Ha muerto el maestro Roberto Cantoral, autor de canciones y poemas que, de acuerdo con su pensamiento, expresaban “la cultura milenaria que nos legaron nuestros antepasados”, una que, sumada “a las múltiples expresiones artísticas contemporáneas, inspiradas virtualmente por el sentimiento lírico de la creatividad innata del espíritu”, es la “esencia de nuestra raza”.
El sentimiento lírico de la creatividad innata del espíritu del maestro Cantoral quedó plasmado en poemas musicales que, ciertamente, contienen la esencia de nuestra raza. Veamos, a guisa de ejemplo, su inmortal “Yo lo comprendo”:
YO LO COMPRENDOQue has dejado de amarme
y no sientes besarme
yo lo comprendo.
Que de mí te cansaste,
que otro amor encontraste,
yo lo comprendo.
Porque todo en la vida,
aunque sé que lastima,
lo que empieza termina,
y no tengo derecho
de engrillarte a mi lecho
aunque sangre mi herida.
Haces bien en marcharte,
¿para qué complicarte?
Yo lo comprendo:
sé feliz en tu anhelo
si cambiaste de cielo
yo lo comprendo.
Pero cómo le explico
a mi corazón
cuando extrañe en las noches
tu piel, tu voz
y latiendo pregunte
por qué razón
tú de mí te alejaste.
Pero cómo le explico
a mi corazón
mi vergüenza de verte con otro amor
que te dio lo que ya no te diera yo,
que fallé como amante.
Pudo haber fallado como amante, el maestro, pero no como amigo del pueblo que, serenamente conmovido y engrillado a su afecto, acudió a decirle adios al maestro Cantoral al Palacio de Bellas Artes, noble institución que el Gobierno, siempre sensible a los afectos populares, habilitó como capilla ardiente.
En otra entrega habremos de referirnos a su música impar, así como a su contribución a la historia social de nuestra patria por medio de la Sociedad de Autores y Compositores de México.
Mas por lo pronto… ¡Adios, maestro! O, mejor dicho… ¡Hasta luego! O aún mejor… ¡Hasta siempre!
Es un escritor, editorialista y académico, especialista en poesía mexicana moderna.