Pants adidas de la selección cubana. El hombre mira con desprecio –tal vez es cansancio– la cámara que lo retrata. En las manos sostiene el Granma del día. El periódico sostenido por Castro aloja solamente una fotografía de Castro en mejores momentos y una noticia (¿noticia?) desplegada con un enorme titular: “Absuelto por la Historia.”
La imagen es la portada de Juventud rebelde. Un periódico oficial retrata en su portada la portada de otro. Un dictador sostiene para la fotografía una fotografía de sí mismo. ¡Y el titular! La historia ha resuelto absolver al hombre que sostiene el diario que lo muestra a él mismo con el anuncio de su absolución. La imagen tiene un aire familiar. Se trata de la estampa de un secuestro. El secuestrado posa con la edición más fresca del diario para demostrar que la imagen es reciente y que los secuestradores lo mantienen con vida. Pero los espejos de diarios y fotografías confunden. ¿Quién es el secuestrador? ¿Quién secuestra? Las manos de Fidel Castro dan la respuesta: quien ha sido apresado no es el enfermo que sostiene el diario del día sino la mujer que decreta la absolución. Fidel Castro sostiene un periódico que retrata a otro que, a su vez, incauta la Historia. Escher en La Habana. La asfixiante circularidad del totalitarismo. ~
(Ciudad de México, 1965) es analista político y profesor en la Escuela de Gobierno del Tecnológico de Monterrey. Es autor, entre otras obras, de 'La idiotez de lo perfecto. Miradas a la política' (FCE, 2006).