La criminalística y la literatura no son tan distantes
Maestro en Literatura, especialista en debates medievales y textos de narrativa caballeresca breve. En busca de rigor metodológico y de una extraña pulsión por deshacer entuertos ahora estudia para perito en criminalística. Está seguro que si acaba decantándose por la criminalística, la literatura de cualquier manera siempre será parte su vida. No sabe si tendrá éxito como perito, lo supone. Por lo pronto le reconforta saber que sus peritajes serán los mejor redactados.
Debates medievales, caballería, criminalística ¿Hay un hilo conductor en estos intereses?
Supongo que sí. Un interés general por encontrar la pista. Tratar de hilar fino, si se puede, sobre dónde va el peso de las argumentaciones para el caso de los debates medievales. Lo mismo pasa con los libros de caballería, rastrear mitemas, pequeñas construcciones míticas, que van repitiéndose a lo largo de las obras donde hay héroes desde los textos de narrativa hasta G.I Joe. Y en la criminalística pues vas de levanta muertos literal, no hay margen para la imaginación, tienes que ir a cómo son las cosas. En todo buscas evidencias, pistas.
¿Qué significa ser un perito en criminalística?
La criminalística se encarga de estudiar los indicios, huellas, todos los hechos sensibles y cuantificables que hay en un hecho presuntamente delictuoso. No calificamos el delito, sólo lo reconstruimos. Estudiamos la escena del crimen, no al criminal.
¿Cómo funciona?
En teoría la escena del crimen tendría que estar acordonada y digo en teoría porque a los pobres policías a veces no les dan la cinta amarilla para demarcar el lugar. Entonces en realidad lo que te espera es llegar a una escena ya toda movida donde a veces algún policía bien intencionado te dirá: “Mire jefe, le guarde los casquillos” y se los sacará del bolsillo para dártelos en la mano.
Hasta ahí nuestras pretensiones de CSI…
En CSI se falsean cosas por fines de la trama, encontrar pistas no es tan fácil y menos con las limitantes legales y tecnológicas de México. Por ejemplo, tú en los noticieros ves al camarógrafo metido en la escena haciendo close up al cadáver, ¡eso debería estar penado! En otros países a la gente que irrumpe en la escena se le castiga, aquí hay una laguna legal al respecto y lo que uno acaba haciendo es llegar a fijar la escena, retirar curiosos y recolectar todos los indicios que hay para empaquetarlos y enviarlos a la “cadena de custodia”.
¿Cómo combinas la criminalística con la literatura?
En realidad no resultan tan distantes. En literatura uno estudia las obras literarias y estás justamente buscando los indicios que te lleven a corroborar una hipótesis. Si un autor dijo esto, tu empiezas a ver sus motivaciones, los diálogos que ha tenido, el peso que le da en la novela, etc., etc. Eso, de alguna manera, se relaciona con la observación minuciosa.
¿Qué influye a qué: la literatura a la criminalística o la criminalística a la literatura?
La criminalística a la literatura.
¿Ahora ves un texto como la escena de un crimen?
Si, la metodología de la criminalística ayuda a plantar los pies sobre la tierra. Un defecto de la literatura es que uno empieza a sobre-interpretar los textos y parte del entrenamiento que he llevado en criminalística me han ayudado a aterrizar más las cosas. Busco evidencias, a todo argumento corresponde una prueba: argumento-prueba, argumento-prueba. El asunto del método ha influido las cosas que hago en literatura. El rigor se nota más.
¿Pero tienes un Isidro Parodi dentro que te traicione de vez en cuando?
Si, a veces y en la metodología justamente, porque empiezas a elucubrar. No sólo imaginas al personaje, sino que puedes acabar creándolo. Ahí el peligro. En alguna ocasión, estudiando cómo seguir los indicios sobre sangre por el método de exploración por zona, estudiamos el caso de una mujer que se suicidó y su cuerpo quedó de pie (sin haberse ahorcado). Vimos las imágenes fotográficas de la escena, todos los cuartos y pasillos estaban llenos de sangre. La chica había estado bebiendo. Fue a la cocina y se abrió las venas con un cuchillo de sierra, fue a su cuarto, se tumbó sobre la cama para dejarse desangrar pero las heridas alcanzaron a coagular. Se levantó, salió de su cuarto y se dirigió a la otra habitación para volverse a abrir las venas con un cutter y cortarse los tobillos. Sin embargo, la herida del cutter, al ser más fina, alcanzó a coagular de nuevo. Entonces, la mujer se dirigió al baño, rompió la botella de la que había estado bebiendo y se cortó la yugular. El cadáver quedó de pie con la espalda recargada sobre una pared y la frente sobre el espejo de baño. Era muy impresionante. Ante un hecho así, resuelves el caso con los indicios tangibles (las heridas y la ruta de sangre) pero es complicado no hacer de esta mujer un personaje: desesperado y atormentado. Pensar en todo eso, por supuesto, me hace perder muchas notas de la clase de criminalística…
¿Cuando acabes tu formación como perito en criminalística dejarás la literatura?
Me gustaría probar con la criminalística sin dejar la literatura. La criminalística paga mejor, pero al final la literatura, que recibe a todos con los brazos abiertos, siempre estará ahí. La literatura es noble, no te mete a la cárcel; en criminalística un error cuesta caro, si haces mal un peritaje puedes ir a prisión.
Esperemos que no suceda. Por lo pronto serás el que mejor redacte dictámenes
¡Y sin faltas de ortografía!
A propósito de los dictámenes, ¿es un requisito redactarlos de manera tan barroca?
No, no es un requisito. Tener un hematoma en el hueso frontal a la altura de la línea sagital y dos sugilaciones en el cuarto lateral anterior del cuello podría resumirse perfectamente en: Tienes un chichón en la frente y dos chupetones en el cuello. No lo vas a decir así, pero hay maneras menos recargadas para decir eso.
¿Cuál es el vicio de la criminalística y cuál el de la literatura?
La “objetización” de la muerte. Pero es un vicio necesario. Mi vicio literario es la sobre-interpretación.
¿Como los combinarás?
A lo mejor logró un punto medio… y un estómago de acero.
– Cynthia Ramírez
Es politóloga, periodista y editora. Todas las opiniones son a título personal.