĆtica: “son propuestas viables desde un punto de vista econĆ³mico y financiero, es decir, realizables si se tiene voluntad polĆtica y decisiĆ³n para ponerlas en marcha” [Las cursivas son mĆas].
Los casos de nepotismo de Podemos tienen algo de colonizaciĆ³n de las instituciones. Si fuera presidente, le pagarĆa el alquiler a mi madre, y contratarĆa a mi marido de asesor y a mi exnovia de asesora. Es tambiĆ©n una colonizaciĆ³n de significados. MĆ”s que un cambio radical, es una resignificaciĆ³n de lo de siempre. El caso de Kichi, alcalde de CĆ”diz, es quizĆ” el mĆ”s representativo de esta actitud: el intento de ocultar tras un disfraz de carnaval la incapacidad de gestionar la realidad.
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Ricardo Dudda (Madrid, 1992) es periodista y miembro de la redacciĆ³n de Letras Libres. Es autor de 'Mi padre alemĆ”n' (Libros del Asteroide, 2023).