Al romper el alba, los doscientos hombres levantan las armas y piden ayuda al Seรฑor por encima del ruido de guitarras y teclados. Pero no forman el tรญpico rebaรฑode fieles de las florecientes iglesias evangรฉlicas mexicanas. El servicio se realiza en el interior de una base policial del municipio de Guadalupe, Nuevo Leรณn, y los creyentes son agentes de policรญa que le piden a Dios que los proteja en sus frecuentes enfrentamientos con los Zetas. El predicador recuerda a las docenas de agentes asesinados en las calles de Guadalupe durante los รบltimos aรฑos. Los fieles cierran los ojos y rezan. La gran mayorรญa duerme en la base por motivos de seguridad, guarecidos tras sacos de arena y guardias con rifles de asalto. Con mรกs de mil asesinatos al estilo ejecuciรณn en los primeros nueve meses de 2012, Nuevo Leรณn se ha convertido en el estado con mayor nรบmero de homicidios atribuidos al narco en Mรฉxico.
Casi todos los agentes son soldados que han sustituido a la policรญa municipal en una “purificaciรณn” masiva el รบltimo aรฑo. Habรญa demasiados zetas infiltrados entre los viejos agentes y hubo que despedir a la mayorรญa, explican los funcionarios. El secretario de Seguridad Pรบblica y el director de la policรญa son soldados y cristianos evangรฉlicos. Los servicios religiosos ayudan a que los hombres estรฉn concentrados y sean honestos, explica el secretario, el coronel retirado Enrique Alberto San Miguel Sรกnchez. “Si yo tengo policรญas que tengan en su corazรณn el temor a Dios, entonces voy a tener policรญas que no van a querer robar”, me dice San Miguel.
Despuรฉs del servicio, montamos un convoy policial y conducimos por los barrios que suben por las colinas de Guadalupe para ver al enemigo. Pero el enemigo nos ve primero. Tienen a sus espรญas, que llaman halcones, desde adolescentes que juegan futbol en una esquina hasta el hombre en silla de ruedas que vende chicles. Los halcones llaman con sus radios para informar a su jefe de la presencia del convoy policial. Y luego la policรญa sintoniza la frecuencia en su radio y podemos oรญr esas advertencias. “Van tresblancos, van tres blancos”, dicen los halcones sobre las tres furgonetas blindadas de la policรญa en las que circulamos. Resulta perturbador espiar la voz de los que te espรญan.
Pero ¿quiรฉn y quรฉ es este adversario de quien los agentes de policรญa piden protecciรณn? ¿Una banda? ¿Una mafia? ¿Un ejรฉrcito guerrillero? ¿Un grupo terrorista? ¿Una invenciรณn del Estado? ¿Un fantasma? ¿O solo una letra del alfabeto?
Los Zetas son el cรกrtel que mรกs ha desconcertado a quienes intentan definir en quรฉ se han convertido los traficantes de droga de Mรฉxico, y el que mรกs ha desafiado el argumento del presidente Felipe Calderรณn segรบn el cual el narco es simplemente un problema criminal y no existe un conflicto armado o una guerra de baja intensidad. Entender la naturaleza de este ejรฉrcito criminal es clave para determinar lo que ocurrirรก tras la supuesta muerte de su lรญder supremo, Heriberto Lazcano, “el Verdugo”, en el pueblo de Progreso, en Coahuila, el 7 de octubre. ¿Se derrumbarรก bajo el peso de la ofensiva militar, como espera el gobierno? ¿O sus cรฉlulas dispersas de criminales y asesinos serรกn un gran dolor de cabeza para Enrique Peรฑa Nieto, cuando intente cumplir su promesa de reducir rรกpidamente los homicidios, los secuestros y la extorsiรณn tras asumir el poder en diciembre?
La muerte de Lazcano, el antiguo cabo del ejรฉrcito, a los 37 aรฑos de edad, deberรญa considerarse un gran logro del gobierno de Calderรณn, aunque su cuerpo se haya perdido desastrosamente. Teniendo en cuenta la cantidad de asesinatos que han cometido los Zetas, se puede defender que “el Lazca” era un enemigo pรบblico mรกs importante que el mรญtico jefe del cรกrtel de Sinaloa, Joaquรญn “el Chapo” Guzmรกn. A las รณrdenes de Lazcano, los Zetas fueron la primera fuerza que militarizรณ la guerra de la droga en Mรฉxico, cuando crearon unidades paramilitares para rechazar a los pandilleros que el cรกrtel de Sinaloa enviaba para tomar Nuevo Laredo, una mina de oro para el trรกfico, en 2004. La lucha aumentรณ de intensidad y a los Zetas se les responsabiliza de las peores atrocidades de los seis aรฑos de guerra contra el narco bajo el gobierno de Calderรณn: el atentado con granadas a los civiles que celebraban el dรญa de la independencia en la plaza de Morelia, donde murieron ocho personas; la masacre de 72 migrantes en un rancho en San Fernando; la quema del Casino Royale de Monterrey, que matรณ a 52 personas; la apariciรณn de 49 cuerpos sin cabeza, manos o pies en Cadereyta.
Sin embargo, el caos que rodeรณ al cadรกver disminuye de forma innegable la sensaciรณn de victoria. Segรบn la versiรณn oficial, los marinos mexicanos recibieron un aviso sobre la presencia de unos hombres armados que se marchaban de un campo de beisbol de Progreso, mataron a Lazcano sin saber que era รฉl, entregaron su cuerpo en el Semefo local y luego un comando de los Zetas robรณ el cadรกver antes de que las autoridades procesaran las huellas dactilares y se dieran cuenta de que se trataba del lรญder criminal mรกs buscado de Mรฉxico. Todo eso puede ser cierto. Pero hay dudas molestas, empezando por el argumento de que el cuerpo sobrepasaba por diez centรญmetros la altura que seรฑalaban los registros que tenรญa el ejรฉrcito de Lazcano. (Como me dijo un editor, “no me extraรฑa que no pudieran encontrarlo. Podรญa cambiar de forma”.) Los aliados de Calderรณn en Estados Unidos tambiรฉn estaban perplejos. Para ellos, era como si los soldados estadounidenses hubieran entregado el cadรกver de Osama bin Laden a una funeraria pakistanรญ desprotegida y hubiese desaparecido. Inicialmente, la DEAse negรณ a confirmar la muerte.
Pero, suponiendo que Lazcano haya muerto, hay dos apremiantes motivos de preocupaciรณn para las fuerzas de seguridad mexicanas. El primero es el ascenso del nรบmero dos de los Zetas, Miguel Treviรฑo, un jefe igualmente sediento de sangre, que presuntamente habrรญa estado detrรกs de crรญmenes brutales cometidos desde Texas a Guatemala. El segundo es el espectro de diferentes cรฉlulas de los Zetas luchando y desatando un baรฑo de sangre por grandes zonas del paรญs. Esta guerra civil de los Zetas podrรญa resultar especialmente catastrรณfica, por la cantidad de armas pesadas en manos de los Zetas y porque esos grupos pueden encontrarse unos a otros en poco tiempo. “Los muertos podrรญan aumentar rรกpidamente”, dijo un teniente coronel del ejรฉrcito que ha luchado con los Zetas por todo Mรฉxico. “Saben dรณnde viven, dรณnde andan y con quiรฉn estรกn.”
La historia de la fundaciรณn de los Zetas se ha convertido una leyenda de la guerra contra el narcotrรกfico: cรณmo catorce soldados abandonaron el ejรฉrcito mexicano en 1998 para crear una fuerza con organizaciรณn militar y capacidad para luchar contra las tropas con granadas lanzadas por cohetes y ametralladoras accionadas por correas; cรณmo algunos habรญan recibido instrucciรณn en tรฉcnicas de contrainsurgencia en la Escuela de las Amรฉricas; cรณmo eran una banda de asesinos para el cรกrtel del Golfo y despuรฉs pasaron a asesinar a sus propios jefes.
El infierno, la sรกtira sobre la guerra contra el narco de 2010, presentaba a dos zetascomo reclutas indรญgenas del pobre sur mexicano que asombraban a los norteรฑos con su extrema violencia mientras mascullaban “pinche gรผero”. La visiรณn revela algunas verdades elocuentes. Los fundadores provenรญan de estados del sur, como Puebla, Campeche y Oaxaca, y Lazcano naciรณ en el destartalado pueblo de Acatlรกn, en Hidalgo, cerca de la localidad natal del luchador y actor Rodolfo Guzmรกn Huerta, “El Santo”. Lazcano naciรณ en 1974, lo que lo hacรญa casi dos dรฉcadas mรกs joven que traficantes poderosos como Guzmรกn. Una innovaciรณn crucial fue que los Zetas cambiaron las reglas del juego del narco de los norteรฑos, mostrando una nueva capacidad para masacrar, atacar al Estado e iniciar cualquier empresa criminal. No solo traficaban con cocaรญna para estadounidenses sedientos, sino que se llevaban crudo de Pemex, realizaban secuestros a escala industrial, ponรญan patas arriba negocios grandes y pequeรฑos, participaban en el trรกfico de personas e incluso tenรญan su propia marca de DVDpiratas de pelรญculas de รฉxito.
En la base de policรญa de Guadalupe, San Miguel, el secretario de Seguridad, dice que el mito de los Zetas es exagerado. Son solo una banda de matones conflictivos que retroceden cada vez que se enfrentan a soldados de verdad, sostiene. “No son guerrilleros. Son delincuentes, son maleantes. Son gente fuera de la ley. Estรกn armados. Es gente sin conciencia. Para ser ese tipo de delincuente necesitas tenerle un odio tremendo a todo lo que represente una autoridad. Odian a sus padres, odian a los maestros, odian a los sacerdotes, odian al ejรฉrcito, odian a lapolicรญa, odian a todos. Eso es una miseria de pensamiento, eso de que con un arma de fuego ya te sientas poderoso.”
San Miguel ilustra esta observaciรณn mostrando una foto de un zetaque arrestaron sus agentes. El hombre lleva el tatuaje de un gรกngster que apunta a un soldado de rodillas. Jรณvenes que odian la autoridad, asiente San Miguel. Aun asรญ, admite que esos criminales pueden hacer que deje de caminar por la calle sin la protecciรณn de un grupo de agentes. “Hay pena de muerte sobre mi cabeza. Juntarse conmigo es peligrosรญsimo.”
Patrullando por los barrios de las colinas de Guadalupe, el director de policรญa Florencio Santos tiene un concepto diferente de los Zetas. Ha sobrevivido a una de sus emboscadas, en la que bloquearon la calle y dispararon con armas desde ambos lados. La tรกctica no corresponde a las que usan los criminales normales, dice. “Es como una guerrilla urbana. Una guerrilla, sรญ. Bajo la clandestinidad”, dice, mientras avanzamos por las empinadas cuestas entre casas de hormigรณn sin pintar. “Traen AK-47. Traen Galil tambiรฉn. Traen carabinas. Traen buenas armas. En comparaciรณn a cรณmo estรกbamos armados nosotros… ¡no! Nosotros no tenรญamos armamento. El mismo Estado no nos permitรญa porque habรญa desconfianza, entonces no se le daba armas a la policรญa. Lo que les hemos asegurado, lo mรกximo aquรญ, es calibre .50. Son de francotirador, para derribar aviones.”
Santos, nacido en Chiapas, es un veterano de los enfrentamientos armados que el ejรฉrcito mexicano tuvo con el zapatista en los primeros dรญas de 1994. Dice que los Zetas son un adversario mucho mejor armado y mรกs peligroso: “Los zapatistas no tenรญan nada de adiestramiento.”
Conducimos por Guadalupe, viendo todos los pisos francos de los Zetas que la policรญa ha asaltado. Santos muestra una casucha donde encontraron un almacรฉn de kalashnikovs y granadas, otra donde los Zetas mantenรญan a sus vรญctimas secuestradas –algunos obligados a yacer amontonados, como los prisioneros iraquรญes en Abu Ghraib–, otra en la que capturaron a un grupo de asesinos de los Zetas que comรญan pizza y esperaban recibir รณrdenes para su prรณximo ataque. Me sorprende que posean tanta gente y recursos. Apenas tenรญan presencia en la zona antes de 2007. Pero, solo en el รบltimo aรฑo, la policรญa de Guadalupe ha interceptado a cientos de sicarios, halcones, armas, dinero y alijos de drogas y radios que supuestamente pertenecรญan a los Zetas.
Esta expansiรณn se repite por todo el paรญs. En Cancรบn, los Zetas dirigen la venta de drogas ante las discotecas en la zona de hoteles; en San Luis Potosรญ atacan a rancheros adinerados en la Huasteca; en Durango dejan fosas comunes en campos abandonados de la capital. Segรบn un informe de la Subprocuradurรญa de Investigaciรณn Especializada en Delincuencia Organizada (SIEDO), actualmente operan en diecisiete estados mexicanos, frente a los diecisรฉis del cรกrtel de Sinaloa. Los desertores del ejรฉrcito solo representan una pequeรฑa parte. A medida que se multiplicaban hasta alcanzar los miles de hombres, reclutaban a toda clase de gente, desde pandilleros a policรญas de Monterrey, pasando por taxistas de Cancรบn. ¿Cรณmo ha sido posible esa expansiรณn?
Le pregunto al jefe de la SIEDO, Josรฉ Cuitlรกhuac Salinas, por quรฉ parecen tener un flujo interminable de reclutas, y seรฑala su sistema de cรฉlulas dispersas, que crea oportunidades para subir en la jerarquรญa. Esas cรฉlulas pueden compararse a franquicias de una gran empresa, como McDonald’s. Los lรญderes locales pueden dirigir sus propias operaciones usando el nombre de la marca siempre y cuando den dinero a la sede central. Muchos comienzan como halcones, ganando unos pocos miles de pesos por quincena. Pero tienen la oportunidad de ascender a sicarios y mรกs tarde establecer su propia franquicia. Meros adolescentes pueden convertirse en lรญderes de cรฉlulas que dirigen a docenas de hombres armados y manejan enormes cantidades de dinero. Eso complica mucho la tarea de la policรญa y los fiscales. Arrestan o matan a lรญderes de los Zetas, como Lazcano o Ivรกn Velรกzquez, “el Talibรกn”, a quien la Marina detuvo en septiembre. Pero nuevos actores de los que no habรญan oรญdo hablar siguen tomando el poder.
“Gente que empezaba como halcรณn, es decir, como observador, vigรญas que tienen instalados en las calles, enseguida puede ser tu jefe de plaza, si tiene las aptitudes”, explica Salinas. “Y de ganar dos mil o tres mil pesos por el servicio de halconeo puede pasar a ganar una cantidad de miles de dรณlares que ni te imagines. A mรญ me ha tocado conocer gente que en ocho meses era jefe de una plaza. Y de una plaza importante. Entonces, este es el tipo de actividades que son desafortunadas, pero ellos sรญ tienen la capacidad de ir regenerando en un nivel que nosotros no podemos.”
El gobierno tambiรฉn se enfrenta a otro problema fundamental en la lucha contra el narcotrรกfico. Cada vez que derriban a un traficante, ayudan involuntariamente a sus rivales. Asรญ, cuando los marinos arrestaron al lรญder del cรกrtel del Golfo Jorge Eduardo “el Coss” Costilla, eliminaron una amenaza importante para los Zetas en la regiรณn.
Al norte de rรญo Bravo, los Zetas han provocado alarmas y llamadas a la acciรณn en Washington. En enero, los agentes llevaron a juicio a supuestos sicarios de la banda en Laredo, Texas, y en junio desarticularon una red de lavado de dinero que operaba en establos de caballos, incluyendo un enorme rancho de Oklahoma y mรกs de trescientos sementales y yeguas, con un caballo de carreras llamado Number One Cartel. Pero ¿Estados Unidos los ve como otra banda criminal o como algo distinto? Es la pregunta que le hago a Mike Vigil, exagente de la DEAque estuvo trece aรฑos en Mรฉxico antes de pasar a dirigir todas sus operaciones internacionales. Vigil dice que ya no se puede clasificar a los Zetas simplemente como un cรกrtel del narco. “Son una organizaciรณn criminal paramilitar, que se extiende por Mรฉxico y Centroamรฉrica como la peste bubรณnica”, dijo.
Otros consideran que las comparaciones entre los traficantes de droga y los paramilitares o las guerrillas son imprecisiones peligrosas, que podrรญan abrir la puerta a una mayor militarizaciรณn y a una mayor intervenciรณn estadounidense. Se podrรญa exagerar el alcance y violencia de los Zetas, explican. Es posible que la policรญa utilice a los Zetas como chivo expiatorio de cualquier crimen que no pueda resolver. Quizรก muchos de los detenidos no formen parte de ningรบn cรกrtel. “El Gobierno da una explicaciรณn simple. Pero ¿cรณmo sabe eso si no resuelven los crรญmenes?”, pregunta Indira Kempiris, activista por los derechos humanos en Monterrey. “Muchas vรญctimas son de los sectores mรกs vulnerables de la sociedad y no tienen recursos para realizar una investigaciรณn y que se haga justicia.”
La idea de que los Zetas son los malos de la pelรญcula tambiรฉn ha sido impulsada por sus rivales, especialmente el cรกrtel de Sinaloa, que se ha sumado a los marinos y la policรญa federal en el intento de derribar a lรญderes como Lazcano. En videos de propaganda y en narcomantas han defendido que estรกn destruyendo Mรฉxico con su extorsiรณn y sus masacres, y que a la gente le conviene ayudar a los de Sinaloa, que solo quieren ganarse la vida honradamente vendiendo cocaรญna y mariguana a los gringos, que iban a drogarse de todas maneras. Tambiรฉn ha recogido ese grito de guerra otro cรกrtel que lleva el extraรฑo nombre de Caballeros Templarios de Michoacรกn y asegura realizar su propia misiรณn divina en el narco siguiendo la justicia del Antiguo Testamento. En un video subido a internet en agosto, su lรญder, Servando Gรณmez, repetรญa las llamadas a un frente unido contra el enemigo comรบn. “Que nos unamos y hagamos un frente comรบn para luchar en contra de los Zetas, especialmente en contra del Z-40 Miguel รngel Treviรฑo Morales”, decรญa Gรณmez desde un lugar secreto. “Es el primordial causante de todo lo que estรก sucediendo en Mรฉxico: robos, secuestros, extorsiones y todo lo que conlleve a ese tipo de acciones. Reconocemos que en ocasiones nuestros muchachos se han equivocado, pero aquรญ hay reglas y van a tener que pagar por ellas.” Curiosamente, Gรณmez adopta la imagen de un guerrillero y en el video se sienta con un pรณster del Che Guevara a su izquierda y otro de Pancho Villa a la derecha.
Estos cรกrteles rivales tambiรฉn han jugado con las divisiones internas de los Zetas. Los rumores del conflicto entre el lรญder de los Zetas, Lazcano, y su nรบmero dos, Treviรฑo, circulaban desde la primavera; narcocorridos y narcomantas acusaban a Treviรฑo de ser un traidor. Finalmente, la tensiรณn estallรณ violentamente en agosto en San Luis Potosรญ, con la masacre de catorce personas y otros enfrentamientos posteriores. Esta disputa puede formar parte de la razรณn por la que Lazcano se encontrรณ acorralado y sin protecciรณn en la localidad descontrolada de Coahuila.
El teniente coronel que ha estado siguiendo a los Zetas dice que el conflicto habรญa surgido de la habitual fuente de conflicto de las organizaciones criminales: una pelea por dinero. Las tensiones aumentaron despuรฉs de que se conociera que Treviรฑo dirigรญa el emporio de caballos y establos en Estados Unidos. “La nota hizo enojar a otros zetas cuando descubrieron cuรกnto dinero se estaba llevando Treviรฑo, y con esta gente el coraje rรกpidamente se convierte en violencia”, dice.
Si la disputa crece, podrรญa acabar desgarrando la organizaciรณn de los Zetas de una manera que no han conseguido ni los militares ni los cรกrteles rivales. Sin embargo, si los Zetas se dividen en dos, es posible que los soldados simplemente tengan que enfrentarse a un cรกrtel mรกs. El desafรญo fundamental no estรก solamente en la propia organizaciรณn de los Zetas, sino en su modelo: el uso de una violencia masiva y extrema, la habilidad de luchar como una guerrilla y su apropiaciรณn de todas las empresas criminales. “Es un gran problema”, dice sobre la ruptura el oficial. “Es como si el sida mutara. Ahora tienes que encontrar dos vacunas”. ~
Traducciรณn de Daniel Gascรณn
(Brighton, Reino Unido) es periodista, escritor y productor de televisiรณn. Su libro mรกs reciente es Blood Gun Money: How America Arms Gangs and Cartels (2021).