En las pirĆ”mides administrativas hay una vieja tradiciĆ³n (o regla formal) de que el subordinado no puede dirigirse al jefe de su jefe. Esto se presta a bloqueos de informaciĆ³n y abusos de autoridad, por lo cual se han desarrollado vĆas alternas de comunicaciĆ³n: departamentos de personal, buzones de sugerencias y de quejas, encuestas, etc. Una idea japonesa es que los ejecutivos novatos tengan como mentor a un alto ejecutivo (en otra lĆnea de mando) con el que puedan explayarse para que los aconseje.
La comunicaciĆ³n interna fluye sobre todo hacia abajo, y a veces llega distorsionada o no llega. TambiĆ©n fluye hacia arriba o entre distintas lĆneas de mando, pero mucho menos. Dos personas en oficinas paralelas no fĆ”cilmente pueden comunicarse directamente para resolver un problema comĆŗn, sin arriesgarse. Las reglas exigen que la comunicaciĆ³n suba hasta el nivel donde confluyen las dos lĆneas de mando, y que de ahĆ baje por la otra al destinatario.
El bloqueo no sĆ³lo afecta a los de abajo. Sirve para que no se metan los de arriba, ocultĆ”ndoles informaciĆ³n. Alguna vez, el presidente Kennedy comentĆ³: La gente supone que soy la persona mejor informada del mundo, pero de muchas cosas me entero por los periĆ³dicos. En Las mil y una noches, el califa HarĆŗn Al-Rashid sale disfrazado para escuchar lo que se dice en Bagdad y no le cuentan. Una funciĆ³n de los bufones de la corte era arriesgarse a decir lo que no se decĆa por temor al soberano.
Las vĆas alternas de comunicaciĆ³n social, al margen de la verdad oficial, se han modernizado. En el siglo XIX, prosperĆ³ la prensa independiente de los tres poderes (por eso llamada "el cuarto poder"). En el XX, se multiplicaron los organismos de la sociedad civil que intervienen y declaran, las oficinas para la defensa de los derechos humanos, los servicios de transparencia y una instituciĆ³n sueca: el ombudsman.
El ombudsman tiene antecedentes histĆ³ricos. En el siglo XVI, Fray BartolomĆ© de las Casas fue de hecho un ombudsman de los indios. En 1713, el rey Karl XII de Suecia creĆ³ un cargo con ese nombre, que en sueco es algo asĆ como defensor. Hoy existen funciones semejantes en docenas de paĆses, con el nombre sueco o con otros: defensor, abogado, mediador, procurador, oidor, peticionario, personero, monitor, vigilante, contralor, comisionado; cĆvico, pĆŗblico, del comĆŗn, del pueblo, de los ciudadanos, de los derechos humanos.
Las funciones pueden ser nacionales o regionales, generales o especializadas. Pueden limitarse a un sector: por ejemplo, la banca o los hospitales; o un tipo de vĆctima: por ejemplo, los niƱos. Pueden limitarse a recibir quejas, verificarlas y transmitirlas a quien corresponda. Pueden dar servicios adicionales de mediaciĆ³n o procuraciĆ³n de justicia. En todos los casos, son Ć³rganos creados desde el poder contra los abusos del poder.
Llama la atenciĆ³n el nĆŗmero de oficinas especializadas en la defensa de los niƱos (puede verse una relaciĆ³n, paĆs por paĆs, en la Wikipedia: Children's Ombudsman), y se comprende. Son especialmente vulnerables. Y los abusos de padres, parientes, maestros, sacerdotes, mĆ©dicos, encargados (en el trabajo, los deportes, orfanatorios), policĆas, militares o simples abusivos en despoblado o en las calles son abominables. No sĆ³lo por su contenido sexual, cuando lo hay, sino por el abuso de la autoridad. Que un sacerdote dĆ©bil falte a la castidad no tiene el mismo significado cuando se lo echa al plato la cacica del pueblo que cuando Ć©l abusa de la fe de un niƱo.
La falta de un Ć³rgano de poder eclesiĆ”stico contra los abusos del poder eclesiĆ”stico ha tenido efectos desastrosos en miles de vidas, en el prestigio del clero y hasta en las finanzas institucionales. La Ćŗnica salida para las vĆctimas ha sido el silencio o la denuncia ante los tribunales civiles y la prensa.
Si las autoridades eclesiƔsticas no estƔn organizadas para tomar en serio y procesar debidamente las quejas de los feligreses, no todos callan: algunos van con su queja a otra parte. Los militantes en favor de que se atienda una queja (desagradecidamente tratados como traidores), los despachos de abogados (sobre todo en los Estados Unidos) y la prensa han destapado un escƔndalo tras otro.
Por todo lo que se ha venido sabiendo, parece necesaria una defensorĆa de los creyentes: un ombudsman eclesiĆ”stico. Puede empezar experimentalmente por un obispo que tome la iniciativa en su propia diĆ³cesis. O a escala nacional, por iniciativa de la conferencia episcopal. O a escala mundial por iniciativa papal. Puede cubrir toda clase de temas o limitarse a la defensa de los niƱos. Puede ser una forma de instrumentar la lĆnea de "tolerancia cero" a la pederastia, que anunciĆ³ el papa Francisco. O una forma de practicar aquella lĆnea milenaria del Evangelio de San Juan (8:32): "La verdad os harĆ” libres".
(Reforma, 26 mayo 2013)
(Monterrey, 1934) es poeta y ensayista.