Unitalla. La forma o el color
del dios o cielo alto importa menos
que el hecho de que existe,
en algún sitio y de algún modo, atento
al rezo apresurado, o haciendo suyo el óbolo
dejado por la viuda en el santuario. Un niño
—solo con sus terribles realidades— pide a gritos
un límite, un muro cálido
en cuyas piedras halle una respuesta,
aunque vaga.
Extraña, tanta extravagancia —¿quién necesita
esas deidades de dieciocho brazos,
esos santos mohosos
cuyos huesos y heridas nos ofenden,
esos pebetes perfumados, esas huríes, budas dorados,
libros dictados en detalle por Moroni?
Nosotros; necesitamos más mundos.
Éste fracasará. –— Versión de Julio Trujillo
Dos poemas
Loser El día que me llevaron el carrodel parqueo de mi arrendamientolas luces en el interiorseguían apagadas. Tuve que pedir un taxie ir a buscarlocomo a un niño que no respondióninguna…
La máquina especulativa
El relato de la inauguración del nuevo Museo Jumex.
Colette: a la santidad por el exceso
Me imagino a Bataille junto al lecho donde agoniza Colette Peignot: frotándose compulsivamente las manos, el rostro desencajado, la mirada huidiza, la boca con un rictus que aúna…
Rémi Gaillard, alquimista
De entre los géneros cómicos, nada más rudimentario que la cámara escondida y el video chusco. Tan artificial el primero como casual el segundo, ambas estrategias fincan su eficacia en lo…
RELACIONADAS
NOTAS AL PIE
AUTORES